Hace 20 años un extraño temblor sorprendió a los onubenses sobre las siete y media de una mañana de julio. El seísmo, que alcanzó una intensidad de 5,6º grados en la escala Richter, fue ampliamente sentido en toda Andalucía Occidental, principalmente en Huelva y Sevilla. También alcanzó el sur de Portugal, aunque donde más se notó el movimiento sísmico fue en la localidad costera de Isla Cristina, en Huelva.

El seísmo, que no causó daños materiales ni personales, según informó Protección Civil, fue suficiente para provocar nerviosismo en la población. El Servicio de Emergencias 112 anunció que solo un rato después de que se produjese el temblor había recibido más de 60 llamadas telefónicas de ciudadanos de la costa onubense alarmados por el seísmo, para pedir información.

El Instituto Geográfico Nacional informó al periódico Huelva Información de que el epicentro del terremoto se localizó en el mar, a unos 200 kilómetros al suroeste del cabo San Vicente, en Portugal. Se descartó la posibilidad de que un tsunami u ola gigante alcanzase la costa del Golfo de Cádiz o el Algarve. En esta zona del Océano Atlántico ya se habían registrado muchos otros terremotos que habían alcanzado la provincia de Huelva, contándose 65 en 2003 cuya zona epicentral hubiera sido el suroeste del cabo San Vicente.

El más grave se produjo el 1 de noviembre de 1775, alcanzando una magnitud de 8,7º grados, asolando Lisboa y causando entre 10.000 y 20.000 muertos, según un informe técnico de la revista de Protección Civil. Fueron las olas de más de 15 metros de altura las que provocaron numerosos daños en Huelva y Cádiz. El de 2003 fue el más fuerte desde febrero de 1969.

Portada del periódico Huelva Información

El Periódico Huelva Información exponía ese año que la región de Andalucía era la que presentaba una mayor actividad sísmica a lo largo de España. El motivo, dos grandes focos de peligrosidad ubicados en la zona: uno que procede de la falla Azores-Gibraltar y otro que resulta del contacto que se produce entre la placa africana y la euroasiática, cuya falla recorre todo el perfil andaluz de las costas atlántica y mediterránea desde el suroeste del Cabo San Vicente, pasando por el estrecho de Gibraltar y las proximidades de Ceuta.

A partir de los 5,5º grados los movimientos sísmicos ya pueden ocasionar ciertos daños a edificios. Pudiendo provocar los de 8º grados de magnitud o más la destrucción total de comunidades cercanas al lugar donde se registre.