Luces, cámara e... imaginación
El antiguo cine de Cortegana de la primera mitad del siglo XX cobra vida gracias a Sebastián Martínl emprendedor El corteganés ha montado un cine bar con una muestra que tiene como joya la máquina de cine.
Cuando todo está inventado, el ingenio serrano da otra vuelta de tuerca y nos aporta nuevas formas y estilos en materia de ocio, demostrando su gran valía y originalidad. La tematización de los bares y restaurantes es una práctica habitual en otras latitudes urbanas, pero no había llegado profusamente a la Sierra hasta que Sebastián Martín abriera un cine-bar que ha bautizado con el nombre de Brasería Cine Martín.
Su nombre y estilo están impregnados de la historia del cine, del antiguo cine que funcionó en Cortegana durante la primera mitad del siglo XX, aproximadamente desde 1925 hasta 1959, precisamente en el mismo espacio donde hoy se ha aperturado el nuevo establecimiento. Aquel lugar de sueños perteneció a su abuelo, Sebastián Martín, de quien ha heredado, no sólo la afición al séptimo arte, sino también una serie de objetos que le dan a este bar un ambiente diferente.
En su interior, ha organizado una exposición permanente relativa al mundo del cine antiguo. Una de las joyas de la colección es la máquina de cine, marca Gaumont, modelo Gran Prix, que fue expuesta en la Exposición Internacional de París de 1900. Es de origen francés, en un principio fue muda y aproximadamente sobre 1925 se le incorporó un reproductor de sonido de la empresa granadina Fonocine. Con ella, el abuelo del propietario de este bar ofreció cine portátil, ya que, cargada a lomos de los mulos de Jerónimo Carreta, viajó por todos los pueblos de los alrededores, llegando a El Repilado, La Nava, Galaroza, Cumbres Mayores y Cumbres de San Bartolomé, sobrepasando las fronteras onubenses al proyectar en Monesterio, en la provincia de Badajoz.
Fue en esta última localidad donde, una noche, después de una función, un señor bien vestido con sombrero de pico, preguntó a Sebastián Martín Fernández, mientras miraba con curiosidad y sorpresa por detrás de la pantalla de proyección: "Estoy buscando a ese caballo negro que usted ha sacado por aquí, se lo compro".
Además de este magnífico proyector, otros elementos forman parte de la exposición, tales como rollos de película, instrumentos antiguos y diversos objetos relacionados con la historia del cine. Otros detalles del local son la cartelería utilizada para la decoración, perteneciente a grandes películas de la historia del cine, como Gilda, Niágara o Casablanca.
El frontal situado detrás de la barra también está inspirado en el cine antiguo. Decidieron utilizar una imagen relacionada con las grandes empresas cinematográficas, pero finalmente se decidieron por ilustrar esta zona noble del establecimiento con el símbolo de Cifesa, la gran productora española del cine en blanco y negro que llenó de películas las pantallas de todo el país.
El cine es llevado incluso hasta las mesas del restaurante, decoradas con cartulinas anunciadoras de las películas, como Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, Mujeres en la niebla o La Dama de Sanghai, algunas en sus versiones originales editados en inglés.
Una de las joyas de la colección es el sobre original de la carta que Estrellita Castro envió a Sebastián Martín Fernández en Septiembre de 1933. El documento está enmarcado junto a una fotografía dedicada de la gran actriz del momento. En ella, la andaluza agradece al pueblo de Cortegana y al empresario de su cine el trato recibido durante su estancia en la localidad, y le envía su afecto y simpatía. En efecto, la estrella permaneció en Cortegana durante todo un mes, alojándose en el mismo cine, concretamente en el denominado cuarto de los artistas, justo donde hoy se ubica la cocina del bar.
En la imagen expuesta, puede verse a la estrella sin su característico caracolillo y el texto mencionado, escrito de su puño y letra, con la firma correspondiente. Todo un autógrafo especialmente dedicado que sería muy cotizado en el primer tercio del siglo XX.
De casta, pues, le viene al galgo, ya que si su abuelo regentó el antiguo cine Martín, fue su padre el que dirigió el Cine Avenida cuando cerró aquel, y lo mantuvo abierto durante más de treinta años en la zona del Prado, en Cortegana. Hoy, Sebastián Martín ha abierto un bar, pero es algo más que un bar.
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