Mendicutti parodia la situación actual edulcorando la conmoción con humor
El autor gaditano presentó ayer en la XLII Feria del Libro su última novela, 'Furias Divinas' "Conservemos ese punto de locura", recetó
Los violentos disturbios acaecidos en la madrugada del 28 de junio de 1969 en el pub Stonewall de New York, reconocidos como la semilla de la lucha por la igualdad del movimiento de liberación LGBT integrado por homosexuales, bisexuales y transexuales, empapan el fondo de Furias Divinas (Tusquets), en la que su autor, el sanluqueño Eduardo Mendicutti, hace un retrato mordaz de la delicada situación que vive España con una prosa tan ligera de equipaje verbal accesorio como preñada de un humor corrosivo que llega a veces a maquillar la cruda realidad que trasciende a la hilaridad de sus peculiares protagonistas.
Preludiado por el escritor onubense Juan Cobos Wilkins, Mendicutti desnudó ayer su última novela en la XLII Feria del Libro de Huelva, desgranando algunos de los pasajes de la misma, una suerte de Full Monty a la andaluza ambientado en el pueblo imaginario de La Algaida, donde un variopinto grupo de personas en paro y de muy diferentes posiciones ideológicas decide inaugurar un local nocturno, El Garbo, para actuar como transformistas y hallar un nuevo modo de vida.
"La novela puede parecer un disparate pero no es tan disparatado como lo que está pasando en país. Tiene un punto doloroso porque hay gente que lo está pasando mal y yo quería contarlo desde un ángulo y una forma diferente a la actual, a través de esas personas", aseguró su autor reivindicando la otredad, "ya que la historia siempre se cuenta de la misma manera, la acaban contando los vencedores y hay gente que tiene derecho a hacerlo desde su experiencia". "Es un retrato -sintetizó- del momento político actual en el que el humor está en todas partes".
La Furiosa, maquillador a domicilio y comunista convencida; la Tigresa de Manaos, mozo de comedor; La Canelita, maestro de primaria sin plaza, compositor de canciones infantiles e imbuido del espíritu de Podemos; la Marlon-Marlén, exlegionario casado con una mujer y con tres hijos biológicos; además de albañil y pintor de brocha gorda y un jardinero fontanero integran el reparto de esta novela, en la que, dolidos por los efectos de la crisis, urden un plan para sabotear la fiesta de las diademas, impulsada por la clase pudiente local, ajena a las penurias.
"Lo han pasado tan mal que creen que es ofensivo y por eso deciden reventarla aunque es cuando aparecen los desacuerdos", relata el autor, que, en un guiño, se implica en la novela a través de un escritor con el que comparte iniciales -Ernesto Méndez- y otras similitudes y que acapara la primera parte de la novela, en la que recibe la visita de dos de los protagonistas que van a contarle su proyecto.
"Durante la redacción de la obra me atasqué, no me sentía implicado y decidí entonces que hubiera un escritor que formara parte de la historia. Necesitaba esa implicación para sentirme comprometido" admitió el autor de la novela, cuyo núcleo lo integran los soliloquios encadenados de los protagonistas y el desenlace lo ocupa el sabotaje de la fiesta de las diademas un 20 de noviembre, fecha de la muerte de Franco, que no es casual "porque hace falta sanear la situación en que estamos y ahora se habla de la segunda transición".
"La obra se lee con facilidad porque está redactada en tono de humor aunque trata de gente que lo pasa mal. Aunque con respeto, hay muchas bromas y alusiones políticas. Hay para todo el mundo" explicó el escritor sanluqueño, que aprovechó para ensalzar el lenguaje coloquial andaluz de sus protagonistas "porque parece que no sirve para ser comprometido, solidario o combativo y sí sirve".
Mendicutti, evocando los disturbios de Stonewall de la nota final, reivindicó el papel de aquellos activistas de primera fila que fueron relegados por la historia. "Este país ha cambiado mucho en derechos humanos pero hay una deriva preocupante, la de imponer un modelo de respetabilidad en el que parece que no entran algunos. Los que han dado la cara, los que se han llevado las tortas, han sido los mariquitas del pueblo aunque luego haya gente que se haya sumado para avanzar", reivindicó el autor, que como los personales de El Garbo, recetó que "para que las fantasías se materialicen hace falta un punto de locura, ese que te hace salirte de lo habitual".
También te puede interesar
Lo último