Pareja sentimental, padres sanguinarios

Tres sanguinarios pistoleros, apoyados por un cómplice, encogieron el corazón de España al secuestrar y fulminar a Miguel Ángel Blanco. Francisco Javier García Gaztelu, Txapote, Irantzu Gallastegi, Amaia, y José Luis Geresta, Oker, fueron los autores de la muerte, mientras que Ibon Muñoa, ex concejal de Herri Batasuna, fue la pieza clave de la trama, ya que trabajaba a 150 metros de la víctima y dio toda la información a los asesinos para facilitar el secuestro del edil popular, e incluso los alojó en su casa y les prestó un coche para el rapto.

Txapote descerrajó los dos tiros a Blanco. Su currículum criminal lo eleva a héroe en el imaginario etarra (Fernando Buesa, Fernando Múgica, José Luis López de Lacalle, Manuel Zamarreño) y en paradigma de la doctrina de socializar el sufrimiento.

Fue apresado el 22 de febrero de 2001 en Anglet (Francia) y condenado a más de 450 años de cárcel, pena que cumple en la prisión de Huelva, de donde salió, para indignación de las asociaciones de víctimas, apoyadas por la Fiscalía, merced a un permiso carcelario el pasado 26 de mayo para visitar en Basauri a su padre enfermo. Estará preso al menos hasta 2044.

Amaia, arrestada en marzo de 1999 en París junto al jefe de ETA Kantauri, es su pareja sentimental y sanguinaria. Son padres de dos hijos que concibieron en prisión. Ella también se encuentra en la cárcel de Huelva, aunque no se ven, y su pena concluye en el año 2040.

Oker se suicidó reventándose la sien con un tiro en marzo de 1999 en un descampado de Rentería tras sufrir, según los forenses, "delirio persecutorio" tras caer el comando Donosti.

Muñoa, soplón y colaborador activo de la banda terrorista, fue detenido en marzo de 2000. La Audiencia Nacional lo condenó a 33 años de prisión. Está interno en la cárcel de Córdoba, que abandonará en 2020.