Huelva

El Proyecto ‘Acompaña’ de Cruz Roja atiende a 151 jóvenes en Huelva durante 2020

  • El programa de Cruz Roja Española permite acompañar a jóvenes en su transición a la vida adulta, apoyándoles en su desarrollo personal y social, promoviendo su formación e inserción laboral, y asesorándoles en su regularización administrativa.

Aly es uno de los beneficiarios del Proyecto ‘Acompaña’ de Cruz Roja Huelva

Aly es uno de los beneficiarios del Proyecto ‘Acompaña’ de Cruz Roja Huelva / H.I.

El proyecto Acompaña ayuda a los jóvenes en su transición a la vida adulta en ámbitos como el desarrollo personal, la integración social, la formación, la orientación e inserción laboral, la situación administrativa, el aprendizaje del idioma, la participación social o el restablecimiento de vínculos, con el el objetivo de facilitarles su emancipación para que puedan vivir por sí mismos.

El año pasado, Cruz Roja Española atendió a más de 3.600 jóvenes en 25 ámbitos provinciales de 11 comunidades autónomas. De ellos más de 1.100 jóvenes fueron atendidos en Andalucía, de los cuales, 151, pasaron por la red de atención de Cruz Roja Huelva.

Cruz Roja Española desarrolla el proyecto Acompaña en las ocho provincias a andaluzas, en las que ofrece apoyo social, jurídico y laboral a jóvenes en riesgo de exclusión. Además, la Organización cuenta con recursos residenciales de emancipación en Granada, Cádiz, Huelva y Málaga, que facilitan la integración y emancipación de los jóvenes cuando se ven abocados a una situación de calle.

“Las principales barreras para la emancipación identificadas tanto por los propios jóvenes, como por los equipos de Cruz Roja son el desempleo y falta de oportunidades, la carencia de recursos económicos y vivienda, la discriminación, las dificultades para mantener el permiso de residencia y trabajo en el caso de extranjeros, las carencias formativas y los hechos traumáticos no superados o el aislamiento”, explica Carlos Chana, responsable del proyecto Acompaña de Cruz Roja Española. 

La vulnerabilidad de estos jóvenes es extrema, ya que el 84% se encuentra en riesgo de pobreza y exclusión, 81,5% está en paro, el 84% no recibe ninguna prestación o subsidio, y un 10% se ve obligado a vivir en la calle o en situación de alta precariedad, según el último Boletín de Vulnerabilidad elaborado por Cruz Roja Española dedicado a jóvenes extutelados. La crisis de la COVID-19 ha afectado de forma sustancial a la inserción social y laboral de estos jóvenes y ha agravado su vulnerabilidad y su riesgo de pobreza y exclusión social.

Este es el caso de Aly, quien es de Guinea Conakry y a sus 18 años ha vivido más experiencias que cualquier persona adulta. Muchas de estas experiencias, traumáticas y dolorosas: “Todos los maestros me decían que tenía 17 años, pero mentalmente parecía que tenía 25 años”, afirma. Llegó a las costas de Almería cuando aún era menor de 17 años, rescatado de una patera semihundida, después de vivir un año y medio en bosques de Marruecos.

Aly cumplió la mayoría de edad tres semanas antes de que se decretara el estado de alarma por la pandemia del coronavirus y pasó el confinamiento resguardado en un polideportivo habilitado como albergue en Huelva para personas sin hogar. En el verano de 2020, fue acogido por Cruz Roja en un piso de emancipación para jóvenes en riesgo de exclusión social. “Estoy estudiando para sacar la ESO. Si he conseguido llegar en una patera, todo es posible, tengo que ser optimista”, afirma en un perfecto español que aprendió desde cero en apenas seis meses.

Cuando vienes a un país que no es tuyo, lo principal es aprender la cultura y la manera de vivir. Mi primer objetivo era aprender el idioma: vi muchas películas y me gustaba mucho hablar con la gente”, explica Aly. Además de matricularse en Secundaria, Aly ha empezado a jugar fichado por un equipo de fútbol de Cartaya y ha conseguido el permiso de trabajo que le permitirá lograr su ansiada autonomía.

Cada año, miles de jóvenes como Aly alcanzan la mayoría de edad habiendo crecido bajo el Sistema de Protección a la Infancia, separados de sus respectivas familias. En ese momento finalizan sus medidas de protección, y las alternativas para el retorno familiar se hacen inviables en la mayoría de los casos, teniendo que emanciparse de manera precoz (11 años antes que la media de edad de cualquier otro joven en nuestro país), que los predispone a una situación de riesgo de exclusión social e incluso a un segundo desamparo.

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