Gente Inteligente

Prácticas cotidianas para cultivar la necesaria resiliencia emocional

Un muñeco sube una cuesta dibujada en una pizarra.

Un muñeco sube una cuesta dibujada en una pizarra. / M. G.

Quienes me conocen o han estado alguna vez conmigo en una sesión o un taller de inteligencia emocional, saben que uso a menudo la metáfora del río de la vida y un kayak para compartir qué significa ser gente inteligente. Así lo aprendí de grandes maestros en mi formación, y así lo sigo compartiendo. Por eso hoy, para traerte las estrategias prácticas que fortalecen tu resiliencia ante los cambios, voy a adaptare esa misma metáfora: imagina que la vida es un río y que tú la navegas - como puedes- en tu personal kayak.

A veces, el agua fluye tranquila y sin obstáculos, y todo es un paseo; otras, te encuentras en rápidos con enormes rocas o troncos flotando que desafían tu equilibrio y tu integridad. La vida es así, ¿o no? La resiliencia emocional es esa habilidad que te permite remar con destreza, y sobre todo sacar la cabeza de debajo del agua cuando lo necesites.

Porque en estos tiempos convulsos, de cambios constantes, tener un kayak equilibrado y habilidades para gobernarlo es cada vez más esencial.

Estrategias cotidianas para gobernar tu kayak

Crea y cuida tu equipo de remo. No vas tú solo o tú sola en este río. Cada amistad, familiar o colega es un apoyo que te ayuda a avanzar. Tener una charla sincera con un amigo sobre tus miedos, compartir una comida reconfortante con tu familia o simplemente reírte de los memes más absurdos con tus colegas, son maneras de fortalecer esos lazos. Estas conexiones son tu soporte vital cuando las aguas se ponen turbulentas.

Mantén a punto tu kit de primeros auxilios. Y aquí tú decides qué te saca la cabeza de debajo del agua en los momentos más complicados. Como propuestas, tu kit podría incluir desde tu serie favorita, esa que nunca falla en hacerte sonreír, hasta esa playlist que te ayuda a comprender tu alma. O podría ser también una caminata en el parque cercano, o dedicar 20 minutos a ese libro que te transporta a otros mundos; quizás la jardinería, navegar, la escritura, el mindfulness... ¡Hay tanto a lo que agarrarse! Esas pequeñas dosis de felicidad contigo son flotadores esenciales para tu bienestar.

Imita al agua, y fluye. Cuando te enfrentes a un cambio, en vez de resistirte, intenta fluir con él. ¿Te mudas a una nueva ciudad? Explora los rincones que podrían convertirse en tus nuevos favoritos. ¿Un nuevo proyecto en el trabajo? Piensa en él como una oportunidad para demostrar tus capacidades y aprender algo nuevo. ¿Una amistad se ha apartado de tu vida? Atesora los recuerdos agradables y construye otros nuevos con personas que sí quieren remar contigo. Aceptar el cambio y adaptarte no significa renunciar a quién eres o resignarte, sino expandir tu mapa personal del mundo.

Alienta tu curiosidad. No pierdas cualquier oportunidad de expandir esta habilidad tan humana. Mantén tu mente abierta y procura aprender algo nuevo cada día: un hecho curioso, una palabra en otro idioma o una habilidad nueva… Es una práctica muy eficaz para flexibilizarte y hacerte más adaptable al cambio. Es algo que enriquece tu vida y te da historias interesantes que compartir.

Imagina ahora un día complicado: te levantas tarde, la leche se derrama en el microondas y tienes en la cabeza una lista de tareas pendientes que parece interminable. Pero entonces, vas y aplicas tu resiliencia emocional. Llamas a un amigo para desahogarte (tu equipo de remo), te tomas cinco minutos para respirar y reorganizarte (tu kit de primeros auxilios emocional), reajustas tu agenda con flexibilidad (fluyes como el agua), y al final del día, te permites disfrutar de un pequeño placer y te vas al concierto del bar de tu amiga (cuidándote siempre). Tal vez incluso te inscribes en ese curso online que habías estado posponiendo, para dar rienda suelta a tu curiosidad. Ya no fue un día tan complicado.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios