Huelva

Perera vence, Roca convence

Perera vence, Roca convence

Arrancar esta crónica con el aplastante triunfo de Perera sería lo obvio. Continuarla con el indulto de un bravo toro de Torrealta, lo siguiente. Mas a riesgo de parecer impertinente ante lo obvio permitan ustedes que le rinda homenaje por delante a quien sin vencer en la tarde convenció desde la máxima dignidad torera arrancando dos orejas de mucha ley. No al toro, no. Roca Rey se las cortó a la tarde. A una tarde que se había ido prácticamente para chiqueros detrás de Sereno y de un apabullante Perera que otra vez se erige en el más legitimo triunfador de estas Colombinas que hoy acaban y así debe contarlo esta crónica que esperaba una tarde con tres gallos sobre el albero y a la altura del segundo prácticamente estaba ya el gallinero sin gallinas.

Perera había consumado un rotundo golpe de timón a la tarde ofreciendo una soberana lección de mando y toreo sobre el mejor toro de un variado encierro de Torrealta. Un toro bravo sin paliativos de ningún tipo. Un animal honrando en cada embestida el anhelo de sus ganaderos, allá en tierras gaditanas a las que ahora vuelve en buena lid porque en una tarde de toros en Huelva sembró de bravura una feria coqueta y amable.

Perera brutalmente importante. No es nada nuevo en la temporada del extremeño. Tampoco lo es una faena sin fisuras, valor y técnica unidas entre el clamor de un capote arrollador y cargado de argumentos brillantes, entre ellos el de al suavidad con la que Perera fue hilvanando una lidia en los primeros compases de ese segundo acto del festejo.

Venida arriba la plaza Ambel, Curro Javier e incluso Barbero le pusieron calibre de acontecimiento grande a un segundo tercio de apasionante torería. El primero, con un capote primoroso marcando la estela de una embestida a mas y mejor. Los otros dos, poniendo en sitio de honor a dos hombres de plata capaces de asomarse sin miedo al balcón de esa bravura en tropel del Torrealta.

Un engranaje perfecto en el que sustentar el capítulo apasionante que a continuación iban a bordar sobre el albero Perera y Sereno. Un toro que le admitió al torero ese mando absoluto y soberbio de una muleta arrastrando despacio con el estaquillador a pocos centímetros del albero. Una faena de esas que crujen a los toros, que les sacan todo el aire a una embestida en la que muchos claudican. Por los dos pitones llegó un toreo que aúna esos tres sagrados argumentos del poderío de un torero: parar, mandar y templar. Perera le montó un lío al toro. No sólo emocional. Un lío físico en ese cerco que al final de la faena, limpia la muleta de la ayuda, el torrealta trazó hasta cinco auténticos ochos sobre el eje de la cintura del torero.

Perera había pulido aún más aquel sitio con el que un sanluqueño llamado Ojeda había sacudido la ortodoxia del toreo y la plaza se le entregó con esa pasión tan singular que el público de toros guarda para sus héroes. Y para los buenos toreros porque fundamentalmente Miguel Ángel Perera sostuvo ayer su potestad torera desde una faena que no solo es valor sino perfección técnica y dominio. Gloria para los vencedores.

Gloria también para quien no se rinde. Para quien le pelea a una tarde reservona en aplausos una Puerta Grande llena de grandeza torera.

Grandeza que se alarga desde ese brindis del peruano a otros grande de esta feria como es Miranda. ¿Qué se dirían esos dos chiquillos toreros desde ese albero que les unió en los comienzos de sus primeras ilusiones toreras frente al toro?.

De torero a torero. A carta cabal ese brindis. A honradez torera esa lucha no resignada ante el triunfo del compañero.

Roca Rey sabía que la tarde olía a Perera y que ese sexto toro a punto de cumplir los seis años, era la oportunidad de no claudicar y arriesgar desde una faena de mucho poso torero. Honrada y seria con la que después de jugarse el tipo en unas ajustadas bernardinas, el peruano volvió a ponerle alma al festejo y al tendido y a una faena que le honra como figura.

De su primera, una labor entre el ¡uy! y el ¡ay! apenas quedan unos sabrosos pasajes en forma de estatuarios ante un toro que vino a menos.

Llena de facilidad torera Juli engarzó la clase que también llevaba dentro el Torrealta que abrió plaza. Faena capotera llena de mucha dulzura y temple a un toro que metió con clase la cara abajo cuando el madrileño le exigió de verdad por ambos pitones y que tuvo su colofón cuando el torero se aseguró de que esa serie de redondos invertidos en los que el tendido crujió de verdad era lo que necesitaba su faena para fraguarse definitivamente ante un toro con picante y con una movilidad que transmitía poder en cada embestida esas tres soberbias series por ambos pitones con los que Juli se mostró poderoso, encaminando un triunfo que se quedó en el limbo al no acertar con los aceros.

Su segundo, tampoco le deparó más posibilidades que las de estar tesonero en buscarle las vueltas a un toro resentido de los cuartos traseros durante un buen tramo de su lidia. Sorteo esquivo en fortuna para el de Velilla, que vio desde las tablas como sus compañeros de terna se iban a hombros de los capitalistas.

Tampoco Perera, con un toro rajado y sin argumentos de combate, añadió más honra a su gloria torera de ayer.

Ese toro bonito que ha nació pa semental....Bueno pues eso que hoy seguramente el indulto será objeto de debate. Puristas, derrotistas y defensores hoyarán su comentario por encima de mesas y mostradores. Mas lo cierto será que Sereno, un toro jabonero marcado con el número 9 en el costillar y el guarismo 4 marcado en su paletilla, ya debe andar por esos campos gaditanos de Medina en los que siendo becerro quizás un día soñó con ser bravo ante un bravo torero. ¡Sueño cumplido!

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