Poesía visual de la fotografía callejera

Franky nació hace 31 años en el barrio sevillano de Triana "por accidente", pero pintó su infancia con los vivos colores de la Huelva marinera que su padre captaba tras el objetivo de su cámara fotográfica y los destellos cobrizos de los antiguos carretes.

Así se fue fraguando su amor por la fotografía, una afición que le hace ir "siempre con mi cámara a cuestas" y captar cada detalle cotidiano de la capital. Adora, dice, cazar con su objetivo las escenas que deja la madrugada onubense, "desde parejas que se pelean o se dejan llevar por la pasión" a la imagen de un durmiente mendigo o de alguien que reflexionan en cualquier rincón de una ciudad viva en la oscuridad de la noche.

Esta "devoción" por la fotografía le ha llevado a exponer actualmente en el bar 1900 una serie de instantáneas donde se recaban "todos estos instantes callejeros encubiertos en cuentos de hadas", con una evolución de la obra que desemboca en una última imagen con moraleja: "No se hicieron las peceras para los elefantes". Franky asegura que esta forma de vida, de arte, supone para él una "vía de escape" a través de la que dejar volar la imaginación en la huida de un mundo "de crisis, pobreza, atentado y miserias que muestra la televisión". La exposición permanecerá en la sala 1900 hasta el 19 de mayo.

La música es otro de los pilares que sustenta su vida. Además de trabajar en Ramblados, una tienda en la que vende instrumentos musicales, el artista ha formado parte de varios grupos musicales como Ángeles caídos o Dobles intenciones, compone música original para la productora de televisión VTH y domina con maestría la guitarra, "aunque cuando compongo un tema lo grabo solo y también toco la batería, los teclados, el bajo...". Ahora ha iniciado un nuevo proyecto musical como Pulpo Ruiz, "muy íntimo y sin intenciones de vender, sino de mostrar al mundo las cosas que siento", con temas propios basados en la fusión de estilos.