Manuel Cordero: Pinceladas de emoción

El artista lepero expone en el Rocataliata una antología de su obra: desde marinas y dunas al homenaje al flamenco, pasando por nuevas composiciones, fruto de la investigación, centradas en el reciclaje.

El hecho que el cartel sea un collage de distintas exposiciones ya anuncia que se trata de una antología. Bajo el título de Pinceladas, Manuel Cordero recopila las distintas muestras que ha exhibido a través de obras de pequeño formato, más de una treintena, que durante todo este mes se muestran en el Restaurante Rocataliata de la capital onubense.

Para la ocasión, el artista lepero ha escogido algunas de las pinturas que formaron parte de una muestra colectiva de homenaje al flamenco, así como marinas y dunas que ahora cubren las paredes del establecimiento (temáticas que aborda asiduamente, al igual que el retrato), junto a novedosas piezas pequeñas basadas en el reciclaje colgadas en un lateral. Porque el artista plástico investiga y crea composiciones con vidrio, hojalata y pintura, al tiempo que busca el color y atmósferas de mar y cielos a través de abstracciones, aunque sin renunciar a lo figurativo.

Al ser autodidacta, su evolución viene dada por la continua investigación -de técnicas, materiales, soportes, texturas y tipos de pintura-, así como por la visita a exposiciones y el intercambio con compañeros con los que se reúne para pintar. Así conforma el creador una línea de trabajo coherente.

Cordero, tal y como explica, pintó su primer cuadro con doce años. Desde entonces la afición no ha abandonado a este arquitecto técnico. "Ya con cinco años mi profesor se dio cuenta de que tenía facultades para el dibujo y me sacaba a la pizarra para hacer rotulaciones, textos y dibujitos. Hacía cosas con acuarela y cinco años después, tras ver una exposición con óleo, mi madre me compró los tubos, cogí un tablero y encima de la cama pinté un cuadro de un paisaje selvático con mucha vegetación. A partir de ahí he ido pintando, aunque no de forma continua, y he hecho unas veinte exposiciones entre colectivas e individuales", explica el artista.

Sus referentes son tan variados como su obra. Pollock, Kandinsky, Bacon, Antonio Saura o Antonio López son algunos de los artistas por los que siente querencia el onubense. Al igual que este último maestro, Cordero es muy perfeccionista en el dibujo, excelencia que luego busca romper con la pintura.

Lo más complicado a la hora de enfrentarse a un lienzo en blanco es decidir la temática. Una vez que la tiene clara, "todo viene rodado". Pero tarda tiempo en decidir el tema, ya que busca un motivo que le transmita algo importante para plasmarlo. Porque a Cordero le llaman las emociones y, sin ellas, la técnica no se sostiene por si misma. A partir de ahí investiga y evoluciona, aunque sin definirse en una línea concreta. Así, de una exposición a otra "varía mucho "su propuesta. Este extremo, lejos de ser negativo, es constructivo porque "saber tocar todo" es un plus a tener en cuenta: "Un pintor que se limita solo al abstracto puede ser muy bueno en esa faceta pero, a lo mejor, le falta la otra parte. Yo creo que todo debe ser un compendio y creo en la complementación", asegura.

Aunque también disfruta con su labor como arquitecto técnico, la pintura le aporta a Cordero un placer que toma, deja, y recupera con agrado y sin estrés. Su meta no es vivir de la pintura, sino crear para disfrutar y hacer disfrutar a los demás. "Incluso me gusta más participar en certámenes que vender", apunta. Su pintura, en cualquier caso, es la expresión de sus sentimientos, de ahí su afición por los expresionistas.

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