Pagar 'roaming' sin cruzar la frontera

consumo A los que se niegan a abonar el importe exigido, las compañías de telecomunicaciones los incluyen en el listado de morosos

Varios onubenses de municipios cercanos a Portugal denuncian ante Facua la aplicación de tarifas desorbitadas por el uso de Internet inalámbrico · A Manuel Sares llegaron a cobrarle 2.380 euros sin moverse de Isla Cristina

Un usuario, accediendo a Internet desde un módem inalámbrico USB.
Un usuario, accediendo a Internet desde un módem inalámbrico USB.

Cuando un usuario de redes inalámbricas (ya sea de móvil o de Internet) viaja fuera de la zona geográfica en la que ha contratado el servicio, las operadoras de telecomunicaciones le activan el roaming, es decir, la capacidad de cambiar de un área de cobertura a otra sin interrupción o pérdida en conectividad. Pero, claro está, ello conlleva la aplicación de tarifas prohibitivas que las compañías activan por defecto en las líneas de sus clientes.

Facua-Consumidores en Acción ha detectado un incremento notable en las reclamaciones por roaming en municipios cercanos a Portugal, Marruecos, Gibraltar, Andorra y Francia. Entre las víctimas de estas "irregularidades" se hallan varios onubenses que, sin cruzar la frontera, se han visto afectados por la intromisión en el servicio de operadoras portuguesas mientras utilizaban Internet inalámbrico en sus ordenadores o teléfonos móviles.

Uno de los casos más gráficos del atropello del roaming es el del isleño Manuel Sares. Este jubilado de 67 años vive en una finca que se encuentra a sólo cuatro kilómetros de Isla Cristina, pero en el término municipal de Ayamonte, un apacible retiro en el que convive con su esposa. Para estar conectado al mundo, decidió contratar a Telefónica en febrero de 2009 una tarifa plana de 30 euros mensuales que le permitiera acceder a la Red desde su ordenador de mesa. Sin embargo, la primera factura que recibió ascendía a 160 euros.

Sares pidió explicaciones al establecimiento que le había gestionado el contrato "y se comprometieron a subsanar" el entuerto. Un mes más tarde y sin que le hubiese sido devuelto el importe, tuvo que hacer frente a otro recibo inflado, esta vez de unos 140 euros. "Me harté de llamar a la compañía hasta que tres meses más tarde me devolvieron el dinero". Fue un espejismo. Lo peor estaba por llegar.

El 24 de noviembre de 2009, Telefónica (ahora Movistar) le cortó el servicio "por precaución". Cuando Manuel contactó con la empresa, le fue comunicado que la factura ascendía a 2.380 euros. "Me lo cargaron en la cuenta y yo no sabía qué hacer, porque reclamaba pero ellos me decían que yo debía haber salido de viaje; ¡pero si no me moví de mi casa y mi ordenador ni siquiera es portátil!", recordó apesadumbrado. Consumo llegó a intervenir en el asunto, pero persistía el problema. Hasta que Sares leyó en la prensa que un rayo había inhabilitado la antena de distribución de Internet ubicada en el cercano municipio de Villablanca, lo que había motivado que otros tantos onubenses se vieran afectados por el roaming sin su consentimiento.

Finalmente, tras la intervención de Facua, la operadora pidió disculpas, le devolvió el dinero y le rebajó la tarifa a 19 euros mensuales, relató el isleño. No obstante, Manuel y su esposa llegaron a pasar apuros económicos, puesto que "vivimos con mi pensión y ayudamos a nuestros dos hijos que están en paro con lo que podemos".

Otro de los casos que ha podido conocer este rotativo es el de María Juana Ligero, residente en la capital. Esta onubense contrató con Vodafone un router inalámbrico que conectaba al puerto USB de su ordenador portátil sólo durante el sábado y el domingo, ya que suele pasar el fin de semana en la localidad serrana de Rosal de la Frontera: "Solía pagar unos 3 euros por día", una tarifa razonable que, para más inri, le fue mejorada a mediados de julio de 2010, cuando "me acogí a una promoción en la que podía utilizarlo de forma totalmente gratuita hasta el 31 de agosto" del pasado año.

La amarga sorpresa llegó en septiembre. "Me puse mala, se me cortó el cuerpo cuando vi la factura de 1.171 euros", indicó. Inmediatamente dio orden a su banco para que la operadora no retirara el efectivo de su cuenta. Vodafone llegó a decirle "que yo había utilizado Internet desde Portugal, y que además había hecho llamadas, de risa, vamos".

Desde entonces la compañía no cesó en su empeño de hacerle llegar misivas, e incluso incluyó su nombre en el listado de morosos. Fue una pesadilla que se prolongó durante meses y en la que "me negué a pagar porque no era justo, yo no había hecho nada". Tras acudir a Facua, "no tuve que pagar nada y me lo solucionaron todo en un mes".

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