Historia menuda

Rafael Jurado García, en la cresta de la ola saetera (y II)

  • Rafael Jurado ha cantado saetas a todas las hermandades menos a los Santos Titulares de la suya porque desde hace más de treinta y cinco años de nazareno - Tiene un gran repertorio

Encontrar buenos saeteros es una misión harto dificultosa, ya que en este auténtico cantar de los cantares del pueblo andaluz hay que derrochar a espuertas la expresión de sentimientos y los quejíos de dolor con los que hay que validar las notas de sus tercios y además hay que dominar el estilo de cante en que se base la saeta. Aceptando estos dos condicionantes, podemos afirmar (dentro de nuestros modestos conocimientos flamencos) que Huelva ha encontrado un buen saetero en Rafael Jurado.

La génesis de esta faceta, la señaló cuando tenía siete años: La tarde del Viernes Santo de 1948 se ofreció como una apoteosis de piedad y esplendor religioso. A lo lejos, avanza el bellísimo 'paso' de la Urna todo tallado y espléndidamente iluminado, donde va el Señor Yaciente que a todos cautiva y emociona. De repente, apoyado sobre el hierro de uno de los balcones que se sitúan encima del Bar 'Pelayo', rompe el velo celeste de la noche la voz del niño Rafael, convertido en surtidor de saetas… A partir de esta Semana Mayor, le cantó a todos los Santos Titulares de las diversas cofradías huelvanas. Hasta que le cambió la voz y, como era un amante del flamenco, se refugió en la guitarra a la que mimaba y quería como una novia. Con sus propias manos confeccionó una, se la llevó al servicio militar y ella acompañó la regia voz de Camarón de la Isla. Pero, dejemos que él mismo nos cuente aquel singular lance:

"… Me hice una guitarra. Después me compré otra, allá en 1956 ó 1957, que la tuve incluso en la mili y con la que eché muy buenos ratos, entre ellos uno, en San Fernando, con Camarón de la Isla. Coincidí con este monstruo del cante en un restaurante que le decían 'Casa Manolo' (local muy frecuentado por los marineros, ya que tenía precios asequibles), situado en la misma plaza del Ayuntamiento, y almorzando allí, en unión de un compañero del Arsenal, bailaor que triunfaba en aquellas fechas en el 'Patio Andaluz', de Sevilla, y un primo que servía en el mismo barco, cuando apareció en escena un señor con un niño (después resultó que era 'Camarón'). Este señor era bailaor que tenía instalada una Academia de baile en San Fernando y, como era muy amigo de mi primo, se saludaron y almorzamos juntos. Después vino un poco de baile y cante y yo le toqué a 'Camarón', que apenas si tenía doce o trece años…".

Pasaron los meses con increíble velocidad y en un Viernes de Dolores, en un Viernes Flamenco de la Peña de Huelva, lleno de efluvios gitanos, en el que Gómez Hiraldo, hombre de indeleble recuerdo, voz de oro que subyugaba de tal forma que cuando él hablaba la noche era más flamenca, habló de Pasión en su barrio y terminó diciendo: "Ahora lo que pega es una saeta" y lo animó a que saliera a cantarla. Continuó la perorata de que saliera Antonio Toscano el presidente de la Peña, pero Rafael hizo caso omiso. No obstante, aquello sirvió para que se fuera animando y viera que era posible que él volviera a cantar saeta. En aquellas calendas de los años 70 el ambiente de los saeteros estaba sin pulso.

Pues bien, en 1974, Eduardo Hernández Garrocho, Antonio Castillo y él, le cantaron al Nazareno no menos de treinta saetas.

Como no somos muy expertos en esto del cante, a pesar de que sé que las buenas voces de Huelva han hecho que siempre se cante por seguidilla y por martinete, dividimos las 'saetas' en saetas de día y saetas de noche. A Rafael Jurado le gustan las saetas de amanecer. Así, cuando los cirios despiden más destellos, cuando quedan junto a los pasos los de siempre, cuando hay en la calle Miguel Redondo un aire más intimista, más recogido, casi de andar por casa con chancleta, cuando el cuerpo está más predispuesto a cantar y los duendes del flamenco juegan al escondite con la luna, surge la voz ronca, con matices muy graves, de Rafael Jurado que le canta al Cristo de la Expiración… Saetas de amanecer, esas son las que él quiere.

Rafael Jurado tiene un gran repertorio para la Semana Mayor. Podría saetear con las letras antañonas con las que siempre se les ha cantado a cada una de las cofradías, o bien, con las que se les pueda cantar a cualquier Titular. Él no, cuando tiene que decir la música del gemido, tiene para cada Virgen o para cada Crucificado una letra ex profesa, una letra de nuevo cuño para cada imagen de cada Hermandad.

Como letrista, Rafael Jurado, llevado por la fe, se esfuerza en componer letras. Así, me decía:

"El Jueves de madrugá,

canto yo de corazón

a mi Cristo Nazareno

que un día conocí yo

y que sin verlo me muero".

En ese punto, se abre la compuerta de la anécdota: Rafael es hermano de la Cofradía del Santo Entierro y si bien le ha cantado saetas, de manera reiterada, a todas las hermandades, a los Santos Titulares de la suya no les ha podido cantar porque desde hace más de treinta y cinco años sale, puntualmente, como nazareno en ella. Sí lo ha hecho en el momento solemnísimo de algún traslado del Cristo a la Urna.

Si nuestra ciudad convierte cada paso de palio en un partenón de estética, cualquier calle del tránsito en un río de fe, en las Exaltaciones a la Saeta cada una de las Hermandades que las celebra se convierte en un aula universitaria de teología católica. En este sentido, Rafael Jurado ha cantado Exaltaciones de saetas a todas las Hermandades.

Tras la recuperación de su voz, Rafael Jurado, aunque puede cantar por la mayoría de los palos del flamenco, siendo choquero de pura cepa, ha optado por el cante de la tierra. En este sentido, le gusta andar por la senda del fandango al estilo de Paco Isidro, que es el que mejor se adapta a su voz.

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