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Rebelde, amante o explorador… así son los personajes de la política

  • Cada uno de los líderes políticos asume un arquetipo de comportamiento que le asignamos según sea nuestra visión del mundo

Rebelde, amante o explorador… así son los personajes de la política

Cuando en 2001 cayeron las Torres Gemelas en Estados Unidos, se cuenta que una de las primeras reuniones que organizó el entonces presidente George W. Bush fue con los productores y guionistas de Jungla de Cristal y de El coloso en llamas con el fin de encontrar un argumento para ofrecer una respuesta de comunicación que contrarrestara la situación de vulnerabilidad y terror que estaba sufriendo la población norteamericana. La contestación ofrecida por la Casa Blanca fue el guion de la segunda parte de la película que se estaba viviendo y constituyó uno de los casos de storytelling más emblemáticos desde la era de Ronald Reagan, que a su vez está considerado como uno de los maestros del storytelling de la política de aquel país.

La narración de historias es inherente a cualquier civilización. Los viejos chamanes, lo sabios de las tribus o los brujos eran antiguamente los constructores y transmisores de historias. Entre los storytellers de hoy destacan los periodistas y los políticos, dos colectivos que gozan de una posibilidad privilegiada para construir y distribuir historias a través de los medios de comunicación y de las redes sociales.

Periodistas y políticos construyen los famosos “relatos”, un término muy de moda y que en realidad no son más que historias que interpretan la realidad social y que dotan de significación cualquier hecho o acontecimiento.

El presidente de Estados Unidos George Bush entre los restos de las Torres Gemelas. El presidente de Estados Unidos George Bush entre los restos de las Torres Gemelas.

El presidente de Estados Unidos George Bush entre los restos de las Torres Gemelas.

La comunicación política trata de crear una relación emocional con los electores y, para ello, crea historias con las que mantener el interés y construir el vínculo. Desde esta perspectiva, hablamos del storytelling como un instrumento al servicio de la marca política.

Y no hay historia sin guion. Los buenos guiones no deben ser exclusivos de la industria cinematográfica, como demostró Bush tras el ataque terrorista a las Torres Gemelas. En opinión de la profesora Eva Pujadas, “el establecimiento de un buen guion permite distribuir información a lo largo del tiempo de manera suficientemente equilibrada para no aburrir a la audiencia y mantener su interés por el desarrollo de la historia, tejiendo toda la red de complicidades emocionales y afectivas que conecten con sus cotidianeidades, sus expectativas e ilusiones”.

Arquetipos

Los políticos ya no informan acerca de sus decisiones. Ahora se trata de forjar historias de héroes y antihéroes y de imponerlas en la agenda política. El éxito del storytelling político, según algunos expertos, radica en que crea historias que conectan fácilmente con los arquetipos culturales que tenemos fuertemente enraizados.

Y en esas historias, los políticos encarnan a arquetipos, es decir, patrones universales que forman parte del inconsciente colectivo de una cultura. Así, cada arquetipo se asocia, de modo automático, a una serie de características comunes en el imaginario de una determinada sociedad, y resultan muy útiles a la hora de comunicar situaciones complejas.

Los autores Carol Pearson y Margaret Mark ofrecen una clasificación concreta de arquetipos, que el profesor de storytelling Liberato Pérez completa con un ejemplo de la política actual o reciente:

El inocente: Pepe Mujica. Es el personaje que desea volver al paraíso perdido, regresar a la vida sencilla y pura. Es positivo y busca crear confianza.

Pepe Mujica, una de las personalidades más arrolladoras del mundo de la política. Pepe Mujica, una de las personalidades más arrolladoras del mundo de la política.

Pepe Mujica, una de las personalidades más arrolladoras del mundo de la política.

El sabio o maestro: Jacinda Ardern. Encuentra en el descubrimiento de las verdades fundamentales del mundo el camino del crecimiento personal. El exceso se puede transformar en dogmatismo, cerrazón y falta de empatía.

El mago: Nelson Mandela. Este arquetipo es capaz de transformar todo que lo le rodea. Tiene ideas visionarias, no se conforma, sino que desea un permanente avance. Es un líder nato.

El héroe: Barak Obama. Encarna el personaje que alcanza grandes objetivos que para otros son inalcanzables. Su destreza admira a la sociedad que lo convierte en héroe.

El bienhechor o protector: Fidel Castro y John F. Kennedy, cada uno desde la perspectiva de su sociedad y contexto. Este arquetipo desarrolla su faceta altruista. Sus rasgos son la compasión, la generosidad y la ayuda a sus semejantes. No se enfoca en su supervivencia, sino en la de quienes lo rodean.

El explorador: Pedro Sánchez. Busca experiencias vitales. La vida es un viaje iniciático del que tiene que sacar el mayor fruto posible. Toda línea política que se adhiera a este arquetipo está abocada a transmitir ilusiones y nuevas experiencias.

El amante: Justin Trudeau. Encarna la seducción, no solo desde el punto de vista sensual, sino también intelectual. El amante político desea arrastrar masas. Sin embargo, puede caer en el exceso y tomar el papel de manipulador.

El bromista o bufón: Donald Trump. Es el personaje volcado en el buen humor, en el carpe diem. Actúa sin pensar en las repercusiones de sus actos.

El creador: Mahatma Gandhi. Se asocia con el que ejerce todo aquel que desea un mundo mejor, nuevo, donde se pueda disfrutar. El exceso puede llegar al perfeccionismo enfermizo.

El gobernante: Angela Merkel. Es el papel del jefe, el rey o el gobernante. Bajo su supervisión se encuentra la comunidad, sea empresa, familia o sociedad. Asume responsabilidades, es líder y establece reglas. Frente al caos, representa el orden.

Fidel Castro fue uno de los líderes más carismáticos conocidos. Fidel Castro fue uno de los líderes más carismáticos conocidos.

Fidel Castro fue uno de los líderes más carismáticos conocidos.

El hombre corriente: Pepe Mujica. Encarna a la persona corriente fiel al grupo, que pretende sentirse integrado en la comunidad, que respeta las normas sociales colaborando con sus vecinos Es arquetipo de la sinceridad y la sencillez.

El rebelde o forajido: Boris Johnson. Es el que rompe convenciones y reglas porque, ante todo, quiere sentir libertad frente a las ataduras. Se asocia con una actitud transgresora y provocadora que busca el escándalo de los biempensantes.

Cada uno de nosotros podemos asignar a cada político un arquetipo concreto según percibamos la realidad, porque no existen reglas concretas más que nuestra propia visión del mundo y del personaje. Además, y dado que las personas tenemos muchos matices y riquezas, podemos establecer más de un arquetipo de cada político.

“Los arquetipos son brújulas que nos sirven para que el storytelling no sea improvisado”, afirma Liberato Pérez, para quien lo importante es que todo político decida su propio arquetipo y los trabaje para dar una respuesta coherente al personaje y no ocurra como los “exploradores” Albert Rivera y Pablo Iglesias, cuyos cambios sobre el arquetipo creado los condujeron directamente al fracaso.

www.charotoscano.com

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