Huelva

El hospital Juan Ramón Jiménez acumula más de un año con hospitalizados por Covid-19

  • Los sanitarios reconocen su "pánico" tras la noticia del primer ingreso

  • El centro hospitalario señala que "van por delante" de la enfermedad tras la aplicación de nuevos protocolos y tratamientos

Sanitarios con sus EPIs en el hospital Juan Ramón Jiménez.

Sanitarios con sus EPIs en el hospital Juan Ramón Jiménez. / Alberto Domínguez (Huelva)

Un año marcado por un esfuerzo titánico sin precedentes. Los sanitarios de toda la geografía nacional y, por ende, de la provincia de Huelva acumulan más de 365 días de intensa batalla contra la Covid-19. El pasado 17 de marzo de 2020 ingresaba en el hospital Juan Ramón Jiménez el primer paciente con coronavirus del territorio onubense, fecha en la que dio comienzo el mayor reto de la historia reciente para los profesionales de la sanidad.

"Miedo" es la primera palabra que emana de los labios de los sanitarios que recuerdan en Huelva Información la irrupción de la Covid-19. El médico de Urgencias del Hospital Universitario Juan Ramón Jiménez, Juan José Cordero, señala que su primer pensamiento fue "ahora sí, ya está aquí”. En este sentido, reconoce que "la ira se mezclaba con la sensación de responsabilidad", pero que, pese a todos los obstáculos, "fuimos capaces de asumir nuestro papel con los pacientes".

El jefe de sección de Medicina Interna del centro hospitalario, Javier Carrasco, admite que en aquellos momentos "la enfermedad iba por delante de nosotros, dado que implantábamos tratamientos en tiempo récord que, posteriormente, no resultaban tan efectivos como estimaban las primeras previsiones". Esta sensación "de no saber lo que hacíamos" derivó en "cuantiosas horas de estudio durante el confinamiento, en las que filtrábamos toda la información que recibíamos para determinar qué tratamientos eran útiles y cuáles no". Por ello, y pese a que la primera oleada fue la que menos hospitalizados contabilizó, "los primeros meses fueron especialmente duros por la gran carga de trabajo que teníamos cuando nos íbamos a casa".

Especialmente llamativo fue el caso de la enfermera del citado hospital, Carina Roque-Senna, quien, voluntariamente, pidió estar en cuidados intensivos cuando comenzaron a llegar los pacientes con Covid-19. "Yo estaba en el área de Extracción, pero acumulaba cuatro años de experiencia en la UCI, por lo que quise volver a donde me sentía como en casa, a sabiendas del riesgo que entrañaba".

El jefe de sección de Medicina Interna del hospital Juan Ramón Jiménez, Javier Carrasco. El jefe de sección de Medicina Interna del hospital Juan Ramón Jiménez, Javier Carrasco.

El jefe de sección de Medicina Interna del hospital Juan Ramón Jiménez, Javier Carrasco. / M. G. (Huelva)

Carina recuerda que "cuando llegó el primer infectado, llevábamos a nuestras espaldas muchos talleres", pero la preparación no evitaba "una sensación de pánico y frío interior". Aun así, "nos centramos rápidamente y empezamos esta batalla". En este contexto, destaca "el incesante trabajo en equipo de la UCI, donde ha sido vital el gran canal de información que hemos llevado. Somos como un hormiguero, pues todos trabajamos en equipo y con la mente puesta en una mejor trasmisión de los conocimientos que adquirimos conforme pasaban los días".

El hospital Juan Ramón Jiménez, en base a las experiencias procedentes de otros países o comunidades autónomas, trató de anticiparse al virus con un plan de contingencia, pese a la "dificultad para predecir lo que estaba por llegar", explica Cordero. "Aquellos nos dio una ventaja y, si bien es cierto que al principio los medios eran escasos y que la incertidumbre reinaba en todo momento, también lo es el hecho de que en Urgencias nunca percibí improvisación". En este punto, quiere agradecer el "notable" abastecimiento de material de protección por parte de entidades locales públicas y privadas, así como a nivel particular, "pues fue vital para nosotros". 

En esta línea, Juan José Cordero rememora una situación "de lo más inusual". Con el confinamiento domiciliario y el miedo al contagio, descendió el número de pacientes con ictus, infartos o con enfermedades oncológicas. Este escenario derivó en que, tras la cuarentena, se produjo una explosión de este tipo de pacientes, quienes "presentaban cuadros muy avanzados en su enfermedad". De ahí que "hiciéramos numerosos llamamientos" a acudir a Urgencias si alguno presentaba síntomas relacionados con estas enfermedades.

