'WAR ROOM'

Mitos que ponen en peligro las mejores campañas electorales

  • De las compulsivas y cromáticas campañas electorales de antaño se ha pasado al concepto "campaña permanente" que han propiciado las técnicas de marketing político

Es tiempo de campaña electoral. Resuenan tambores de elecciones en Andalucía. Fijas son las municipales y europeas el próximo 26 de mayo y la sombra de convocatoria de elecciones generales acompañará a Pedro Sánchez durante toda su presidencia.

Las campañas de ahora distan mucho de las de hace unos años, cuando las pegadas de carteles, los pegadizos jingles en megáfonos y los multitudinarios mítines en plazas de toros y polideportivos alegraban pueblos y ciudades y acaparaban la atención durante 15 días.

Hoy todo es distinto, mucho más sutil y refinado. De las compulsivas y cromáticas campañas electorales se ha pasado al concepto "campaña permanente" que han propiciado las técnicas de marketing político. La campaña permanente es un término relativamente reciente en la comunicación política. Fue Patrick Caddel en 1976 el primero en usar este término en un informe para el presidente de Estados Unidos Jimmy Carter. En él afirmaba que "gobernar con aprobación del público requiere una campaña política permanente". En líneas generales, este concepto hace referencia a la desaparición de las líneas divisorias entre los tiempos de campaña y las tareas de gobierno.

Antes de la campaña permanente, algunos hitos han marcado la historia reciente de las campañas electorales en el mundo occidental. En Estados Unidos surge en la década de los 50 el marketing político cuando empiezan a utilizarse técnicas de investigación de mercado y publicitarias para proyectar la imagen de los candidatos y persuadir a los ciudadanos. En 1952, los republicanos contratan los servicios de la agencia de relaciones públicas BBDO para vender a un candidato, Eisenhower, al que se consideraba incompetente e "impresidenciable". Se emitió, por primera vez, publicidad con fines políticos.

En 1960 se produjo el primer debate televisado entre JFK y Nixon, un hecho que cambió la política para siempre. El demócrata John Kennedy fue capaz de ver la importancia de la imagen. Se maquilló y proyectó una imagen fresca y saludable frente a un Nixon convaleciente, sudoroso e incómodo ante las cámaras y que, sin embargo, resultó superior en la radio. Pese a que no existía mucha diferencia en sus posicionamientos políticos ni en la edad (43 frente a 47), a través de su imagen el senador demócrata fue capaz de transmitir con habilidad que representaba a la nueva generación de políticos que estaba demandando el país. Las secuelas de aquel debate llevaron a Nixon a contar, en 1968, con la primera campaña de marketing político profesionalizada de la historia. Una década más tarde, Margaret Thatcher se convierte en un producto político sacado de la investigación de mercados.

Barack Obama rompe todos los moldes e "inventa" un nuevo modelo de hacer campaña electoral que poco a poco estamos incorporando.

La progresiva profesionalización de las campañas políticas ofrece herramientas muy poderosas a los partidos políticos que, no obstante, no pueden prescindir de tres elementos esenciales: un proyecto realista, un candidato sólido y una estrategia que marque los tiempos, defina los mensajes, y concrete las acciones tácticas.

En la actualidad, son muchos los retos a los que tienen que hacer frente los equipos electorales, como el microtargeting y el geomarketing a través del rastro del big data o la posverdad y las fake news (noticias falsas) que alteran el sentido de las campañas.

Las redes sociales constituyen uno de los principales escenarios para la contienda electoral. Los equipos de redes sociales adquieren cada vez mayor peso dentro del organigrama de trabajo electoral porque, si bien las campañas no sólo se ganan con las redes sociales, se pierden sin ellas.

El consultor político Daniel Eskivel asegura que en las campañas electorales existen mitos, entendidos como obstáculos en la compresión de lo que verdaderamente sucede en ese tiempo político. Mitos que son capaces de arruinar la mejor candidatura y que cuestan mucho dinero a los partidos. Señala diez mitos de los que vale la pena desprenderse:

El voto es racional

Frente a una decisión movida por un proceso racional e intelectual, los factores emocionales están en primer plano y juegan un papel decisivo.

La decisión es consciente

Los procesos psicológicos que participan de la decisión de voto no son de carácter consciente.

El candidato conoce al electorado

El 99% de la información ahora procede de la investigación de la opinión pública. El olfato político es una rémora del pasado.

Los amigos son los mejores consejeros

Los amigos no son objetivos y caen fácilmente en la alabanza. Siempre es preferible recurrir a profesionales para el asesoramiento.

El voto se decide en la campaña electoral

En realidad, sólo un sector relativamente pequeño decide en la campaña electoral, de ahí la importancia de implementar la campaña permanente.

Se puede hacer política sin dinero

Falso. Una campaña electoral implica gastos.

La gente es tonta

Tarde o temprano la gente se da cuenta de todo y el cortoplacismo se paga.

El público vive pendiente de los políticos

La gente vive su vida, su trabajo, su familia, sus preocupaciones y sus problemas, por tanto no hay que dar por sabidas las cosas que ya se dijo en el pasado en relación a un asunto.

El político es un gran comunicador

No siempre, por eso se aconseja entrenamiento y profesionalización de la comunicación política.

No hay mejor defensa que un buen ataque

En realidad, no hay mejor defensa que una buena defensa, pero es un movimiento político que es necesario aprender.

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