Inmersos entre piedras e historia

Un grupo de diez personas participa en una jornada de espeleología propuesta por Sierra Extreme en la cueva de Alcalá de Navahermosa, donde se escondieron seis fugitivos durante la Guerra Civill fugitivos de la guerra Seis hombres se refugiaron en la guarida serrana durante tres años, burlando a las tropas franquistas que les perseguían.

1. Algunos de los participantes en las jornadas de espeleología propuesta por Sierra Extreme en la Cueva de Alcalá. 2. Uno de los aventureros se interna en la guarida. 3. Camastro de palos perteneciente a los refugiados de 1936.
Carmen Ruiz Pérez / Huelva

15 de noviembre 2010 - 01:00

Durante los años de la Guerra Civil española, las cuevas se convirtieron en protegidas moradas para los militantes de izquierda, que las utilizaban para su propia seguridad ante la represión franquista. Una de estas guaridas es la Cueva de Alcalá en Navahermosa, escenario de una agobiante historia bélica en Huelva allá por agosto del 36. Seis hombres huyeron de la aldea serrana cuando las tropas franquistas del comandante Redondo avanzaban hacia este lugar.

Su futuro de muerte estaba escrito pero no lo esperaron y se adentraron en el bosque y desaparecieron de la faz de la tierra. De este modo, se enterraron en vida en una caverna de mármol para salvar el pellejo y allí permanecieron como topos durante tres años, convirtiéndose quizás en los más buscados de la Sierra. Las tropas franquistas no dieron nunca con su paradero y los topos de Navahermosa, como se les conoce desde entonces, sobrevivieron enterrados en la Cueva de Alcalá.

Más de ochenta años después de aquella peripecia, un grupo de 10 personas ha querido conocer el refugio de estos seis fugitivos y, de la mano de Sierra Extreme, en concreto, de los monitores de espeleología José Damián Romero y Cristian Soriano, se internaron por sus galerías, descubriendo cada uno de sus escondrijos. Recorrieron los 500 metros de itinerario que hay desde la entrada hasta la salida, un itinerario lineal, de progresión horizontal, en el que no hace falta ni cuerdas, ni decendedores, ni ningún otro material de espeleología, salvo el casco y el frontal. La ruta se completó en dos horas.

El grupo de aventureros fue testigo de la huella dejada por los topos de Navahermosa, cuyo paso por la cueva queda reflejado en algunas de las salas, ya que éstas están totalmente negras y además están los restos de los camastros que aún permanecen intactos.

La actividad propuesta por Sierra Extreme se completó con una actividad de rapel. Se trata de un sistema de descenso por cuerda utilizado en superficies verticales en las que descenso resulta complicado o inseguro si se hace de otra manera. En esta ocasión, los participantes se lanzaron con los arneses por las paredes de la antigua cantera abandonada.

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