La Palmera y Las Tres Calles
Dos espacios íntimos que se perdieron en la ciudad para dar paso a un amplio entramado de calles, como respuesta a la nueva entrada de Huelva desde la avenida de Andalucía
El gran cambio urbanístico proyectado desde la avenida de Andalucía al centro de Huelva, como la nueva penetración hacia la ciudad tuvo su punto de arranque en la zona de Las Tres Calles y La Palmera. Hoy la transformación es muy evidente.
La Plaza de la Palmera, la llamada en tiempo del Bacalao, por la forma que tenía, perdió toda su intimidad con la eliminación del hermoso edificio de La Alhambra, que dividía en dos el acceso al centro, por un lado, desde Mecánico Pablo Rada y calle Nueva y, del otro, por la Plaza de Quintero Baéz, que es el nombre oficial de la plaza dedicada a este alcalde, en 1926, por ser la persona que completó el abastecimiento de aguas, como reza en la placa rescatada y que hoy aún se puede ver en uno de los nuevos edificios.
Constituían dos entornos importantes. El de Las Tres Calles, aunque eran cuatro, se enmarcaba por la preeminencia del edificio de La Alhambra, donde Victoriano Ruigómez Ortiz tenía su tienda de ultramarinos y vivienda en el primer piso. En estos bajos estuvo más tarde la que podemos considerar como primera galería de arte onubense del recordado pintor Enrique Montenegro. Luego pasó por aquí la farmacia, que también estuvo en la acera que iba hacia la plaza, donde se encontraba el cine de verano y la freiduría de patatas. Por la pequeña calle de la derecha, en un tramo corto desde esta esquina y hasta la de la cuesta de la Esperanza, se rotulaba de Pablo Rada que fue quien mejor quedó parado con el cambio de esta zona, al dar nombre a la nueva artería que se abre. La transformación se llevó por delante muchos lugares tradicionales, como el bar Pechuguita cuyo espacio hoy ha pasado a ser ocupado por el Burger King.
En el nuevo entramado urbanístico sí se mantienen otros establecimiento tradicionales como son el bar la Copa o el quiosco de la familia Rufi, que se encuentra ahora en el centro de la plaza junto a la palmera.
El nuevo entorno no ha quedado muy acertado, es un lío a modo de archipiélago de islas peatonales; en este periódico Alfonso González la denominó la Plaza de sal si puedes. Soporta un tráfico intenso, todo el que se desvía de las calles peatonales y ha perdido el encanto de su intimidad, aunque continúa siendo punto neurálgico para la chavalería más joven.
Un gran espacio para la entrada a una nueva ciudad pero con un diseño cambiante que no llega a encontrar la fórmula que necesita. Numerosas modificaciones, hasta los más recientes como es la desaparición del mosaico de Pepe Hernández. Lo que ocurre es que aquí por sentirse innovador se levantó hasta un edificio con fachada redonda, alicatado, y que en noviembre de 1985 recibió el Premio Pérez Carasa como Edificio del año, en su día se dijo por la perfecta integración con el entorno??? Galardones como este llevaron al premio a su extinción. Hoy, del antiguo entorno, sólo queda una casa de dos plantas emparedada por edificios de altura, se perdió también la vivienda donde se recordaba al pedagogo Manuel Siurot. Persiste con más de un siglo la tradicional palmera a pesar de la amenaza del picudo rojo, perdió la hermosa enredadera que le cubría tras un incendio hace unas dos décadas, ahora sólo una incipiente buganvilla le rodea. A pesar de los cambios, La Palmera continúa siendo cruce de caminos y trasiego de la gente de Huelva.
l EN EL RECUERDO. La Plaza del Bacalao, de la Palmera y de manera oficial del alcalde Quintero Baéz, perdió su intimidad para ser cruzada de lleno hacia la nueva avenida de acceso a la ciudad y la cuesta de la Vía Paisajista -hoy de Jesús de las Tres Caídas-. El edificio de La Alhambra, donde Victoriano Ruigómez Ortiz tenía su tienda de ultramarinos, era la elegante fachada de las Tres Calles. Un tiempo en el que se podía andar por medio de la calle.
l DOMINADA POR EL TRÁFICO. El nuevo entramado dejó sólo el recuerdo de la plaza de la Palmera, devorando a las Tres Calles. Hoy es un lugar con varios espacios inconexos, falto de intimidad, aunque no ha perdido el ser un punto referente de la ciudad. Al menos, la palmera marca un espacio, habrá que estar atento al picudo rojo que está acabando con cientos de las palmeras de la ciudad.
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