Huelva de ayer a hoy

Punta Umbría, la diosa del mar

  • Desde Huelva al atlántico. El viaje comienza en la canoa, llegando a la plaza de Pérez Pastor y subir la cuesta de la iglesia, adentrarse por Las Cadenas a la calle Lepanto hasta la playa

Punta Umbría en una postal de 1971, en la zona de Calypso.

Punta Umbría en una postal de 1971, en la zona de Calypso. / Postal Ediciones Ro·Foto · Archivo Sugrañes

Esta Punta Umbría que a veces hoy se nos escapa, deja siempre una rendija para evocar un ayer muy presente. Los ingleses dijeron al instalar sus primeras casas que eran pabellones de un sanatorio. La verdad que Punta sigue siendo eso, un sanatorio para el espíritu. Siempre la vuelta a Punta es un tiempo único que desparrama en nosotros un estado de ánimo tan especial abierto a sensaciones una y miles, todas ellas de un gozo especial.

A pesar de que el tiempo y el espacio nos maltratan a todos, a pesar de los cambios, ese indeseable motivo de ocultación siempre encontramos esa bocanada de aire que deja encontrar a esa Punta Umbría de siempre, de la que confesamos nuestro amor incondicional.

Hay algo que sabemos que nunca cambiará y es la inmensidad de su playa, la arena blanca, la brisa de la mañana en una bajamar de paseo… la de los mariscadores con rastrillos para la coquina; lejos está la primera hilera de veraneantes a ese ritmo cual estuviesen bailando con sus pies moviéndolos en la tierra y con la llegada de la leve agua impulsada por las olas en la orilla nos descubre las coquinas más grandes.

Los toldos en familia, en esa fila interminable que era como un patio de vecinos solicitados para su arriendo de un año a otro. Hoy son sombrajos y hamacas de alquiler playa sin derecho a conocer al vecino.

A Punta Umbría se llega por la Ría, en la canoa desde Huelva. Es como si nada hubiese cambiado, atrapado en el sueño de la belleza, de lo sublime.

La zona de la playa de Calypso, en una postal de 1967. La zona de la playa de Calypso, en una postal de 1967.

La zona de la playa de Calypso, en una postal de 1967. / Postal A. Subirats · Archivo Sugrañes

Desde la plaza de Pérez Pastor se extiende como una alfombra el camino a la playa. Antes el surco sobre la arena lo marcaban las losas de cemento para no hundirse.

Luego la torre de almenara, capitana de este enclave, nos marca un hito histórico que evoca el trasiego marítimo en estas costas para su defensa. Si aquí estaba la orilla en el siglo XVIII y hoy en La Canaleta, habría que preguntarse dónde se encontraba en 1492 cuando los marinos de este entorno de Palos soltaban amarras de ahí mismo y dejaban Saltés para adentrarse en el Atlántico por aquí, por la orilla misma de Punta Umbría.

Hoy las hileras son de sombrajos y hamacas. Hoy las hileras son de sombrajos y hamacas.

Hoy las hileras son de sombrajos y hamacas. / Eduardo Sugrañes

En esta subida, la iglesia de Lourdes.

Las Cadenas que era el punto a donde llegaban los autobuses de Damas cuando el trayecto por carretera había que hacerlo por Cartaya.

La playa se intuye por ese camino de la calle Lepanto. Es un sendero de frescor, hermoso, que a ambos lados -aun cuando hay nuevas urbanizaciones- nos deja ver por la rendija de los sueños aquellas casas de los ingleses, o también los chalets de la compañía de Tharsis, las pistas de tenis en su trasera donde jugábamos a la hora de la siesta…

La brisa del océano nos despierta para entrar en esa inmensidad de arena blanca, aquí no hay problemas para colocar la sombrilla. Y buscando el frescor de la orilla miles de personas se refrescan, hemos llegado como siempre a esta entrada histórica a la playa, es como un cordón de afecto y fidelidad permanentes que unen Huelva y Punta Umbría con el Atlántico.

Punta Umbría es nuestra diosa del mar, Calypso.

Llegando a la playa en la zona de los apartamentos de Calypso. Llegando a la playa en la zona de los apartamentos de Calypso.

Llegando a la playa en la zona de los apartamentos de Calypso. / Eduardo Sugrañes

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