Riquelme aboga por impulsar una ermita para San Sebastián

pregón | festividad del patrón de Huelva

El pregonero propone que se rotule una calle con el nombre Cofrade Antonio Prieto Villegas Resalta el vínculo actual del Santo con la Hermandad de los Estudiantes

Antonio Riquelme, en plena alocución.
Antonio Riquelme, en plena alocución.
C. Sáez Huelva

19 de enero 2015 - 01:00

Antonio Riquelme, pregonero de las fiestas de San Sebastián, patrón de Huelva, propuso recuperar el proyecto de construcción de una ermita para el Santo y rotular una calle con el nombre de Cofrade Antonio Prieto Villegas. Lo hizo durante el pregón que pronunció ayer en el Gran Teatro.

El hermano mayor de la Hermandad de Estudiantes, Javier Pérez Blanco, presentó al pregonero del que destacó su vinculación con el barrio de San Sebastián y la historia la hermandad, "una voz que puede contarnos sus experiencias y vivencias, después de haber vivido "unos años difíciles para las fiestas patronales".

Pérez recordó que en el mandato de Riquelme como hermano mayor de la hermandad se decidió incluir en la misma como titular a San Sebastián y desde entonces "defiende y procura enaltecer las fiestas del Santo Patrón". Riquelme fue hermano mayor durante dos legislaturas y formó parte de distintas juntas de gobierno. Lo definió como un "hombre sencillo al que le gusta su tierra y que forma parte del corazón de los onubenses". Pérez se mostró convencido de que el pregonero, en su intervención, iba dejar fluir parte de la historia de las fiestas patronales, rodeada de todos sus sentimientos. Y así fue.

Antonio Riquelme confesó la dificultad que para él ha supuesto pregonar las fiestas de San Sebastián y señaló su intención de no caer en tópicos durante su intervención y hacer un canto al onubensismo y a las virtudes del Patrón. Lo logró.

Comenzó recordando cómo siendo niño entró a formar parte de la Hermandad de los Estudiantes y cómo allí emprendió a vivir el lema de sor Ángela de la Cruz: "Amar es servir". En su alocución, partió de la idea de que San Sebastián y Huelva están fundidos, que "son una misma cosa", por lo que ser pregonero de estas fiestas "es un honor del que hay que estar eternamente agradecido".

Después vino su descripción de aquella Huelva labradora, panadera, de huertos en los cabezos y tabernas, convertida ahora en avenidas bulliciosas y modernas. Lo hizo sin nostalgia, "aunque en el fondo la sienta", sino con "una alegría llena de esperanza y fuerza porque en enero, con sol o contra viento y marea, Huelva celebra el Patrón y las cáscaras de palmitos cubren las calles y aceras, vistiendo de tradición a una Huelva vieja y nueva".

No faltó en el pregón la historia del Santo, porque "es una obligación de todo onubense conocer la vida del Patrón San Sebastián", nacido en Narbona y educado en Milán, que se incorporó joven a la vida militar en Roma, donde alcanzó el cargo de centurión de la guardia pretoriana.

Lo definió como un cristiano discreto, lo que le permitió intervenir en favor de sus hermanos necesitados. Prestó ayuda y alentó a los perseguidos y los que estaban encarcelados en los calabozos. Por su intercesión se produjeron curaciones milagrosas; incluso el prefecto de Roma y toda su familia acabaron convirtiéndose al cristianismo.

Tras morir en su segundo martirio, durante una de las pestes más mortíferas de Roma, en el año 608, fue invocada su figura y desde entonces la Iglesia lo tiene como protector contra la epidemia y como defensor. Riquelme resaltó la fe en Cristo como bandera de la que hizo gala San Sebastián para sufrir el martirio en dos ocasiones sin renegar a la fe ni ser vencido. Paso después a evocar la vinculación de Huelva con el Santo, que se pierde en el neblina de los siglos. Aludió a las primeras noticias escritas en los inicios del siglo XVI, cuando se hace referencia de una ermita dedicada al Santo. En 1738, el Cabildo de la Villa lo adoptó como Patrón, después de que la ciudad se viese librada de una de las numerosas epidemias que se produjeron en la época, gracias a su mediación. También asumió el Cabildo la organización de los cultos y fiestas para homenajearlo, como así ha sido sin interrupción desde entonces, "aunque con los altibajos y las circunstancias que han impuesto a las arcas municipales".

Sus fiestas fueron hasta fechas relativamente recientes las más importantes de la ciudad, con cultos, procesión, toros y balcones adornados con hortalizas, pero después, por diversas circunstancias, fueron dejando paso a las de la Cinta y las Colombinas. Riquelme se refirió así a aquellos "decadentes" años del Patrón, pasados los años 60, cuando "ya no existían más que en el recuerdo las artísticas fachadas y los puestos de los palmitos, y los cultos se vieron reducidos apenas a parroquiales", así como cuando el día del Santo, el 20 de enero, los onubenses se trasladaban a las rebajas de unos grandes almacenes en Sevilla en vez de seguir la celebración.

Recuerdos tuvo también para la casa de sus abuelos, como uno de los lugares mágicos, con su largo patio, el horno y el obrador lleno trastos y herramientas, y la llegada del Santo a la calle Jesús de la Pasión.

Por entonces, San Sebastián era considerado más conciudadano que Patrón, más vecino que objeto de veneración, familiaridad y la escasa devoción religiosa entonces que se debe, según Riquelme, a que el Santo "permanecía prácticamente todo el año en la antigua sala de autopsias del viejo cementerio, en desuso durante años, de la que salía sólo para los cultos en enero".

Muchos años vio a San Sebastián a diario sobre una mesa cubierta por un trozo raído de terciopelo y posteriormente sobre sus altar en la nave lateral de la parroquia, levantada a petición de los estudiantes. Solo José Jurado Vázquez Pepe el Sacristán, lo visitaba a diario. A pesar de todos estos avatares, intentó no ceder su pregón al lamento y a la nostalgia, aunque lo logró solo en parte.

Siguiendo con la historia, relató que "cuando la fiestas y la devoción al Santo caminaban con más pena que gloria", el Gobierno municipal decidió suprimir la festividad del 20 de enero. En 1985, la procesión solo fue posible gracias al ímpetu de Antonio Prieto Villegas (presidente de la Unión de Cofradías), Justo Bolaño Romero (hermano mayor y secretario de la Hermandad de los Estudiantes), el párroco Pedro Gamero y la propia hermandad, que "evitaron que se apagara la llama de los cultos a San Sebastián".

Ahora las fiestas han recuperado el esplendor, sin el sabor añejo de antaño, y el domingo de San Sebastián es más significativo y participativo que antes. En los último 36 años, la evolución ha sido muy positiva, porque "todo el mundo ha puesto su granito de arena y han contribuido a consolidar las fiestas y adaptarlas a los tiempos que corren".

En su opinión, aún quedan caminos por explorar, y puestos a soñar, aludió al proyecto de construcción de una ermita del Santo, anexa a un edificio social destinado a ser centro y residencia para personas autistas de Huelva. Un santuario para que pueda ser visitado a diario y recuperar su traslado hasta la parroquia,

Casi al final, se refirió a la imagen en sí del Santo y a la incorporación de San Sebastián a la Hermandad de los Estudiantes, con la creación, en 1997, de una comisión y la firma de los estatutos. Riquelme concluyó invocando al Patrón para que proteja la ciudad y la libre de las nuevas pestes, porque "Huelva necesita de San Sebastián".

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