Huelva

Gente Inteligente: Cómo acallar la mente discursiva

  • Calmar o parar los pensamientos discursivos, las rumiaciones o ese diálogo interno a veces atronador que no cesa, es otra forma de mimarnos y cuidar de nuestra salud emocional

Gente Inteligente: Cómo acallar la mente discursiva

No es posible dejar la mente en blanco. Si lo ha escuchado alguna vez, me atrevería a asegurar que quien se lo ha dicho no lo ha conseguido. Vamos, que no sé si es una especie de blasfemia lo que voy a escribir, pero apuesto a que ni el Dalai Lama puede hacerlo. Porque la mente no entiende de off. No entiende de parar ni de llegar a ningún destino. Sólo entiende de acercarse o alejarse en un vaivén continuo que no siempre es agradable y que nos mantiene en pasado o en futuro arrebatándonos el regalo del presente. Acallar la mente discursiva es eso, disfrutar de la paz del presente.

Si le digo no piense en un gorila rosa en la orilla de su playa favorita'’, ¡ahí lo tiene! En mi caso, ya tengo yo en mi mente al singular gorila en mi playa de Punta Umbría. Imposible no pensar.

Nuestros pensamientos viajan en un flujo constante e incesante de patrones mentales que nos llevan de una cosa a otra, y a otra, y a otra, sin parar. A veces es tan rápido, que casi no nos da tiempo a seguirle el ritmo, y se nos olvida eso que acabábamos de decidir hacer hace unos segundos. Se nos olvida conscientemente, claro, porque en el inconsciente sigue.

Lo mismo ocurre con lo que pensamos de nuestras habilidades, de nuestro físico, de la gente que nos rodea o de las situaciones que vivimos. Constantemente, mientras la mente no está centrada en algo concreto, divagamos. Y lo hacemos viajando de pasado a futuro, de pasado a futuro, de pasado a futuro, buscando en nuestras memorias recuerdos que nos permitan hacer proyecciones plausibles sobre lo que va a ocurrir o sobre qué deberíamos hacer o haber hecho.

Esa mente discursiva se alimenta de suposiciones y juicios, puede ser más o menos intensa, y siempre es peligrosa. Y lo es por el poder de los pensamientos para influir en su autoestima y en sus conductas, e incluso en lo que pasa. Porque somos lo que pensamos, y ‘atraemos’ eso que más veces proyectamos con nuestra mente, por la simple razón de que estamos más pendientes de ver los síntomas o las pruebas que buscamos inconscientemente hasta que, a veces, se hace realidad y decimos: ¡lo sabía! ¡Sabía que me iba a tocar a mí!

Pero hoy no vamos a incidir en el poder de los pensamientos o en sus peligros. Hoy mejor nos centramos en una estrategia para gestionarlos y lograr pararlos. La meditación. Y no ponga esa cara, que eso quiere decir que quizás tenga una idea equivocada.

Callar los monos en la cabeza

Quienes practican la meditación y se han iniciado en disciplinas con raíces budistas, hablan del Monkey Mind o mente de mono. Se refieren con este término precisamente al estado mental cargado de diálogo interno y pensamientos rumiantes. Es un parloteo incesante parecido al de una manada de monos nerviosos saltando de rama en rama, una situación en la que la concentración plena es muy complicada.

¿Se lo imagina? ¿Es usted capaz de concentrarse, por ejemplo leyendo algo complicado, con cientos de monos chillando a su alrededor? A veces, esa es justo la situación a la que le obligan sus propios pensamientos, que se comportan como monos saltando de una cosa a otra sin parar. ¿Y qué me dice de su estado emocional en esos momentos de ‘mente de mono’? Su equilibrio emocional, su estado de ánimo y su actitud están en juego. Con todo lo que eso implica.

Así que la propuesta de hoy es ejercitar su habilidad para callar sus monos con algo que tiene a su alcance todos los días del año en cualquier momento que usted decida: la meditación.

Qué no se necesita para meditar

No necesita dejar la mente en blanco, eso ya lo tenemos claro. No puede. No lo intente. Meditar es justo lo contrario. Es no luchar, no decidir, no suponer, no juzgar, no prever. Tampoco necesita un sitio especial, o una música concreta. No es imprescindible. Con elegir un lugar cómodo donde usted sepa que no le van a interrumpir, con los sonidos que le rodean y con luz natural, es suficiente.

No hay una postura ideal. La mejor es cualquier postura cómoda que le permita mantenerse un tiempo, sin dormirse si es posible, aunque desde ya le digo que aparecerán monos disfrazados de picores, dolores y demás interrupciones con los que, otra vez, no debe luchar. Acéptelos y déjelos pasar. Poco a poco, encontrará su postura.

No necesita meditar mucho tiempo. De hecho, al principio, no podrá llegar más que a dos o tres minutos, y eso con muchas interrupciones de sus propios pensamientos. No se desespere y persevere, su mente no está acostumbrada a estar en presente, enséñela. Si con el tiempo logra llegar a quince o veinte minutos, puede felicitarse. Más de media hora es nivel experto.

No es necesario tener una guía. Simplemente defina una alarma en el móvil, por ejemplo, para no estar pendiente del tiempo que haya decidido meditar. Puede usar una App, claro, las hay geniales, guiadas y no guiadas, que le pueden facilitar el iniciarse. O también puede disfrutar de las formaciones que existen para meditar en grupo, es una experiencia formidable. Pero que ninguna de esas cosas le condicione si quiere pararse a meditar justo en este momento.

De qué sí estar pendiente para meditar

Céntrese en algo. Puede ser un paisaje, los sonidos que le rodean, una textura, su cuerpo y sus sensaciones, su propia respiración… La respiración es la más recomendable para empezar. Su objetivo será concentrarse en ese foco de atención que ha decidido y volver a él cada vez que algún mono le distraiga y se atrape pensando en lo que va a hacer después, en lo que dijo esta mañana o en lo que sea. No luche. Deje pasar el pensamiento y devuelva toda su atención a su respiración o eso que haya decidido observar.

Meditar entrena su mente para estar más tiempo en presente, incluso cuando no está meditando, y relaja la tendencia natural que tiene a hacer suposiciones. Además, abre sus sentidos para percibir más y mejor. Mejora su flexibilidad, y su tolerancia, y reduce su estrés. ¿Es o no es una habilidad inteligente?

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