en el titán

Medio siglo de un hecho en La Joya

  • La necrópolis orientalizante creó desde el primer momento gran expectación, no siempre correspondida para su difusión l Hay piezas que viajaron hasta el Metropolitan de Nueva York

El jarro de la necrópolis de La Joya, con rasgos zoomorfos de época tartésica, fechado en el siglo VII a.C., expuesto en el Museo de Cádiz, que viajó también a Nueva York.

El jarro de la necrópolis de La Joya, con rasgos zoomorfos de época tartésica, fechado en el siglo VII a.C., expuesto en el Museo de Cádiz, que viajó también a Nueva York. / Virginia Hidalgo

LA necrópolis de La Joya es una de las grandes referencias de la arqueología local que traspasa fronteras. Sus piezas se dieron paseos tan importantes como la visita al Metropolitan de Nueva York hace unos años. Son los dos jarros zoomorfos de bronce de época tartésica fechados en el siglo VII a. C. procedentes de la tumba dieciocho de esta necrópolis. Uno de ellos presenta junto a los rasgos zoomórficos carácter aristocrático: la boca es una cabeza de ciervo y su asa una de caballo.

Los jarros formaron parte, en 2014, de la exposición del Museo Metropolitano de Nueva York De Asiria a Iberia en los albores de la Era Clásica. Una de las más importantes muestras arqueológicas del año en el mundo, que trataba la evolución de las principales civilizaciones del mediterráneo en el I Milenio a. C, visitada por 143.000 personas.

La Joya siempre despertó interés en todas las etapas de investigación que se iniciaron en julio de 1960. Juan Pedro Garrido Roiz fue el que mostró a Tartessos. A él le llevó hasta este lugar el hallazgo ocurrido en 1945 y del que fueron protagonistas unos estudiantes que rescataron y conservaron varias piezas funerarias, que aparecieron por el desmoronamiento del talud del cabezo.

En este tiempo se procedió a distintas intervenciones, una de ellas se llevó acabo hace ahora medio siglo. Parece todo muy lejano en el tiempo, sin embargo lo que ocurrió entonces se reproduce también ahora.Los nuevos hallazgos arqueológicos se anunciaban en la prensa de la época, en el diario Odiel. Había expectación en la ciudad por conocerlos, pero se lamentaba el periódico que a su colaborador gráfico Pedro Rodríguez Rodri, no se le había permitido "tomar unas fotos de los descubrimientos". No era la primera vez que les ocurría esto y, por ello, Odiel aprovecha para denunciar en sus páginas que se "obstaculiza nuestra labor informativa", por lo que "hacemos patente el hecho aquí al tiempo que lo denunciamos a la Delegación Provincial de Información y Turismo a los efectos pertinentes". Algo nuevo se movía en el periodismo de las censuras; no era fácil decir estas cosas y menos publicarlas. El régimen no permitía estas salidas de tono.

La verdad que ese celo por el Patrimonio de quienes lo tienen en sus manos en las investigaciones que se realiza o en la Administración, no es consecuente con la importancia de la difusión del mismo, clave para su puesta en valor futura. Eso se refleja en lo que supone una población sensibilizada, en este caso en lo arqueológico; porque lo que se conoce se ama y, lo que es más importante, se defiende. Eso es lo que los medios de comunicación vienen realizando y gracias a ello se pudieron ampliar campañas arqueológicas en épocas difíciles cuando no había protección BIC de la zona arqueológica de Huelva, ni cuando había interés por lo romano se promovió salvar los resto in situ del colegio Francés o, más recientemente, con los lamentablemente célebres expolios del Seminario, que denunciados en Huelva Información ha hecho posible a que hoy la sensibilidad por el patrimonio arqueológico sea mayor y gracias al empuje de tantas voces sensibilizadas tengamos un Plan General de Investigación en la Zona Arqueológica de Huelva.

Las jornadas de puertas abiertas en las excavaciones demostraron que es el vehículo clave para concienciar a la población, más que las mejores vitrinas del mejor museo. Sensibilidad que se difunde en este caso en el papel impreso y que toma carta de reivindicación. A La Joya le queda todavía su última lucha, que no es otra que la urbanización de su cabezo y completar las excavaciones pendientes.

En el Museo de Huelva se promovió a primeros de este año una conferencia para "descubrir lo descubierto" en esta necrópolis. Se volvió a destacar que la voluminosa información que a lo largo de los años se generó sobre esta necrópolis, que es el hito arqueológico más relevante de la eta tartésica onubense llamada orientalizante.

Una referencia valiosísima para estudiar la civilización fenicia en la Península Ibérica. Este yacimiento es el mejor ejemplo del proceso de mestizaje que se produjo entre el mundo indígena tartesio y la posterior aportación de los fenicios que se asentaron desde el siglo IX a. C. en el solar donde hoy se levanta esta ciudad.

Cientos de piezas de bronce, oro, plata, marfil o alabastro confirman la importancia de La Joya. Parte de este ajuar ha sido objeto de diferentes intervenciones de mantenimiento, como la realizada en 2009 por parte del Instituto Andaluz del patrimonio. El valor museístico de las piezas también dieron mucho que hablar, con reconstrucción incluida del carro funerario del siglo VII-VI a. C. El Museo de Huelva anunció para este año una exposición sobre la más rica de las veinte tumbas de la necrópolis de La Joya: la número 17.

Hoy la situación con la Cultura parece que medio siglo después poco se haya avanzado. Como muestra está la negativa por parte de la Administración autonómica a permitir a los periodistas la entrada a ver el estado en el que se encuentra el mural de la provincia del antiguo edificio de Hacienda, o conocer el proyecto de rehabilitación del antiguo edificio del Banco de España, que está en manos de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, pagado con fondos de todos. Los tiempos son distintos cuando reclamaban los periodistas de Odiel, pero las formas en algunos son las mismas; el oscurantismo y el poder. Y esta dicen que es la etapa de las luces.

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