Historia menuda

Juan Gil Zamora, fundador de la Hermandad de Emigrantes (y II)

  • Fue el administrador de las 96 casas del obispo hasta que se firmaron las escrituras l Otros logros de Juan Gil fueron la guardería infantil del Chorrito Alto y la Cruz de la Alegría en Huerta Mena

EN los inicios de los años setenta, las cosas pintaban muy mal para una Cooperativa Parque de la Luz de inversores que trataban de tener su propia vivienda: sus máximos representantes realizaron un desfalco de catorce millones de aquellas pesetas y las obras quedaron paralizadas. Se trató de aquel grave asunto con el gobernador y éste le dijo a Juan Gil que había que buscar la forma de que él fuese elegido presidente para que, en franca cooperación con él, consiguiesen que la cooperativa lograra sus propósitos. Pudo salir el proyecto adelante y se consiguió que se terminaran las 264 viviendas, más los locales comerciales. Además, en un espacio destinado para que se levantase un colegio (que el Ayuntamiento no llegó a realizarlo) se construyó un enorme garaje con capacidad para doscientos coches. En este sentido, nuestro biografiado fue administrador de las 96 viviendas llamadas Casas del Obispo, hasta que se firmaron las escrituras de las mismas. También, en la calle Dulce Nombre de María mandó que se construyeran cerca de un centenar de viviendas para emigrantes retornados, otras 56 en la Plaza de los Dolores…

En los años setenta, el colegio José Antonio (más tarde, Juvenal de Vega y Relea) no tenía A. P. A. Y como fuesen alumnos del citado centro los hijos de Juan Gil, éste trató con el director, Aurelio de Vega Zamora, que se encauzasen los pasos para que llegara a tenerlo. Con mucha fe, ambos hombres lograron constituir el A. P. A. que dio un resultado maravilloso, ya que se consiguió una simbiosis entre los profesores y los padres de los alumnos y se realizaron cosas muy simpáticas (celebración de la fiesta de los Reyes Magos, veladas teatrales infantiles, etc.) en beneficio de todos.

Otro logro de Juan Gil fue la consecución de la Guardería Infantil del Chorrito Alto. Así, con su verbo cálido pudo conseguir que las mismas personas que vivían en el citado lugar se concienciasen que era de gran necesidad para la educación de sus niños tener una Guardería. Y el Chorrito se convirtió en un movedizo enjambre de vecinos: unos bajaban los materiales, Juan Gil los buscaba y los situaba arriba del cabezo y las mujeres y los niños los acarreaban (así como el agua que se traía del Parque Moret) para dejarlos a pie de construcción. Y aquellos vecinos que trabajaban de albañiles comenzaron a levantar la llamada Choza Mayor del Chorrito. Podemos añadir que Juan hizo las gestiones para que el ingeniero de la Junta de Obras del Puerto, su amigo, consiguiese que ésta le cediese las vigas para la choza.

Entre la maraña de bloques de altas viviendas que conformaban la que en tiempos pasados se llamó Barriada del Caudillo, se abre, asentada en la que fuera la fértil y extensa Huerta de Mena (1), súbitamente, un claro en el que yergue a los cielos la escuálida figura de una Cruz que llama poderosamente la atención y hace que detengamos nuestros pasos presurosos. A pesar de su humildad, la calle Alonso de Palos no nos engaña. Ella es uno de los espejos de la barriada de la Isla Chica. La llena una Cruz que, como por arte de magia, en los meses de mayo, inunda de alegría todo el contorno en las fiestas de las Cruces en las que participan sus abigarrados vecinos cantando interminables sevillanas. Fiestas, en fin, de arte, de emoción y de buen gusto.

Sabemos que Juan Gil Zamora la plantó allí, hincándola como lanza altanera a unos metros de la bien nombrada avenida Alcalde Federico Molina Orta. Qué acierto, qué bella idea tuvo en elevar esta Cruz en sitio tan especial. Allí, azulejos, hierros forjados y flores funden en el espíritu embriagado por tanta belleza una divina sinfonía de luz. Los artífices de la sevillana Fábrica de cerámica Santa Ana, hicieron surgir del barro los reflejos bellos de los azulejos que representan los escudos de Huelva, el Monasterio de la Rábida, el Santuario de la Cinta, la Fontanilla y las imágenes de Nuestra Señora del Rocío y de la Patrona de Huelva. Sin duda, estos artífices estaban dotados de sensibilidad y espiritualidad especial.

Además, Juan Gil Zamora quiso rendir pleitesía a nuestra ciudad fijando blasonados escudos de pretéritos tiempos de la muy noble y leal Villa de Huelva. Así pues, todos los detalles artísticos del Monumento proclaman el amor del benefactor a la Bella Sirena del Atlántico. La primavera, con sus flores, viene siempre en mayo a colaborar con estos azulejos y herrajes. Hierros, flores, azulejos, luz, gracia... todo pierde su forma en el ambiente. Todo parece vibrar, proyectar sobre el alma del transeúnte rayos de amor. La Cruz de la Alegría, regalo de Juan Gil Zamora a la ciudad de Huelva, fue inaugurada el 30 de abril de 1991.

También, a sus expensas, se levantó el monumento en honor de San Francisco de Asís que se eleva en la Barriada Pérez Cubillas, y Juan Gil ha presidido, a lo largo de décadas, la Sociedad Protectora de Animales y Plantas, ha levantado una residencia para animales, ha construido un Cementerio para perros, ha instituido la bendición anual de los animales en la iglesia de San Francisco de Asís... En definitiva, en la Sociedad que él fundara ha realizado una labor dilatada y encomiable.

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