José Vacas, farmacéutico
CONOCÍ a Pepe Vacas hace unos treinta años cuando llevábamos a nuestras hijas al mismo colegio y nos veíamos todos los días al llevarlas y traerlas, además de las reuniones a las que asistíamos y las jornadas de convivencias que celebrábamos de vez en cuando en el campo, y quiso el destino que al poco tiempo fuésemos vecinos del mismo edificio de la calle Palos donde forjamos una buena amistad ya para siempre.
José Santiago Vacas Faraco es farmacéutico de profesión y de vocación, nació en Huelva justo al finalizar la guerra civil, en el año 1939, en una calle que ya no existe, en el corazón de Huelva, la calle General Moscardó que también fue conocida como la calle Nueva y que hoy ha quedado dentro de la Plaza del Alcalde Quintero Báez más conocida como La Palmera. Su padre fue un prestigioso practicante que trabajaba en el Hospital Provincial de la Plaza de la Merced de quien sin duda adquirió su amor por las Ciencias Médicas que le llevó a estudiar la carrera en Granada que era la única facultad existente entonces en Andalucía.
Se casó con una granadina que conoció en sus años universitarios, Mari Carmen con quien tuvo dos hijos que a su vez estudiaron también la carrera de Farmacia. Como podemos ver, varias generaciones dedicadas a la medicina en Huelva.
Pepe Vacas obtuvo una plaza en la Farmacia el antiguo Hospital Manuel Lois, donde poco después pasó a ser el jefe del Servicio hasta el traslado al nuevo Hospital Juan Ramón Jiménez, siendo él uno de los primeros en proponer el nombre de nuestro poeta insigne para que el magnífico complejo hospitalario llevase el nombre del moguereño universal. En este puesto permaneció hasta su jubilación, habiéndose dedicado a la Farmacia hospitalaria en cuerpo y alma.
Durante mucho tiempo fue profesor en la propia facultad de Farmacia de Granada, y posteriormente en la Escuela de Enfermería de Huelva, impartiendo clases a varias generaciones de jóvenes de Huelva que luego han desempeñado sus conocimientos por toda la provincia de Huelva.
Fue también secretario del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Huelva durante más de veinticinco años, al que se dedicó en cuerpo y alma junto a los también amigos míos Manolo Roméu y Manolo Díaz que me ofrecieron hace unos quince años su Salón de Actos para presentar mi libro Recóndita Huelva.
Por entonces era presidente Rafael Díaz Mantis quien abrió el acto justificando la presentación de un libro en su colegio como signo de la cultura que tradicionalmente se desarrolló en las reboticas donde las letras, el arte, la política y la historia tenían su sitio en épocas en las que era muy seguro poder hablar en esas trastiendas de las farmacias y de ello doy fe pues aún recuerdo a mi padre reunirse en la rebotica de la farmacia de su amigo Curro Vázquez, con él y con el buen amigo Paco Vidal además de otros contertulios habituales.
Desempeñando el cargo de secretario del Colegio fue con el equipo de gobierno a imponerle un distintivo a la Reina doña Sofía y fue a él a quien le correspondió el honor de leerle el acta del acuerdo a su Majestad.
En la actualidad, el bueno de Pepe se dedica a pasear, leer y disfrutar con sus nietos, una numerosa prole que tiene y que le da muchas alegrías, además de visitar diariamente la Iglesia de San Francisco que la tiene muy cerca de su casa y tal vez por la querencia de haber empezado allí su vida escolar en el colegio que fundó el siempre recordado pedagogo don Manuel Siurot, de gratos recuerdos para esta ciudad.
Y como no nombrar sus años de bachiller que se desarrollaron en la Escuela Francesa que marcaron una época en la enseñanza en Huelva bajo la dirección de madame Ivonne Cazenave primero y luego dirigida magistralmente por Pilar Gallango.
José Santiago Vacas Faraco ha sido toda una institución en el mundo farmacéutico en Huelva y en Andalucía, con dedicación plena y más de doce horas diarias consagradas a su profesión. Hoy es fácil verle paseando con su mujer tanto por Huelva como por Punta Umbría, dedicado como a él le gusta decir, a la vida contemplativa, disfrutándola de forma muy merecida por su trabajo, por toda su trayectoria y por su bondad.
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