Tribuna de opinión

Cuando siempre es Navidad

  • Los peregrinos de Huelva celebraron en el mes de julio la Misa de Navidad que presidió el obispo emérito José Vilaplana

  • Se adoró al Niño Jesús y se visitó la estrella que marca el lugar del nacimiento del Niño Dios

El Niño Jesús en su altar que se adora en Navidad en la ciudad de Belén.

El Niño Jesús en su altar que se adora en Navidad en la ciudad de Belén. / Eduardo Sugrañes

“Hoy en la ciudad de Belén os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor”.

Ese hoy del Salmo es el hoy de todos los tiempos y de todas las razas. Hoy es hoy porque abarca toda la historia de todos los hombres y mujeres. En el Campo de los Pastores resuenan estas palabras con las que monseñor José Vilaplana, obispo emérito de Huelva, invita a la meditación en la misa de campaña.

Pintura de la adoración de los pastores en la capilla del Campo de los Pastores en Belén. Pintura de la adoración de los pastores en la capilla del Campo de los Pastores en Belén.

Pintura de la adoración de los pastores en la capilla del Campo de los Pastores en Belén. / Eduardo Sugrañes

Es un lugar sencillo, con una pequeña y hermosa iglesia que cuidan los franciscanos. Celebramos la misa de Nochebuena; es una sensación espiritual única en esta peregrinación del Obispado de Huelva a Tierra Santa.

En unas gradas sencillas, bajo un tejado de chapa levantado con la humildad franciscana se recuerda el momento trascendental en la historia humana como es el nacimiento de Jesús.

Es Navidad. El Niño Dios se muestra a la adoración, se forma una fila de peregrinos como en la noche santa. A don José se le nota el rostro de felicidad en la alegría compartida con todos los que se acercan a besar los pies de Niño Jesús. Se cantan villancicos. La celebración termina con un encuentro fraternal, con vino de Caná de Galilea y unos dulces; siguen los villancicos bajo el sol.

La hierba está seca, perfecta para la cuna del Niño Jesús de nuestra casa.

Celebración de la Misa de Navidad en el Campo de los Pastores de Belén. Celebración de la Misa de Navidad en el Campo de los Pastores de Belén.

Celebración de la Misa de Navidad en el Campo de los Pastores de Belén. / Eduardo Sugrañes

En Belén siempre es Navidad, un permanente recuerdo al Señor de todos los tiempos.

Es un martes cualquiera de un mes de julio, se superan los 30 grados, quizás sea la misma época del Nacimiento, los textos sagrados dicen que los pastores estaban al raso, no resguardados del frío.

El día 12 llegamos a Belén los peregrinos de Huelva, cerrábamos aquí la visita a los lugares santo; donde se inicia todo, es como una señal de que lo importante está aquí, en el inicio en el que Dios que se hace hombre.

Desde un alto mirador observamos, nada más llegar, a la hora del almuerzo, toda la ciudad. Impacta. Sencillez, sobriedad en sus calles… los niños juegan en las aceras con escopetas de plástico con las que apuntan a los turistas y otros venden recuerdos o refrescos en la gran plaza antesala de la basílica de la Natividad.

Envueltos en esta realidad la vida fluye con normalidad, incluso con alegría; chicas que miran por las ventanas a los europeos, otras que se cruzan con nosotros.

El obispo emérito José Vilaplana muestra a la adoración al Niño Jesús en el Campo de los Pastores, acompañado por el sacerdote Servando Pedrero. El obispo emérito José Vilaplana muestra a la adoración al Niño Jesús en el Campo de los Pastores, acompañado por el sacerdote Servando Pedrero.

El obispo emérito José Vilaplana muestra a la adoración al Niño Jesús en el Campo de los Pastores, acompañado por el sacerdote Servando Pedrero. / Eduardo Sugrañes

Las calles están llenas de luces de la Navidad, las que aquí encendemos en el Black Friday allí están permanentemente porque siempre es Navidad. La alegría inunda la plaza de la basílica, los jóvenes con instrumentos de percusión acercan melodías navideñas.

En el interior una amplia nave de un recinto sagrado que cuidan los cristianos ortodoxos. Un artístico altar dorado con filigranas de maderas, lampadarios de colores que envuelven una especial belleza que se hace pareja a esos sentimientos que el corazón siente nada más se acerca a la entrada a la capilla interior de la Estrella de Belén, donde se marca el nacimiento del Niño Dios.

La Estrella de Belén que marca el lugar donde nació Jesús. La Estrella de Belén que marca el lugar donde nació Jesús.

La Estrella de Belén que marca el lugar donde nació Jesús. / Eduardo Sugrañes

A pesar de tanta gente uno se abstrae en el rezo interior, en la profundidad espiritual. Rezamos también en el altar de los Reyes Magos.

En la iglesia anexa de rito católico hay una gran celebración, continúa siendo Navidad. En el altar los chavales de la peregrinación de EE UU se acercan con trompetas, tambores, todos cantan “Con mi burrito sabanero, voy camino de Belén…”. Buen ambiente de celebración, porque la misa de la Navidad debe ser siempre eso, que desborde la alegría incluso la de cualquier domingo que es también de fiesta pues se celebra al Dios Eucaristía, al Dios Vivo.

La mirada descubre la capillita de la Inmaculada y el Niño Jesús. La Virgen purísima, la sin mancha, muestra al Niño Jesús en urna de cristal. Es una escena bellísima y te emociona más al saber que es la imagen que ofrecen a adorar en la noche santa del Nacimiento de Jesús.

En el claustro exterior a la salida se prepara una boda, flores blancas esperan a los novios.

La vida continúa latiendo en alegría, porque siempre es Navidad.

Los peregrinos celebran el Nacimiento de Jesús en el Campo de los Pastores con vino de Caná de Galilea y pasteles de los lugares santo. Los peregrinos celebran el Nacimiento de Jesús en el Campo de los Pastores con vino de Caná de Galilea y pasteles de los lugares santo.

Los peregrinos celebran el Nacimiento de Jesús en el Campo de los Pastores con vino de Caná de Galilea y pasteles de los lugares santo.

 

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