aniversario | una apuesta por el arte diluida en el tiempo

25 años del Museo al Aire Libre: el maltrato y la desidia lo deja con la mitad de esculturas

  • En 1991 se inauguró junto al candelabro farola de la calle Concepción Una propuesta cultural de embellecimiento de la ciudad en la antesala del V Centenario, que le dio nombre

No es la mejor herencia. De las 62 esculturas con las que se inició el Museo de Esculturas al Aire Libre de Huelva a día de hoy sólo se cuenta con 32. El nacimiento del museo, del que se cumplen ahora 25 años de su inauguración, no fue nada fácil. Bendecido en el preámbulo de los actos del 92, por lo que se le denominó del V Centenario, fue promovido por el Ayuntamiento de Huelva. Su alcalde, el socialista Juan Ceada, reconoció la iniciativa como una señal de dinamismo de la sociedad onubense: "Nos guste todas las obras o no, lo que los ciudadanos debemos valorar es la voluntad de embellecer la ciudad". Aseguraba que Huelva iba a ser "copiada por su idea de sacar la cultura a la calle" y agradeció el apoyo de la Asociación de las Calles del Centro. Lo cierto es que el proyecto estuvo salpicado de la polémica desde el principio, en cuanto a la ubicación de las piezas y a su estilo. Pedro Rodríguez, en aquel momento presidente de los comerciantes, aun cuando no tenía nada que decir de la polémica, calificó de barbaridad el pensar en reemplazar las esculturas ubicadas en las calles peatonales del centro.

 

El museo, alumbrado por el candelabro farola de la calle Concepción donde se inauguró, se presentaba como un gran proyecto que se iría quedando poco a poco sin luz. Con artistas como José Noja, Pablo Serrano, Camín, Berrocal, Amador, Perujo, Bestiro, Garruncho Gabino, Besterrechea, Mélida, Xuxo Vázquez, Arturo Martínez, Francisca Abreu, Arte-2, entre otros.

La idea nace del escultor José Noja, autor del monumento a la provincia de la avenida de Andalucía. A sus 78 años es en la actualidad el que más monumento tiene en la vida pública española, con un total de 70. Noja señaló el día de la inauguración que "todo el mundo se está dando cuenta de que la cultura debe estar en la calle para que de ella pueda disfrutar el pueblo", a la vez que consideraba "un hecho insólito en nuestro país el interés de los comerciantes por fomentar la Cultura".

En el editorial de Huelva Información tras la inauguración, se alertó de lo que no debería ocurrir pero que al final pasó: "Es evidente que si lo que se pretende es animar el centro, dotándolo, en esta ciudad tan escasa en arte, de esas esculturas, las obras deben estar en ese mismo centro y bien visibles. Recluirlas en un jardín o en algún recinto cerrado sería perder parte del efecto buscado".

Lo que se reconocía es que la ubicación en las mismas calles parecía que no era las idóneas por diferentes motivos. El itinerario inicial del Museo de Escultura estaba en la Gran Vía, y el eje Berdigón a esquina de la parroquia de la Concepción, además de las calles Rábida, Rascón, Bocas, San Sebastián y Pablo Rada, junto con las plazas Arqueológica y Quintero Báez.

Al final, las esculturas acabaron reubicándose en un parque.

No resultó sencillo su integración. Una de las escultura sufrió graves destrozos antes de la inauguración. A José Noja no le frustraban su ilusión, porque tenía claro que llevar las esculturas a la calle permitiría con el tiempo una mayor sensibilidad de los onubenses con el arte, en especial de los más jóvenes.

Las esculturas a lo largo de estos años corrieron suerte diversa. Algunas desaparecieron, como la mujer que miraba por la barandilla y se ubicó en el Muelle de las Canoas. La lista de las esculturas perdidas es larga y no digamos de las maltratadas con grafitis que durante tanto tiempo fueron reclamando una limpieza.

De las 54 piezas del catálogo inaugural se pasaron a las 62 que recoge la Asociación de Amigos del Museo de Esculturas 'V Centenario' en 1997. En es entonces cuando en un informe denuncian el mal estado en el que se encontraban un gran número de ellas, además de no saberse de otras muchas dónde se encontraban. Los motivos eran varios, mal estado de las mismas o de sus basamentos, además y lo más preocupante es porque habían sido robadas. Elaboran un dossier pormenorizado de todas y cada una de las esculturas al que le sigue unas conclusiones marcando directrices como pauta de trabajo y proyecto de futuro. Diez de aquellas 62 esculturas inventariadas no se encontraban en aquel momento instaladas en el Museo, habían desaparecido.

En el año 2002, el entonces Ayuntamiento popular habla de que va a sacar a final de año a concurso un pliego de condiciones para la reparación de las piezas. El deterioro continúa y se van retirando algunas esculturas. A raíz de una moción del PSOE, en la que se interesa por la conservación de las esculturas, sabemos por respuesta del Ayuntamiento del PP que de las 62 esculturas sólo 46 se conservan, 30 fueron retiradas de las calles y 16 de ellas se encontraban expuestas. Se prometía entonces la reparación de las esculturas dañadas su reubicación, a la vez que se justificaban los cambios por el hecho de que "su colocación había creado un número considerable de barreras arquitectónicas, que supusieron las protestas de colectivos de invidentes y discapacitados".

El nuevo espacio para el Museo de Esculturas llega el 7 de abril de 2006, cuando son instaladas 21 obras en el Parque de Zafra, distribuidas en las arterias principales del parque. Entonces ya bastante mermado en el número de piezas. El Ayuntamiento optaba así por la creación de las denominadas Zonas de Expresión Artísticas. La primera creada en la Plaza de los Estudiantes, frente al instituto La Rábida, con seis esculturas más la que se incorpora del busto de Diego Díaz Hierro, y otra tres en la calle San Sebastián, además de una en la rotonda del Paseo Marítimo y otra en la de la La Orden-Seminario. Durante este tiempo el Museo al Aire Libre solo se incrementó con una escultura donada por Aiqbe, instalada en la Plaza Quintero Báez.

En la actualidad el deterioro de las esculturas continúa. El aspecto es preocupante, de suciedad y pintadas, sin los letreros de títulos y autores y sin iluminación nocturna.

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