Además de la incertidumbre, en los primeros meses el "miedo al contagio" también afectaba a los sanitarios de forma considerable. "Dudábamos de los equipos de protección por todas las informaciones contradictorias que recibíamos, aunque con el paso del tiempo normalizamos la situación y redujimos este miedo", relata Javier Carrasco. Una opinión también compartida por Carina Roque-Senna, quien reconoce su "temor" a contagiar a sus familiares, por lo que "mi único contacto con mis padres lo tenía cuando les entregaba la medicina desinfectada en un barreño por la ventana".

La enfermera del hospital Juan Ramón Jiménez, Carina Roque-Senna. La enfermera del hospital Juan Ramón Jiménez, Carina Roque-Senna.

La enfermera del hospital Juan Ramón Jiménez, Carina Roque-Senna. / M. G. (Huelva)

Otro de los principales temores lo contemplaba la sensación de "vivir en un día de la marmota constante", según Juan José Cordero, que rememora "la repetición de clichés y patrones en todas las oleadas". A su vez, otro de los retos principales ha sido el trato con los pacientes, siempre con distancia; y con sus familiares, "a través de conversación telefónicas, un medio muy complejo para transmitir impresiones y contar novedades, para bien o para mal".

También hay motivos para la esperanza. Los sanitarios recibieron la vacuna a finales de diciembre de 2020 como una "celebración y como un momento de liberación y salvación. Son el mejor EPI", señala Cordero, quien es cauto e insiste en que "si bien la vacuna nos ha restado miedo, el respeto que le tenemos a la pandemia es el mismo que siempre".

A modo de recordatorio, el jefe de sección de Medicina Interna del centro hospitalario, Javier Carrasco, repasa el ciclo de oleadas en el hospital. "En la primera ola nos convertimos en un hospital fantasma, pues trabajábamos básicamente con coronavirus", señala. El aprendizaje y la experiencia de los primeros meses permitió la aplicación de mejores protocolos en la segunda oleada, la cual también trajo "duros" momentos, en tanto que el hospital se abrió "a más gente y las tareas se incrementaron respecto a la primera oleada". 

En la tercera ola la sensación de trabajo era de "mayor coordinación" y los tratamientos eran "más efectivos". De hecho, "podemos decir que íbamos por delante de la enfermedad y, en base a nuestras previsiones, estimábamos los recursos que necesitábamos conforme se sucedían las semanas", afirma Carrasco.

A nivel más técnico, el sanitario de Medicina Interna recuerda que, inicialmente, los tratamientos estaban relacionados con antivirales, "los cuales no son útiles en la segunda fase de la Covid-19, la inflamatoria". Con el tiempo "implantamos el uso de los corticoides, que sí controlan el cuadro inflamatorio". Además, ahora también se emplea el plasma hiperinmune, "muy útil para un mejor pronóstico de la enfermedad si se utiliza con tiempo".

Del mismo modo, a medida que avanzaban los meses los sanitarios aplicaron otros tratamientos efectivos, como el soporte de oxigenoterapia, "que ha evitado muchos ingresos en UCI", o la heparina, el fármaco anticoagulante utilizado principalmente para prevenir y tratar la trombosis venosa. A su vez, "hemos aprendido la importancia de otros aspectos, como la nutrición o el control de la glucemia, pues la glucosa aumenta si se padece de coronavirus".

El médico de Urgencias del Hospital Universitario Juan Ramón Jiménez, Juan José Cordero. El médico de Urgencias del Hospital Universitario Juan Ramón Jiménez, Juan José Cordero.

El médico de Urgencias del Hospital Universitario Juan Ramón Jiménez, Juan José Cordero.

A este respecto, Juan José Cordero añade que, además de la implantación de tratamientos más útiles, el hospital ha sabido adaptarse a la evolución del virus, en tanto que "hemos creado un circuito respiratorio diferenciado, habilitado salas de espera y boxes de aislamiento para pacientes y familiares o constituido una unidad para tratar las secuelas de la Covid-19, entre otras acciones".

En cualquier caso, la mejor medicina es la "sonrisa" que irradian unos sanitarios que han aprendido a sonreír con los ojos y los gestos. La enfermera Carina Roque-Senna explica que el secreto está en "amar lo que haces y en sentir a los pacientes como nuestros, pues lo que es propio lo tratamos con cariño y amor". 

En este contexto, Javier Carrasco incide en que "somos el único contacto que tiene el paciente con el exterior. Por ello, nos salen gestos de cariño que no son premeditados". 

La mencionada percepción es también compartida por Juan José Cordero, quien asegura que el secreto está en la "vocación y en la profesionalidad. Ahora más que nunca es necesario un abrazo a través de un EPI, una sonrisa o una palabra amable". De hecho, "la parte emocional es tan importante como la médica", finalizan los sanitarios del hospital Juan Ramón Jiménez.

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