Leforestier, Garnier y Gautier

Los tres pilotos franceses son los pioneros de la aviación en la provincia

Georges Leforestier en el momento de iniciar el vuelo el 1 de septiembre de 1911.
Georges Leforestier en el momento de iniciar el vuelo el 1 de septiembre de 1911.
Eduardo J. Sugrañes / Huelva

30 de octubre 2011 - 01:00

Con inusitada expectación se celebró en septiembre de 1911 en Huelva la primera Fiesta de la Aviación. Un primer vuelo en el que la población pudo disfrutar el día 1 y que protagoniza Georges Leforestier. Es la primera vez que en Huelva se veía un avión y conllevó que la asistencia de público de fuera de nuestra provincia. Todo comenzó a las 19:25 y ya en el aire "hizo su primera virada circular sobre El Polvorín, comenzando una vuelta por elevación gradual, cruzando sobre el sitio denominado El Rincón y volviendo siempre hacia la izquierda cruzó sobre la carretera de Sevilla, pasando por encima de la Cinta, momento en que logró su mayor altura, aproximadamente 450 metros. Continuó su vuelo circular buscando la población y cruzando sobre el cementerio, llegó hasta cerca de la Plaza de la Merced. En ese momento comenzó el descenso que fue marcadísimo. Completó su vuelo Mr. Leforestier, cruzando sobre la Alameda Sundheim y llegando de nuevo sobre el campo de aviación". El vuelo duró nueve minutos. Lo triste estuvo en el segundo vuelo que protagoniza el mismo pilotó el día 4 de septiembre, cuando nada más despegar y a una altura de unos 80 metros se precipitó falleciendo carbonizado.

No había pasado un año cuando en el Huelva se organiza otra fiesta de la aviación. De nuevo un piloto francés será el que sobrevuele los cielos de Huelva, Leoncio Garnier. El aspecto del campo de aviación era impresionante, según la crónica periodística, con una multitud ansiosa de presenciar los vuelos. A las 19:27 Garnier se elevó majestuosamente y dio tres vueltas, pasando por el río Tinto, Huelva y el Odiel, aterrizando maravillosamente. El aparato se había elevado 625 metros y durante dos minutos que duró el vuelo, desarrolló una marcha de 134 kilómetros pro hora. El aviador fue muy ovacionado, mostrándose muy satisfecho y dijo que cuando iba volando se sentía "como sentado en una butaca". En el segundo vuelo, Garnier llegó a La Rábida, volvió por el curso del río Tinto y se perdió de vista. Cuando era sólo un punto en el horizonte, dio la vuelta, pasando por los cabezos de la población. Aterrizó "magistralmente", aunque esto no le debió parecer lo mismo al público que allí estaba ya que como en la vez anterior hubo sus carreras y sustos entre la gente situada frente a la tribuna. El vuelo había durado once minutos, la altura alcanzada 900 metros y la velocidad de 140 kilómetros a la hora.

Aquellas fiestas de la aviación se retoman en 1920, la protagonista ahora es la ciudad de Ayamonte que contrata al aviador 'El Greco' para que vuele los días 18 y 19 de septiembre, aunque al final quien viene es el francés Gautier. Este no había embarcado su avión en un tren, como ocurrió Georges Leforestier o en un camión en el caso de Leoncio Garnier. Gautier llega a bordo de un biplano sistema Goudron y acompañado de un mecánico catalán, y al final sobrevuelva Huelva. Había salió de Tarragona, llegó a Sevilla donde emprendió vuelo que terminó en Aznalcázar, reanudándolo hasta el cortijo Montija en Huelva, aterrizando en el cabezo de Menaja, cerca del puente del Anicoba, por falta de combustible. Una vez en vuelo cruzó Huelva por la Plaza de la Merced. La aparición del biplano, que vuela a gran altura, produce en el vecindario de la Vega gran curiosidad . De aquí, rumbo a Ayamonte donde además el público que lo deseó pudo dar una vuelta en la avioneta previo pago, recibiendo el certificado de bautismo del aire.

Esta afición de Huelva por la aviación se ve de alguna forma expresada en la donación de un aeroplano al ejército español. La entrega se realizó en el Aeródromo de Tablada, acudiendo el alcalde, Antonio Mora Claros, y siendo la madrina del aparato su señora, Josefa Jiménez, quien estrelló contra el aparato algunas botellas de champagne. En el aparato se podían ver los escudos de Huelva y su provincia y una inscripción que decía: "La provincia de Huelva al ejército español". Constituyó todo un acontecimiento para la ciudad.

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