El ‘Nuevo Higueral’ ya no es lo que era, ahora es mucho más. Huelva también está presente en la periferia, y Fuentepiña es un claro ejemplo de la vida en las afueras de la ciudad. Un barrio que ha crecido de forma exponencial gracias al carácter de una vecindad donde algunos todavía recuerdan su aspecto hace más de setenta años.
Ya son pocos los que pueden describir la antigua barriada de apenas tres calles que colindaba con huertos, higueras y eucaliptos. Varias fincas de labor como el conocido por el ‘Huerto del Peón' llegaban hasta la Universidad, el parque Antonio Machado y la zona de Vicente Mortes. Los vecinos tenían que ir a por agua diariamente cerca del actual supermercado de la calle Cabezas Rubias y para llegar al centro de la ciudad, había que coger el autobús en la cárcel antigua, atravesando un eucaliptal, donde si llovía era mejor llevar botas de agua. Los soldados se podían ver diariamente por las calles del Higueral, ya que el Cuartel de la Infantería Granada 34 se situaba en el actual Campus del Carmen. El Garbanzuelo era el colegio de los más pequeños y la venta de La Florida, situada en el parque de la Luz, la parada de muchos que se dejaban caer por allí como lugar de paso.
La necesidad de creación de viviendas con la industrialización de la ciudad, hizo que el lugar haya ido cambiando y reestructurándose. Se ha poblado poco a poco y sus calles más antiguas, Cabezas Rubias y Sanlúcar de Guadiana, se han ampliado hasta acabar con los terrenos de cultivo situados en el antiguo Higueral.

Plazoleta del Colegio Tres de Agosto.
A partir de los años sesenta, el crecimiento la ciudad hacia la periferia hizo que poco a poco, la población incentivada por la industria fuese configurando el Nuevo barrio. Los mineros de Río Tinto Patiño llegaron al barrio, además de los trabajadores de la conocida cooperativa Fuentepiña, a los que se les construyeron una serie de edificios para poder residir. Si se anda por las calles de la barriada, se puede ver el edificio construido para los trabajadores de Celulosa al lado de la parada de taxi, o la Plaza Minera, en la calle Federico García Lorca. Además, el Nuevo Higueral también tiene sitio para los habitantes del antiguo Brasil chico, que se asentaron en los edificios de la calle Sanlúcar de Guadiana presidida el azulejo de su Virgen de la Esperanza.
Un barrio formado por vecinos obreros que han luchado por hacer crecer y prosperar la economía local y donde todavía se pueden ver negocios que han perdurado en el tiempo, como el conocido Bar Fernando, en el parque de la Luz o la mítica zapatería Patiño, un lugar donde no se ha perdido la esencia del barrio de toda la vida.
Su crecimiento exponencial lo ha llevado a convertirse en un barrio de referencia cuyas calles se han llenado de universitarios que hacen allí su día día y apoyan al comercio. Un barrio con todas las letras, donde el Parque de la Luz se abarrota cada tarde de niños y familias que disfrutan de la zona peatonalizada y donde la restauración se ha convertido en un atractivo. Un lugar que no para de crecer y recoge a la conocida Heladería PortoBello o la característica taberna Duermevela.

Calles del barrio Fuentepiña.
Asimismo, cuenta con el colegio Tres de Agosto con más de 50 años de historia y con nuevas hermandades en un intento por darse a conocer en el Viernes de Dolores. Allí también nacieron referentes como el padre Francisco Girón o activistas como María Mejías y donde día a día salen jóvenes en busca de oportunidades. Un barrio donde el decir buenos días a los más mayores todavía es una costumbre.
El Nuevo Higueral es, sin duda, un lugar que promete. Se pueden ver tanto vecinos del barrio de toda la vida, como nuevas generaciones que llegan a cursar sus estudios universitarios. Los arroyos y las fincas se han sustituido por zonas verdes y edificios, que quedan muy lejos de las antiguas casas de planta baja. Una barriada donde el futuro se augura con prosperidad y grandes avances.
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