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Política pop

  • Entre los líderes políticos actuales, el poder de la imagen se impone en sus estrategias, y, de una manera especial la noción de espectáculo, de acercarse a lo que creen es el lenguaje de la calle

Imagen de los reporteros en la Casa Blanca en la última comparecencia de Donald Trump.

Imagen de los reporteros en la Casa Blanca en la última comparecencia de Donald Trump. / EFE

El poder de la imagen y la importancia personalización en la política ha cambiado la comunicación. En los partidos políticos ya nada es igual. Se ha sacrificado el valor de las ideologías y la importancia de los militantes para favorecer el reconocimiento público de sus líderes. Es lo que algunos autores llaman política pop, que significa el tratamiento de espectáculo que los medios de comunicación, sobre todo la tele, conceden a cualquier aspecto de la política. En la carrera por atraer la atención del elector, la política recurre a todo tipo de estrategias que reportan visibilidad e identificación con la audiencia.

¿Por qué Donald Trump acapara horas y horas de televisión a pesar de haber declarado la guerra a los medios de comunicación y llamar a los periodistas “los seres humanos más deshonestos de la tierra” o “enemigos del pueblo”? El todavía presidente de los Estados Unidos es puro espectáculo, y en la actual tendencia a la farandulización de la política, Trump representa audiencia, y audiencia significa ingresos publicitarios. Esa relación de amor-odio en la que ambos se necesitan está resultando muy lucrativa para las dos partes.

Aunque todo en este excéntrico personaje resulta extremo, lo cierto es que los sistemas políticos actuales están favoreciendo la personalización de la política. A este predominio del líder sobre el partido también están contribuyendo, según la profesora Salomé Berrocal, la vanidad de los gobernantes, la curiosidad de los ciudadanos y la capacidad de los medios audiovisuales para acercar a nuestros hogares a aquellos que detentan el poder. También lo conocemos como teledemocracia, es decir, una nueva forma de ver la política que no puede distanciarse de este medio de comunicación. Programas como Liarla Pardo, La Sexta Noche, Al rojo vivo o el recién estrenado en la televisión pública Las cosas claras son exponentes de divulgación de la política y, a su vez, de su trivialización y simplificación.

Captura de la imagen de Pedro Sánchez en Sálvame. Captura de la imagen de Pedro Sánchez en Sálvame.

Captura de la imagen de Pedro Sánchez en Sálvame. / M. G.

Esperanza Aguirre bailando un chotis en plena campaña electoral en El Hormiguero, políticos en casa de Bertín Osborne o intervenciones en programas del corazón como la llamada que realizó Pedro Sánchez a Sálvame para terciar en la polémica del Toro de la Vega son manifestaciones del llamado politainment (anglicismo formado por las palabra politics (política) y entertainment entretenimiento).

Este mismo concepto ha sido bautizado como política pop por Gianpietro Mazzoleni, profesor titular de la Universidad de Milán. Tiene que ver con una tendencia de la comunicación política que consiste en dar tratamiento de espectáculo a hechos y manifestaciones de la política, como discursos, actos, apariciones y cualquier otra actividad propia de este ámbito. Es decir, acontecimientos, personajes y palabras de la política que tradicionalmente quedaban muy distante de la vida cotidiana de la gente, gracias a los medios de comunicación se convierten en realidades familiares que suscitan curiosidad y diversión en la misma medida que otros personajes del mundo del espectáculo.

Matrimonio de conveniencia

Según el profesor, la política pop nace cuando la televisión descubre que la política puede crear nuevas audiencias y los políticos se dan cuenta de que, a través de este medio, pueden llegar a un mayor número de personas si pagan el precio de adaptarse a la lógica de los programas. “La política y la cultura popular, la información y el entretenimiento, lo cómico y lo serio, lo real y lo surrealista se unen en una nueva mezcla expresiva”, en palabras de Mazzoleni, creándose una especie de matrimonio entre la política y la televisión.

La política pop tiene sus detractores y sus defensores. Para muchos es una peligrosa desviación de la alta tarea de formar a una opinión pública perspicaz, mientras que otros académicos autorizados consideran que el infoentretenimiento ofrece información mínima pero suficiente. Por su parte, el profesor considera que, más que banalización de la actividad política, estaríamos hablando de la “adaptación del lenguaje político al lenguaje mediático”. “En la política pop -remarca- la política se iguala al nivel de la gente, se traslada al lenguaje que la gente entiende”, y nos recuerda que muchas personas se han acercado a la política a través del espectáculo y a los talk show, donde han encontrado discusiones a las que antes no tenían acceso.

Pedro Sánchez con Jordi Évole. Pedro Sánchez con Jordi Évole.

Pedro Sánchez con Jordi Évole. / M. G.

De una u otra manera, la política pop siempre ha estado, nos recuerda Mazzoleni, porque en tiempos de los romanos y los griegos existía la comedia y la tragedia que trataban de política, lo cual era una forma pop de hablar de problemas políticos, de la democracia y de aportes de los ciudadanos. “La dimensión teatral de la política es pop. A la política le gusta mucho “hacer teatro”, eso estará siempre”, remarca.

Si con los griegos era el teatro, en la versión online de la política pop, el meme es el rey. La ironía y la burla viajan por las redes en forma de vídeos, caricaturas y cualquier otro formato capaz de viralizar pequeñas historias políticas visuales.

Puro teatro

La teatralización de la política implica el diseño de unos líderes a la medida del espectáculo y de las televisiones. Son líderes muy bragados en la telegenia y en técnicas de marketing para adaptarse a unos ritmos mediáticos que, necesariamente, imponen la trivialización del discurso.

Esperanza Aguirre en un acto electoral. Esperanza Aguirre en un acto electoral.

Esperanza Aguirre en un acto electoral. / M. G.

Emplean buena parte de su tiempo en estas lides. Según Adriana Amado, autora del libro Política pop, de líderes populistas a telepresidentes, los políticos “dedicaron más tiempo a comunicar que a gestionar y a invertir más dinero en los medios de comunicación que en las escuelas”. Esto supone una inyección en la industria de la comunicación (consultores, agencias de publicidad, productoras audiovisuales y medios de comunicación) quienes, en palabras de Amado, “suspiran aliviados por la inyección financiera”.

“No hay en Latinoamérica artista o empresa que maneje un presupuesto tan alto como el que insume la comunicación del líder pop ni que disponga de la cantidad de medios para divulgarlo”, afirma Adriana Amado. Y no le falta lógica a esta afirmación porque, según el escritor e investigador francés Christian Salmon, la comunicación de los políticos es una performance y ellos unos verdaderos ídolos pop: “el estate craft (arte de gobernar) se transforma en stage craft (arte de la puesta en escena)”.https://charotoscano.com/

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