Huelva

Prudencia y brillantez para la diplomaciaEl ministro costumbrista

"¿Ministro de Asuntos Exteriores? Ese es su sitio natural". Así se expresaba ayer un compañero de banca de Alfonso Dastis Quecedo en el Colegio de los Marianistas de Jerez tras conocer su nombramiento. Para sus amigos era y es, simplemente, Poncho.

El nuevo responsable de la diplomacia española es el tercero de cuatro hermanos, pero como ellos marchó fuera de la ciudad tras acabar el Bachillerato, en su caso el de Letras, que entonces estudiaban muy pocos alumnos. "Era un chico muy inteligente, era brillante sin despeinarse", recordó un amigo. De familia sencilla, su padre era celador, y tuvo la oportunidad de estudiar en Madrid en el Centro de Estudios Universitarios (CEU) gracias al apoyo de su tía Dora Quecedo, inspectora de Educación que destacó como autora de libros de enseñanza y de literatura infantil en los años setenta.

No mantiene mucha relación con la ciudad que le vio nacer debido a su trabajo. "Inteligente, trabajador y serio", quienes lo han tratado califican su designación "un buen nombramiento". "Es un hombre de la vieja línea del diplomático, serio y responsable, aunque de carácter jovial", añaden sus conocidos.

A las 19:30 ya estaba montado Juan Ignacio Zoido (Montellano, 1957) en el AVE devolviendo con llamadas mensajes de felicitación. Feliz, orgulloso, sabedor de que esta nueva etapa es el culmen de una carrera política que comenzó en 1996 en la Dirección General de Justicia.

El nuevo titular de Interior no se ha criado en las juventudes del partido, pero maneja a la perfección el código de las lealtades transitorias. Primero a la vera de Javier Arenas, gracias al cual fue director general de Justicia, delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha, delegado del Gobierno en Andalucía, secretario general del PP andaluz y alcalde de Sevilla. Y después protegido por María Dolores de Cospedal, que lo metió en la aventura de presidir interinamente el PP andaluz en el tardoarenismo y lo ha elevado al Consejo de Ministros.

Aguantó quedarse sin la Alcaldía de Sevilla en 2007, pese a encabezar la lista más votada, y se pasó cuatro años recorriendo barrios con una política de perfil populista poco usual en el PP pero con la que logró el mayor triunfo conocido jamás por el centroderecha en Andalucía: 20 de 33 concejales. Llevaba desde mayo de 2015 como discutido líder de la oposición municipal en Sevilla.

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