El 20% de los niños de Primaria se define como autoagresor

educación

El trabajo de dos profesores de la Universidad de Huelva se ha realizado entre 2.156 chavales de 30 colegios repartidos por toda la provincia

La encuesta se ha hecho en colegios de toda la provincia.
La encuesta se ha hecho en colegios de toda la provincia. / Domínguez
Redacción

07 de diciembre 2018 - 06:03

Huelva/Un trabajo realizado por los profesores universitarios Sara Conde y José Antonio Ávila, ambos de la Universidad de Huelva (UHU) recoge que el 19,07% del alumnado de segundo y tercero de Primaria de centros educativos de la provincia de Huelva, se autodefine como “agresor ocasional”, mientras que el 1,03 % y el 0,50 % reconoce realizar acciones agresoras de manera moderada y grave.

Un estudio basado en una encuesta entre 2.156 alumnos de segundo y tercer ciclo de Primaria de treinta colegios repartidos por 24 localidades de la provincia revela la presencia, en primer lugar, del maltrato verbal tanto directo como indirecto entre los estudiantes, seguido de la exclusión social y el maltrato físico directo. “El alumnado de Educación Primaria se define, generalmente, como maltratador ocasional, aunque es baja su apreciación en los valores moderado y grave”, subrayan los investigadores.

La exclusión queda incluida en el maltrato moderado.
La exclusión queda incluida en el maltrato moderado. / Domínguez

Según el artículo publicado en la revista Psicodebate. Psicología, Cultura y Sociedad, el trabajo de investigación aborda, fundamentalmente, la percepción que tienen los escolares del maltrato entre compañeros en Primaria, así como el conocimiento de las intervenciones que realizan los centros educativos para prevenirla. Para ello, los docentes de la UHU diseñaron y aplicaron el Cuestionario para la Detección del Acoso Escolar en la Escuela Primaria.

“La recopilación de datos se llevó a cabo durante el año 2013.La aplicación del cuestionario elaborado a la muestra provincial, fue gracias al trabajo realizado por el profesor José Antonio Ávila, miembro de un Equipo de Orientación Educativa que contactó y creó una red de compromisarios con garantías, basada en los profesionales de los equipos de Orientación, su trabajo de tesis doctoral se centra en esta temática”, subrayó Sara Conde.

Tres perspectivas

El estudio toma tres escenarios bien importantes: el de la perspectiva de la víctima, del agresor y del observador.

Para Conde, “no sólo hay que enfatizar en la posición de víctimas y agresores, sino también como observadores del fenómeno siendo esto un elemento crucial en el papel que juegan en el inicio y mantenimiento del acoso escolar”. “Sin duda constituyen la proporción mayoritaria de participantes en el fenómeno pero además pueden adoptar distintos roles en función de las acciones que realicen, a favor o en contra de las víctimas. No existe mayor refuerzo que la atención”.

En cuanto al primero de ellos, el de víctima, un 29.63 % del alumnado percibe su posicionamiento como sujeto agredido por sus compañeros alguna vez, un 5.12 % muchas veces y un 2.26 % siempre. La ausencia de victimización es sentida por el 62.99 % de los encuestados. En estas cantidades destacan por ausencia del fenómeno el maltrato físico indirecto (59.23 %, 87.94 % y 60.39 %) y la exclusión social (73.65%, 71.94% y 87.24 %). Como valores que denotan más presencia: el insulto (43.00%), la maledicencia (43.09%), las amenazas (41.56%) y las agresiones físicas (41.33%) en el apartado leve; el maltrato verbal, tanto directo como indirecto, en las opciones moderadas y graves (11.60% y 5.47%; 9.42% y 6.54%; 7.88% y 3.39%).

A tenor de lo que manifiestan Conde y Ávila, los datos expuestos destacan la presencia de acoso grave por el uso de motes ofensivos, el insulto y la maledicencia (maltrato verbal). En segundo lugar aparece la exclusión social, el sentirse ignorados o rechazados y a continuación, el maltrato físico directo, el recibir golpes, patadas, puñetazos o zancadillas. Según la perspectiva del agresor, se desprende que el 19.07 % de los encuestados se autodefine como agresor ocasionalmente, el 1.03 % y el 0.50 % sienten realizar acciones agresoras de manera moderada y grave. En el posicionamiento como agresor se destacan los datos correspondientes a agresiones leves, relacionadas con el maltrato verbal directo, en primer lugar, seguido de maltrato físico directo y de maltrato verbal indirecto (38.17 %, 31.96 % y 30.84 %).

En cuanto al maltrato moderado, los datos que sobresalen están relacionados con el verbal, el físico y la exclusión social. Por último, en la intensidad grave, destaca la exclusión, el maltrato verbal y el maltrato físico. “Quizás estas manifestaciones se deriven de las interpretaciones de normalidad que hacen los niños ante las conductas agresivas”, aclara la investigadora.

Desde la autopercepción del alumnado como agresor, sus acciones más comunes son el maltrato físico indirecto, referido a romper los materiales ajenos y al robo; el rechazo en el estudio y en obligar a hacer a los compañeros cosas que no quieren con amenazas. Alguna vez se realizan destacadamente acciones relacionadas con el insulto, la agresión física directa y la maledicencia. Aparecen asimismo, muchas veces realizadas acciones de maltrato verbal y, entre las situaciones de maltrato en su forma grave asumidas por el agresor, destaca el rechazo en el juego por encima de la agresión verbal, física y el rechazo en el estudio. En referencia al actor de la agresión se solicita información para determinar el género, si la actividad es individual o colectiva y a la clase a la que pertenece.

Los resultados de este tema muestran que lo más habitual es encontrarse con niños acosadores que forman grupos: el 39.94 %. Le siguen en elección, los grupos de niños (34.65 %) y a continuación un niño, que alcanza el 20.55 %. En menor medida son elegidas las niñas individualmente o en grupo, que consiguen el 1.76 %, cuando realizan la actividad agresora ellas solas, y el 3.11 %, en grupo

El 38% es testigo de un maltrato leve

El estudio también incluye cómo se ve el fenómeno desde la perspectiva del observador. En este caso, el 38% del alumnado indica que observa acciones de maltrato leve, las acciones moderadas se producen en un 18,20 % y las situaciones de maltrato grave son percibidas por un 6 %, datos que se sitúan muy por encima de los conseguidos bajo las anteriores posiciones.

La que recopila los datos obtenidos en la posición de observador descubre como acciones menos afectadas en el maltrato entre iguales las relacionadas con el maltrato físico indirecto, las que tienen que ver con los materiales ajenos: “He visto esconder cosas a los compañeros”, “He visto romper queriendo los materiales a los compañeros (mochilas, cuadernos, libros...)”, “He visto quitar cosas a los compañeros”, así como el rechazo en el estudio y las acciones para obligar a hacer lo que no se quiere. Pero es notable el aumento de la percepción de los chavales en su actitud de observador en todas las situaciones de maltrato, que en el valor alguna vez es similar y supera casi siempre el 40 %.

La demanda de información sobre los lugares donde se producen las acciones de maltrato entre iguales se realiza presentando una serie de espacios posibles y solicitando la elección de hasta tres opciones. De ellas, las más elegidas son: los recreos (88.17 %) y las entradas y salidas (58.35 %); en la clase, cuando están los alumnos solos, al cambiar el maestro de grupo (51.53 %). Destaca “los recreos” sobre las demás opciones. El resto de elecciones presenta cantidades similares. Se hace notar que la opción menos puntuada (10.06 %) es la de “en clase, en presencia del tutor”, lo que muestra el respeto evidente a esta figura por el grupo de alumnos

stats