Huelva está en deuda con Manuel Siurot
Tribuna de opinión · Luis Llerena Baizán
¿Qué más hay que hacer en esta ciudad para que el magistrado no siga siendo un desconocido?. Sacrificó por la enseñanza de los niños más desfavorecidos su brillante carrera como abogado.
TRATO de escribir algo sobre Manuel Siurot con motivo del 75 aniversario de su muerte y… no me encuentro cómodo del todo. El día 27 fue un grupito de alumnos del Colegio Diocesano quien restó pena y dio gloria a la celebración que tuvo lugar ante el busto de Siurot, costeado íntegramente en 1966 -es justo decirlo- por Arturo Damas. Siento cierta decepción por parte de Huelva y de sus instituciones, al mismo tiempo que me pregunto sin encontrar una respuesta justificada: ¿qué más hay que hacer en Huelva para que Siurot no siga siendo un desconocido y, por lo tanto, muy poco apreciado entre los suyos? Más aún, ¿por qué no se habla hoy de "nuestro don Manuel" o solamente fue nuestro mientras amamantaba y apagaba con su vida prestigiosa y con sus obras solidarias la hambruna que presentaba esta noble ciudad choquera en todos los frentes vitales para su progreso y desarrollo? No cabe duda que Huelva no ha sabido corresponder al cariño, al sacrificio, a la abnegación y entrega de Manuel Siurot por su tierra, que era para él como "un pedazo de su alma".
Son tantos y tan esclarecedores los testimonios que poseo de los coetáneos del insigne palmerino sobre la deuda de reconocimiento y agradecimiento que Huelva tiene contraída con Siurot que van a ser ellos los que hablen por mí y sean los intérpretes de esta apatía, desagradecimiento y olvido, impropios del abolengo de esta noble tierra, en la seguridad de que estos defectos pueden deteriorar sus raíces auténticamente onubensistas hasta llegar a desdibujar por completo su auténtica fisonomía y desnaturalizar sus más puras esencias. ¿Pesimismo? ¡No, por favor…! Es la dura y triste realidad, que es necesario reconocer con humildad para rectificar y cambiar a tiempo el punto de mira choquero hacia quien lo dio todo por su tierra a cambio de nada.
Estoy de acuerdo con el onubense Moreno Ortigosa cuando escribió: "Nosotros debemos y queremos proclamar que en Huelva no existe patriotismo local; en Huelva se carece de sentimiento localista. Falta en Huelva espíritu colectivo, cuya fórmula suprema es el amor a la ciudad". (Diario de Huelva, 1922). Y yo añado: "Amor a Huelva", que no es onubensismo barato, ni caciquismo cultural, ni protagonismos ridículos e inconsistentes, como florecen con facilidad en esta tierra. En esta línea de crítica constructiva y de amor a Huelva, los testimonios que siguen aldabearon de manera persistente las conciencias de los paisanos de Siurot para evitar la desconsideración más injusta de este pueblo descubridor hacia una de sus glorias más preclaras aún por descubrir. ¿Serán capaces hoy de despabilar un poco, al menos, la consciencia y la conciencia del pueblo onubense sobre este tema?
"Manolo Siurot ha hecho por nuestra querida Huelva más, pero muchísimo más, de lo que han hecho otros en dilatados períodos. Debéis venerar al hijo insigne que ha realizado por su tierra una labor de tanta magnitud". (Juan Hereza, La Provincia, 1910). "Todo aquél que, como Siurot, sabe poner a tan elevada altura el nombre de su pueblo, merece el respeto y veneración de sus paisanos y convecinos". (Fidel Delgado -médico- La Provincia, 1910).
"Este Siurot, que sin querer ser nada lo es todo, es choquero por encima de todas las cosas; la más legítima gloria choquera que produjera esta tierra de nuestros intensos amores". (T. Domínguez Ortiz y R. Orta, Diario de Huelva, 1916). "Tenemos la esperanza de que todas las clases sociales colaborarán en esta hermosa empresa (publicación de la conferencia cervantina de Siurot) como gratitud a quien tanto debemos. Va en ello el buen nombre de Huelva". (Periódico La Lucha, 1916).
