Industria

Huelva se sitúa en el mapa de la energía

  • Las industrias hacen frente a la crisis económica volcándose en la exportación y miran a Europa para su futuro.

De la pirita a la energía. Del auge de las minas al aumento que se creía imparable de la demanda energética, el Polo Químico de Huelva, antes Polo de Desarrollo Industrial, ahora más energético que químico, se ha ido transformando, adaptándose a la demanda, los cambios productivos, las nuevas medidas ambientales. Ha protagonizado una evolución progresiva y algunas pequeñas revoluciones a lo largo de los últimos 30 años, que han transformado el panorama industrial de Huelva hasta convertirlo en un punto clave en el mapa energético del país, con su refinería, regasificadora, ciclos combinados e instalaciones de almacenamiento.

Lejos queda aquel polo en el que "muchas industrias estaban participadas por Explosivos Riotinto", recuerda Rafael Martínez-Cañavate, director de la refinería La Rábida de Cepsa. El mineral había atraído la instalación de las industrias situadas en la Punta del Sebo antes del salto al Puerto Exterior propiciado por el puente sobre el río Tinto. En los primeros años 80 la química seguía siendo protagonista. Con 5.900 empleos directos y hasta 20.000 indirectos e inducidos, el polo se configuraba como un motor fundamental de la economía onubense a finales de esa década.

La revolución ambiental

Los años 80 fueron una década de importantes cambios. La entrada de España en la Unión Europea supuso, recuerda el director general de Metalurgia de Atlantic Copper, Miguel Palacios, "empezar a formar parte de un conjunto que con sus directivas y normas determinaría nuestro futuro". También por entonces daba sus primeros pasos la Junta de Andalucía y surgían las primeras manifestaciones de desacuerdo con la actividad industrial, en un tiempo en el que las normativas ambientales en cuanto a emisiones atmosféricas y vertidos eran laxas, cuando no inexistentes. Para gestionar las relaciones de la industria con la sociedad que se estaba configurando nacía en 1986 Aeiqea (Asociación de Empresarios de las Industrias Químicas, Energéticas y Afines), el precedente de la Asociación de Industrias Químicas y Básicas, en un momento en el que "era imposible aguantar más la disociación entre la ciudadanía y las empresas", recuerda el primer presidente de la entidad, Juan Manuel Díaz Cabrera.

 "Era un hecho cierto que había contaminación, pero no menos cierto que cuando se instalaron las empresas había menos tecnología, después fueron evolucionando", recuerda. A finales de los 80 se empezaron a ejecutar los planes correctores de vertidos y emisiones, que llevaron a las industrias a invertir más de 40.000 millones de las antiguas pesetas (240 millones de euros), una revolución en un polo que comenzó a aplicar la recirculación de efluentes y a enviar datos sobre sus emisiones a la Administración.

En paralelo, la tensión social crecía, aumentada por la polémica en torno al vertedero que se intentó instalar en Gibraleón. Frente a ello surgió la llamada Mesa para la Recuperación de la Avenida Francisco Montenegro, en la que diversas organizaciones de la sociedad onubense fueron capaces de alcanzar un acuerdo en el 91: "Se concluyó que no podía moverse la industria, pero tampoco podría instalarse ninguna nueva", resume Díaz Cabrera; es decir, que las empresas ganaron seguridad jurídica al establecerse ese suelo como industrial a cambio del compromiso de que el polo no siguiera creciendo en la Punta del Sebo. "Un hito probablemente irrepetible", apostilla.

De Enagás a Unión Fenosa

Junto al desarrollo medioambiental, la llegada de Enagás a finales de los 80 también marcaría la deriva energética del polo. A lo largo de los años 90 se ejecutaron diversas ampliaciones en la refinería, Ertisa, Atlantic Copper… "A partir de mediados de los 90 hubo un crecimiento importantísimo", remarca Martínez-Cañavate. Así lo recuerda también Palacios, que destaca la llegada de Freeport McMoran a la antigua Riotinto Minera para ejecutar una ampliación y mejora medioambiental de 35.000 millones de pesetas en la fundición. "Se vivió una transformación muy importante".

