El sorteo de la Lotería de Navidad trae todos los años historias entrañables, en las que no solo se evoca un tiempo de compartir sino de una necesidad recaudadora que tiene el Estado, dentro de sus Loterías y Apuestas.
Los últimos años el anuncio de la Lotería de Navidad le ha quitado el puesto al ‘Vuelve a casa por Navidad’ de Nescafé o al de ‘Las muñecas de Famosas se dirigen al portal’.
Tiene hasta día de estreno en todas las cadenas de televisión a la misma hora y llegan a los espacios informativos. Es todo un acontecimiento que se ha conseguido gracias a una buena campaña publicitaria. Son historias sacadas de la vida cotidiana y recreadas en este tiempo en el que parece que somos más sensibles a lo cercano, a lo inmediato, a la familia. Lo cierto que eso lo hemos aprendido en este tiempo de la pandemia, que lo importante es lo que tenemos en casa, nuestra familia y los amigos. Aunque aquí lo revestimo de un premio metálico porque don dinero siempre ayuda, aunque todos sabemos que no es lo fundamental.
Hay historias entrañables entorno a la Lotería, una de ellas ocurrió en Huelva en el verano de 1935, cuando a un matrimonio que iba a ser desahuciado por su casero consigue un segundo premio del sorteo de la lotería. Así que de la noche a la mañana se encuentran con 3.500 pesetas cuando el esposo estaba parado y la mujer se dedicaba a las labores domésticas en un caserón y le habían dicho que tenían que dejar el habitáculo donde estaban recogidos.
Lo consiguió con un décimo de una peseta que ni ella misma tenía para pagar, pero fue una de sus compañeras del mismo servicio doméstico la que le animó. Le auguraba que le iba a tocar, que ya le pagaría aquella peseta que le empresaba. Se arriesgó y tuvo todo él éxito.
Aquella historia trajo hasta Huelva a la periodista Luisa Carnés (1905-1904). En la casa donde nació en Madrid hay una placa que la recuerda como innovadora, escritora y periodista de la Generación del 27, que la Guerra Civil la llevó al exilio en México donde llegó con lo puesto.
Para este reportaje vino de Madrid en un tren que tardaba como se lamentaba dieciséis horas. Sacó el lado humano de aquella historia de la Lotería y ponía de relieve en su lectura lo difícil que era vivir en aquel tiempo, cuando la vida no venía bien a un marinero que una mala racha le llevó a dejar en tierra su barco.
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