Gente Inteligente

Hábitos que liberan y hábitos que encadenan

  • Somos un saco de hábitos automáticos. Algunos nos empobrecen y otros nos empoderan. ¿Sabe usted diferenciarlos?

Hábitos que liberan y hábitos que encadenan

Conductas, pensamientos, reacciones, movimientos, frases… Todo puede llegar a convertirse en un hábito automático a base de repetirlo. Y no siempre nos vienen bien esos automatismos inconscientes, que son los hábitos, y que terminan definiéndonos como personas. Por eso es tan oportuno pararse de vez en cuando a observar, y sacar así al consciente, los hábitos que tenemos. Eso sin olvidarnos de valorar cuáles nos ayudan y cuáles no, para tomar decisiones inteligentes.

Porque los hábitos tienen su lado bueno y su lado malo, claro. Fíjese, si no, en lo oportuno que es el hábito de andar, de escribir en un teclado, de montar en bicicleta o conducir, y todo lo que le permite hacer, al mismo tiempo, el tener esas conductas automatizadas.

Así es como los hábitos nos hacen personas más eficaces, capaces de hacer múltiples cosas a la vez y ahorrando muchísimos recursos y energía. Nos lavamos los dientes mientras revisamos mentalmente lo que hay que comprar, o mientras ordenamos el cajón del baño, y eso escuchando las noticias o tarareando una canción. Hasta ahora mismo, en el poco o el mucho tiempo que haya pasado desde que usted se despertó, seguro que ha puesto en funcionamiento decenas de hábitos sin darse cuenta.

Eso quiere decir que a ratos ha perdido el control consciente de usted mismo o de usted misma. Y así, ya no suena tan bonito, ¿verdad? Sobre todo, si alguno de los hábitos que se le han disparado desde esta mañana no es de los que le viene bien tener.

¿Condena o salvación?

El aprendizaje es apasionante en nuestros cerebros. Construimos redes neuronales cuando aprendemos algo nuevo. Y cuando lo repetimos muchas veces, esas conexiones se van haciendo cada vez más fuertes hasta fijarse como hábito de acción o de pensamiento. Eso quiere decir que sus neuronas repiten ya la misma ruta, el mismo camino, sin que usted tenga que pensarlo siquiera. La mejor noticia es que no son conexiones inamovibles, porque las neuronas de nuestro cerebro se reorganizan constantemente a medida que cambiamos nuestras formas de pensar o aprendemos nuevas habilidades o destrezas.

Los hábitos automatizados nos ayudan a tomar decisiones. Los hábitos automatizados nos ayudan a tomar decisiones.

Los hábitos automatizados nos ayudan a tomar decisiones.

Párese un momento a pensar en esto. Es una puerta de ida y vuelta. Puede usted ser la persona que quiera ser, y evitar los actos y pensamientos automatizados que no le gustan, usando las mismas herramientas que le han llevado a adquirirlos. ¡Si es que ya sabe hacerlo!

Evidentemente, cuanto más fuerte sea la conexión neuronal, es decir, cuantas más veces hayamos repetido la conducta o el pensamiento, más difícil será romper el hábito. Pero no es imposible. Quédese con eso.

Es usted lo que son sus hábitos

Los hábitos nos definen como individuos. Modelan nuestro carácter y marcan el eco que dejamos en las demás personas. Así que, igual que ponemos cuidado en decidir cómo vestirnos en función de lo que vamos a hacer o con quién vamos a estar, deberíamos prestar más atención a nuestros hábitos, porque nos proyectan en cinemascope -y esta metáfora puede que sólo la entendamos quienes estamos ya con la pauta de la vacuna contra la Covid casi completa o completa-.

Ahora es cuando le sugiero un cómo: ¿cómo cambiar los hábitos que no me gustan o los que no me ayudan a ser feliz? Pues, de nuevo, es una cuestión de autoconocimiento, ¡otra vez! No por nada el autoconocimiento es la principal habilidad y el pilar de su inteligencia emocional. Pero no se inquiete, no es tan complicado. Es una cuestión de auto observarse, y de tomar decisiones con lo que ve.

Hábitos que quiero cambiar, un listado que puede ayudar. Hábitos que quiero cambiar, un listado que puede ayudar.

Hábitos que quiero cambiar, un listado que puede ayudar.

Así que, venga, coja papel y boli y dedíquese unos días a ver qué hábitos tiene. Ya sólo con la decisión consciente de observarlos, se dará cuenta de que les presta más atención, y hasta los hábitos más inconscientes terminarán siendo visibles.

Dedíquele especial cariño a los hábitos de pensamiento, que son los más complicados de identificar. Y, aunque le vendrá bien observarlos todos, tanto los que le encadenan como los que le empoderan, párese más en los hábitos que no le benefician.

Aquí van algunos ejemplos: cuando se levanta de mal humor le cuesta reconducir su día; los acontecimientos inesperados le suelen sacar de quicio; pierde la energía cuando se enfrenta a una tarea o a una persona concretas; si ve que va a llegar tarde, se cabrea; odia y le afecta que no le contesten al teléfono, o que le griten; se muerde las uñas; no empieza a trabajar hasta que limpia su bandeja de entrada; se cierra cuando necesita hablar de sus sentimientos; piensa que le están evitando cuando no le saludan; considera que lo que usted puede aportar no es interesante; duda a menudo de sus capacidades para…

Y una vez construida su lista, márquelos como positivos, negativos o neutros. Si quiere priorizarlos, dele una puntuación del 1 al 10 en función del nivel de afección que le provoca cada uno en su estado de ánimo. Y ahora sí, decídase por uno de los hábitos de su lista, ese por el que quiere empezar a debilitar sus limitaciones.

Acaba de recorrer casi la mitad del camino para cambiar un hábito: traerlo al consciente. Ya sólo le queda decidir cómo quiere reaccionar, comportarse o pensar en esas situaciones que ha identificado, y, conscientemente, repetirlo muchas veces, hasta que se vaya al inconsciente.

Dicen quienes estudian el hábito que entre 21 y 66 veces repeticiones después lo tendrá automatizado. Todo dependerá de su voluntad, su constancia y lo fuerte que fuera su hábito anterior. Pero no lo olvide, es posible, y sabe hacerlo. ¡Ánimo!

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