Huelva

Optimismo inteligente para ser feliz a pesar de todo

  • La salud emocional es un pilar de la felicidad, así que atenderla y gestionar las expectativas son los primeros pasos para ejercitar el optimismo inteligente que nos hace más felices

Optimismo inteligente para ser feliz a pesar de todo

La ilusión no nos hace ilusos o ilusas, y el optimismo no es ignorar la realidad. Con estas dos premisas de partida, me propongo compartir aquí y ahora algunas tareas prácticas con las que hacer lo posible para ser feliz a pesar de todo. Eso, o por lo menos conseguir lograr ser menos vulnerable a lo que nos pasa.

Suena bien, ¿no? Es conseguir que no le afecten tanto ni las cosas que suceden ni las personas con las que se relaciona; mantener una visión positiva de la vida; beneficiarse de la energía que le da su propio bienestar emocional... Ser, en menos palabras, una persona optimista, inteligentemente optimista.

Y es que yo creo que el optimismo es un gran incomprendido en nuestra sociedad. Quizás porque tenemos demasiadas noticias y acontecimientos que nos invitan a pensar en negativo, a activar nuestros naturales mecanismos de defensa, y a frustrarnos. Por eso solemos asimilar el optimismo a una actitud propia de personas que no quieren o no son capaces de ver la fea realidad. Pero no es así.

Razones para ser optimistas

El optimismo es propio de personas con una sólida inteligencia emocional. Caracteriza a la gente que tiene un alto grado de autoconocimiento. Es gente proactiva, que actúa por lo que quiere, y que, aunque es consciente de que no puede influir siempre en el devenir de los acontecimientos, sí sabe decidir la actitud con la que quiere vivirlos. Personas que se ponen con más facilidad en la piel de otras personas, que son capaces de percibir y entender las emociones ajenas y las propias, y que saben comunicarse claramente y desde el respeto.

Por eso, una persona emocionalmente inteligente y optimista, suele confiar más en sus propias capacidades, y así acepta y afronta los retos con ganas; es más flexible, y más capaz de ver las oportunidades aún en las situaciones más desfavorables; y por si fuera poco, gestiona mejor las expectativas, con altas dosis de realidad y adecuados niveles de exigencia.

¿Quién no quiere todo esto en su vida? El quid de la cuestión es llevarlo a nuestras conductas, y a nuestro día a día.

El optimismo debe ser entendido como una filosofía de vida. El optimismo debe ser entendido como una filosofía de vida.

El optimismo debe ser entendido como una filosofía de vida.

Entrenar el optimismo como filosofía de vida

Como casi todo en la vida, el optimismo también hay que proponérselo, y cultivarlo. Sobre todo, si ya tiene muy arraigado en su carácter todo lo contrario.

¿Es usted de esas personas que no puede evitar ver venir lo malo? ¿Se preocupa demasiado por desenlaces que luego no pasan? ¿Las primeras impresiones de otras personas le condicionan ya siempre? ¿Le gusta mantener todas sus rutinas, a toda costa? ¿Le incomodan y evita todo lo posible los cambios? ¿Piensa que le critican cuando no está usted delante? ¿Le resulta muy complicado olvidar o ignorar una afrenta? Porque si ha pensado que sí en alguna o algunas de estas preguntas, le sugiero que practique las siguientes conductas.

Ejercite su autoconocimiento. Cuanto mejor se conozca, más sólida será su inteligencia emocional, y mejor podrá graduar sus expectativas para afrontar los retos que le llegan. Puede participar en talleres de crecimiento personal, o leer libros de esta temática, o incluso estudiar psicología… Y también puede coger papel y boli y auto trabajarse. Sin miedo, sin prejuicios.

Por ejemplo, dedíquese tiempo y escriba en un cuaderno tres listas. Una con al menos veinte habilidades o cosas que se le dan bien. Otra con veinte cualidades o rasgos de su personalidad por los que siente una profunda satisfacción. Y otra con veinte razones por las que le gusta su vida. ¿Que no tiene tantas? Venga ya. Pregunte a sus amistades, a su familia, o a gente que acaba de conocer, y rellene o contraste esas listas.

Después, continúe con lo que no se le da bien, con lo que no le gusta tanto de su persona y con las razones por las que su vida es más complicada. Pero en esta ronda, con diez ítems en cada lista será suficiente. En las primeras listas encontrará sus recursos, sus armas para combatir los retos que proyecta en las últimas. ¿Lo ve?

Hay que saber encarar la vida con optimismo. Hay que saber encarar la vida con optimismo.

Hay que saber encarar la vida con optimismo.

Márquese nuevas metas, pequeñas o grandes, constantemente. En la segunda tanda de listas que ha hecho quizás pueda inspirarse. Y cuídese poniéndoselo fácil. No siempre es necesario empezar por lo más complicado, lo más importante o lo que más le afecta. Tampoco intente perseguir demasiadas cosas a la vez, que eso no se lo pone fácil. Sea como sea, mantenga su atención y su ilusión hacia nuevos objetivos que le motiven. Conseguir sus pequeñas o grandes metas retroalimentará su energía vital.

Abra espacios para los pequeños placeres. No se olvide de que la vida se compone de momentos y de detalles. Así que, al menos una vez a la semana, programe en su ajetreada – o no- agenda: un café con esas personas especiales, un masaje, un evento divertido, un paseo por su sitio favorito, una sesión de cine o lo que más le guste. Decida qué y prográmelo. Y cumpla lo que planea, no falte a la cita con usted.

Busque motivos para dar las gracias. Al menos tres cada día. Céntrese en lo que tiene y no tanto en lo que le falta. Practique la costumbre de ser una persona agradecida para enfocarse más fácilmente en las cosas y personas positivas que le rodean.

Y si además de ejercitar estas cuatro conductas, evita usted las comparaciones y los juicios, será mucho más fácil que el optimismo le brote de forma natural. Y recuerde que pase lo que pase, sea positivo o negativo, una cosa es segura: siempre podrá aprender y, si no consigue lo que quiere, volver a intentarlo. Eso es optimismo inteligente o realismo optimista, que tanto monta.

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