Gran artista de miniaturas en madera

Comenzó siendo casi una terapia para matar el tiempo y hoy se ha convertido en una verdadera afición (y casi en un oficio, aunque no remunerado). Miguel Beltrán, un jubilado onubense de 70 años, dedica gran parte del día a realizar maquetas de todo aquello que se le ocurre. Y hay que reconocer que imaginación (y maña) no le falta.

Aprendió ese arte de la reproducción "sin ayuda alguna" y casi por necesidad, tras sufrir un accidente que le dejó sin la movilidad que antes tenía: "Me pasaba muchas horas aburrido en casa y decidí empezar a hacer casitas", dice. Primero fue una noria, luego una barca, un galeón, voladoras y así hasta más de cincuenta piezas diferentes de las que muy pocas conserva porque una vez que las termina prefiere regalarlas, fundamentalmente a sus nietos (tiene cinco y todos tienen alguna).

Casi no recuerda cuándo comenzó a poner en pie sus primeros modelos, pero lo que sí tiene claro es que si "al principio eran necesarios unos 15 días para terminar uno", ahora están listos en una semana. Y es que se ha convertido en un auténtico maestro de este arte en miniatura y hay que reconocer que en eso algo ha tenido que ver la ayuda que le prestan su mujer y su hija, que "siempre que pueden echan una mano, para cortar las maderas o lo que sea". Miguel reconoce que ésta se ha convertido en una de sus principales aficiones ("más bien la única", asegura), tan sólo superada por las ganas de disfrutar con la familia, que es "lo que más me gusta", dice.

Miguel es un hombre al que le gusta dialogar, que transmite tranquilidad en sus conversaciones y, sobre todo, un grado de optimismo que siempre se agradece, más aún en estos tiempos. Ese don de gentes quizá le viene de su etapa como vendedor de cupones de la ONCE, que le acompañó casi durante un cuarto de siglo, aunque no fue tiempo suficiente para poder acercar la suerte a todos los onubenses que le hubiera gustado.