Puro cine independiente

Puro cine independiente
Puro cine independiente

02 de abril 2009 - 01:00

Cine de bajo, bajísimo presupuesto. Cine en blanco y negro al que siempre sentimos cálido y cercano, sobre todo para contrastar con otras perspectivas sus sorprendentes perfiles fotográficos. Pocos, contados personajes y aprovechamiento máximo de los recursos y escenarios donde transcurren los hechos. Son apreciables diversos aspectos del argumento y en toda la historia se advierte una notable desenvoltura, una muy aceptable lozanía. Todo lo cual configura una cinematografía distinta, con otras características y unas actitudes en la realización que nos devuelven gratamente al cine norteamericano independiente y nos recuerda mucho al estilo de Kevin Smith -tal vez Una chica de Jersey (2004)-. Así se nos muestra esta tercera película de Alex Holdridge, un director, por cierto, muy premiado. Es Nochevieja en Los Ángeles, Wilson, un joven de veintinueve años, escritor, aspirante a guionista de cine, ha padecido el peor año de su vida. Acaba de arribar a la ciudad en la que no conoce a nadie. Por no tener no tiene ninguna cita y no ha proyectado nada en absoluto. Su más directo deseo consiste en encerrarse en casa para tratar de olvidar su pasado. Su mejor amigo, Jacob, le convence para que cuelgue un anuncio en Internet usando un seudónimo: Misántropo. La respuesta le llega con el nombre de Vivian, una mujer obstinada, pertinaz, empeñada en encontrar al hombre ideal. Todo ello da pie a una aventura desconcertante, perturbadora, salpicada de humor y de algún modo emotiva, sensible y conmovedora en ocasiones.

Se trata de una comedia romántica con un guión inteligente, diferente tanto por la naturalidad con que todo se produce como por la fluidez y espontaneidad de sus diálogos a lo que hay que añadir la intensidad con que van surgiendo los personajes que se suman a la historia. Hay como un inconfundible regusto a esa estética urbana que nos recuerda mucho al Manhattan (1979), de Woody Allen, en este caso trasladada a la capital californiana. Pero la personalidad de Alex Holdridge en esta su tercera película de su filmografía indie, se revela en la desenvoltura con que realiza su trabajo, sin intensidad dramática, con una evidente complicidad y un guiño entrañable al espectador. A ello se une una calidad narrativa resuelta con facilidad y convicción.

Estamos ante un periplo fílmico comunicativo, radiante, cómico y tierno a la vez, con matices que pasan por el amor, el sexo, el romanticismo de tono entre cínico y agridulce. Convierte Los Ángeles en el plató más descriptivo y natural para mostrar la realidad tal cual es. Con una sorprendente austeridad de medios, Alex Holdridge, con la colaboración de amigos, entre ellos sus propios actores, sus músicos, Brian McGuire y Robert Murphy, que interpretan también, y con una sencillez que se adueña de toda la puesta en escena, logra la realización de un film lleno de buenas intenciones y con resultados muy positivos. Tal vez sea esa película de la que con el tiempo se desvanece el recuerdo y puede que ello dependa también de la imposibilidad de identificarse con el principal personaje femenino. Pero el mejor valor de este cine independiente norteamericano es su aire nuevo y renovador.

stats