La Gran Vía será semipeatonal después de Semana Santa

Movilidad y tráfico. Tras un año de debate y tensiones, el Consistorio vuelve al planteamiento original respecto a la avenida

El alcalde anuncia el cierre al tráfico privado "en cuanto terminen las obras" · El Ayuntamiento estudia cómo garantizar el acceso a taxis, residentes y carga y descarga

Avenida Martín Alonso Pinzón, conocida como Gran Vía.
Avenida Martín Alonso Pinzón, conocida como Gran Vía.
Inma Gallego/ Huelva

11 de marzo 2010 - 01:00

Llegó el veredicto: el alcalde Pedro Rodríguez anunció ayer que la Avenida Martín Alonso Pinzón, la remozada Gran Vía, será "[semi]peatonal" tras las fiestas de Semana Santa y "en cuanto terminen las obras". Tras 15 meses de debate en la ciudad, tensiones y contradicciones, el ciclo se cierra como empezó cuando se anunció el maratón de obras del Plan E, planteando la restricción del bulevar al transporte público tras esta etapa transitoria de convivencia y adaptación.

No obstante, los detalles de este cierre parcial al tráfico siguen en el tintero. El Ayuntamiento está estudiando las fórmulas para que puedan acceder a esta arteria los taxis, vehículos de residentes y servicios de carga y descarga. Se mantendrán igualmente las líneas 4 y 7 de autobús, reservando esta arteria principal del Centro a los peatones, ciclistas y al servicio público, como vienen demandando mayoritariamente los ciudadanos, no así la agrupación de comerciantes de Calles del Centro que entiende esta medida como una muerte o suerte de ostracismo para el corredor principal del Casco Histórico.

Por la calle de en medio, pues: ni peatonal al 100%, ni abierta a todo tipo de tráfico. El engranaje de itinerarios y soluciones para los accesos a la avenida queda pendiente de reuniones entre el área de Movilidad del Consistorio -encabezada por el concejal José Luis Barragán- y los colectivos y usuarios afectados "a los que se le comunicará la decisión y se les explicará dónde, cuándo y cómo se garantizará el acceso a los que tengan que pasar", apuntó el regidor. "La vocación del Ayuntamiento es que la Gran Vía sea peatonal -insistió Rodríguez- una vez se terminen las obras, ya que ha habido que realizar reparaciones en la solería, porque el paso de autobuses y vehículos la ha estropeado". Irrumpe así una conclusión que llega con tres meses de retraso, con los taxistas en pie de guerra por la incertidumbre, arrastrando ya pérdidas del 40% y denunciando que el Consistorio, hasta la fecha, no ha parado de "dar largas" y cambiar de tercio, según las presiones a las que en cada momento se subordinara un proyecto en el que ha sido imposible conciliar todas las posturas.

Hasta llegar a esta determinación, varios han sido los puntos de giro, y los distintos matices con los que los mandatarios han tratado de eludir la confusión: el debate arrancó en las navidades de 2008, cuando la Gerencia Municipal de Urbanismo anunció un cambio radical en la Gran Vía, aprovechando el primer Fondo de Inversión estatal. La remodelación de este corredor se concibió en el programa electoral que el alcalde presentó en su aterrizaje político en 1995 para "dignificar" la zona noble de la capital, donde se concentran edificios oficiales, despachos profesionales y focos comerciales.

Hasta el año pasado, el proyecto de reforma de la Plaza del Punto permaneció en un cajón a expensas de financiación, con lo que la intervención en todo el bulevar de Martín Alonso Pinzón era impensable. El Plan E abrió estas perspectivas con una asignación de 3 millones de euros para la transformación de la avenida, colofón de la isla peatonal del Centro.

La previsión entonces era que para la primavera de 2010 la Gran Vía (desde la Plaza del Punto hasta la Plaza de Las Monjas) quedara convertida en un bulevar con "una zona central de 5 metros de ancho -rescatamos de hemeroteca- destinada al tráfico viario restringido para el transporte público (y carril bici incorporado), con grandes pasillos peatonales a cada lado, pavimentados en piedra natural".

Antes de que se emprendiera la transformación física, el regidor viró su discurso ante la reacción de los comerciantes: "Esta reforma -aseguró- no condicionará el tráfico actual de la avenida, porque se mantienen dos carriles abiertos a todo tipo de tráfico, en una zona central que medirá aproximadamente seis metros de ancho". El cambio no pasó inadvertido, y Rodríguez se justificó en los siguientes términos cuando los periodistas le preguntaron en febrero de 2009 por sus intenciones iniciales de cerrar la avenida al tráfico privado: "Eso ha sido una polémica que se ha creado a partir de un malentendido -respondió- y todos sabemos que, hoy por hoy, es imposible cerrar al tráfico toda la Gran Vía. El proyecto que hoy presentamos es el mismo que inicialmente enviamos al Estado. No hemos cambiado nada: nuestra intención desde el principio era hacer una semipeatonalización. Para este equipo de Gobierno es una profunda satisfacción poder llevar a cabo ahora una obra tan emblemática, una entrada al centro de la ciudad que ya no será gris y dura sino que, junto al Ensanche, convertirá a Huelva en una de las ciudades más bonitas de Andalucía".

Todo se condicionó después a las ambigüedades en lo que se reconoció como una decisión difícil de intereses encontrados, para sopesar la balanza en función de "la necesidad de la ciudad y de los ciudadanos"; y las conclusiones de un plan integral de tráfico que a estas alturas retorna al origen, rescatando lo que el regidor llamó ayer "vocación de peatonalización".

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