"El método de enseñanza de Siurot fue el encargado de encumbrarle, haciendo a su propio inventor una justicia que el pueblo de Huelva se olvidó hacer, a pesar de los continuos aldabonazos con que sevillanos y madrileños pretendieron mil veces sacudir nuestra modorra. El Señor Siurot se ha elevado por su propia virtud y mérito, sin intervención de esta tierra, donde no se le comprendió, respondiendo tal vez, con marcada galantería a los cariñosos calificativos de madre y pueblo bendito, como él en todos sus discursos quiso llamarla". (Domingo Gómez Rey, Flery, Diario de Huelva, 1924). "Esa corriente de simpatía que en España entera de ha dejado sentir por los ideales siurotianos, esos artículos encomiásticos publicados recientemente, y nuestro común sentir, han llamado a lo más sensible de nuestra alma, advirtiéndonos que somos nosotros, los onubenses, los llamados a hacer algo más que todos por D. Manuel". (Diario de Huelva, 1926).
"La obra de Siurot es providencial: es una verdadera revelación… No se ha apreciado todavía ni en Huelva ni en España todo el valor y la trascendencia de la obra de Siurot. Urge hacer una verdadera cruzada en este sentido". (Luis León, El Correo de Andalucía, 1926). "Manuel Siurot es un varón austero, de creencias sólidas... Su personalidad moral, su vasta comprensión espiritual, su valiosa obra pedagógica, el holocausto de su vida toda en aras de la infancia, son atributos de Siurot que todos conocemos y que nadie puede ignorar". (Diario de Huelva, 1926).
"Manuel Siurot sacrificó a la enseñanza de los niños pobres su brillante carrera de abogado, con la cual habría vivido muy bien. Se dedicó a la enseñanza, en la cual lleva veintidós años de trabajo gratuito. Parte de sus bienes fueron a parar a las fundaciones escolares, como lo fue también el caudal de su actividad… Llegó a reunir, con subvenciones y limosnas, más de un millón de pesetas que consumieron sus escuelas de niños desvalidos y el Internado para Maestros". (José Andrés Vázquez, ABC de Madrid, 1928). "Nuestra ciudad recibió con dolor la noticia de la muerte inesperada del que fue gran pedagogo, muy querido en Huelva, don Manuel Siurot. La labor desarrollada por nuestro inolvidable don Manuel en la capital, no puede olvidarse fácilmente. Era don Manuel Siurot algo tan íntimo en Huelva que difícilmente podrá borrarse su nombre… Baja al sepulcro con una estela de virtudes tan preclaras que constituyen la aureola de su propia santificación. Queremos decir bastante". (Diario de Huelva, 1940).
Creo que este último testimonio no ha sido fiel en el recuerdo ni en el sentimiento expresado. Esto también "dice bastante". La percepción de este fenómeno un tanto extraño fue la que tuvo hasta sus últimos días Antonia, única hija de Manuel Siurot. En mayo de 1987, al final de mi primera entrevista con ella, me puntualizaba: "Huelva no ha hecho aún justicia a mi padre". La expresión, entonces, me pareció un poco exagerada, pero hoy, después de muchos años, tengo que darle, lamentablemente, la razón. ¿Las causas? Casi he logrado entreverlas (Esto daría lugar a otro artículo o a una conferencia). Pero no quiero descorrer más el visillo de esta realidad para seguir acariciando la idea de que en el corazón de todo buen choquero chocan las palabras amargas que me espetó un antiguo alumno de las Escuelas y del Internado, persona culta y de gran prestigio: "Huelva no ha sabido reconocer debidamente toda la labor realizada por D. Manuel Siurot, porque sepa usted, querido amigo, que Huelva olvida". (Memoria de investigación, A.D.B., 1987).
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