La planificación estatal, por su parte, seguía apuntando al incremento del peso de la energía en el polo onubense, dibujando hasta tres centrales de ciclo combinado en el entorno de la ría. La primera de ellas fue la de Endesa, que en 2003 resucitó el debate en torno a las fábricas de la Punta del Sebo al renovar la central Cristóbal Colón, la instalación pionera de la ría (se construyó antes incluso de la proclamación del Polo de Desarrollo). Los tribunales avalaron la construcción de la central y después llegaría la de Unión Fenosa al otro lado del río, así como las dos plantas de producción de biodiésel. La deriva energética estaba culminada, fue "la década de la energía", apunta el actual presidente de la ahora Aiqbe (E de energía), Martínez-Cañavate. Todos estos cambios se reflejaron en la fuerte inversión realizada por las empresas: 5.100 millones de euros en 20 años (hasta 2012).

Exportación vs crisis

La crisis económica golpeó también a la industria, de forma más tardía pero fuerte. El año 2009 fue negro para las empresas, con  una sucesión de expedientes de regulación de empleo y grandes caídas de la producción que acabaron dando al traste con Nilefos y Foret, aunque en este último caso el cierre estuvo motivado por otro factor: el cese del depósito de fosfoyesos en la marisma, ante el que Fertiberia pudo reconvertir su actividad pero Foret no.

Contra viento y marea, en cambio, la refinería La Rábida ejecutaba la segunda mayor inversión de su historia (tras la de su creación): la ampliación de la capacidad de producción de destilados medios. Y las empresas se volcaban en la exportación para superar la fuerte caída de la demanda interna. "Hay actividades que han cesado, pero el resto hemos sido capaces de adaptarnos", resalta Miguel Palacios, "e incluso recuperar parte de la ventaja que nos llevaban nuestros competidores europeos". "Si seguimos siendo competitivos, si seguimos manteniendo algo, es porque hemos conseguido exportar la producción", insiste. El respaldo institucional también crecía: el mayor exponente sería la asistencia del rey Juan Carlos I a la inauguración de la ampliación de la refinería y a Atlantic Copper.

El Polo sigue teniendo un peso que siempre ha sido reconocido en el contexto andaluz, asevera el director de Producción de Cepsa Química, Agustín Bonilla. "En estos 30 años Huelva tiene que reconocer que debe mucho a la industria, y también al revés", apunta. En 2012, el valor de la producción de las industrias asociadas a Aiqbe sumó 11.300 millones de euros y trabajaban en las fábricas más de 2.500 personas de plantilla propia y 1.700 de empresas auxiliares.

Un futuro complejo

¿Y el futuro? En ello coinciden todos los que forman parte de la industria: "Del sector servicios no se puede vivir", apunta Bonilla, o "las regiones con menos de un 20% de su economía basada en la industria tienen los pies de barro", incide Martínez-Cañavate. El reto, por tanto, estaría en aumentar la masa industrial, aunque en las circunstancias actuales "la clave está en mantener lo que tenemos", asegura Díaz Cabrera, quien también recuerda las "oportunidades perdidas" a la hora de atraer nuevas empresas. Con una industria completamente globalizada, los empresarios dibujan un panorama difícil en una Europa que "tiene que cambiar el paso", afirma el director de Cepsa Química. La sobrerregulación europea y el alto coste de la energía en España son dos quejas comunes. "Hay que acompasar el ritmo de la legislación europea al nivel mundial, no podemos ir siempre un paso por delante de los demás", apunta, añadiendo otro problema: el elevado peso de los costes laborales.

"No podemos ser pesimistas, pero la situación es muy complicada y hay que luchar colectivamente por consolidar lo existente", señala Agustín Bonilla.  La fortaleza de Huelva está, prosigue Martínez-Cañavate, en que "geográficamente estamos bien situados y estamos en un país geopolíticamente estable. Y si algún día África despega, tendremos ahí un gran mercado cercano".

Desde la fundición de la avenida Francisco Montenegro, Palacios (que también cumple 30 años en su empresa) transmite optimismo: "En nuestro caso tenemos unos costes de operación que pueden competir en todo el mundo, incluso a pesar de los altos costes salariales y energéticos". Y en cuanto a Europa, "parece estar en la línea de apoyar a la industria", finaliza el director de Atlantic Copper.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios