Galaroza pierde el Pino de la Atalaya, un árbol singular

El ejemplar de 'pinus pinea', que sirvió de inspiración al escritor Julio Beneyto, está partido en dos debido al último temporal

Estado en que ha quedado el Pino de la Atalaya, de Galaroza.
Estado en que ha quedado el Pino de la Atalaya, de Galaroza.
Antonio F. Tristancho

17 de febrero 2013 - 01:00

El pasado temporal que asoló la comarca serrana no sólo dejó perjuicios económicos en la zona, con daños en casas y fincas, destrozos en las infraestructuras o bajadas de luz que provocaron situaciones muy desfavorables. El viento y la adversa climatología dejaron su rastro en uno de los árboles más conocidos y queridos de Galaroza.

El Pino de la Atalaya, centenario ejemplar que ha resistido viento y marea, no pudo más, y sucumbió ante la fuerza del temporal. Este viejo pino piñonero ha aparecido prácticamente partido en dos, un aspecto que contrasta con su majestuoso porte de antaño.

En la población, la noticia ha causado honda sensación, ya que se trata de un paraje muy ligado a los vecinos, que lo tenían como uno de sus símbolos identitarios. Desde chicos, los cachoneros solían hacer excursiones y merendar al pie del pino, que ha vivido anécdotas y vivencias que pertenecen no sólo a los recuerdos personales sino también al imaginario colectivo local.

Los vecinos han peregrinado al lugar para ver cómo ha quedado su pino, quedando todos sobrecogidos por la fuerza de la naturaleza. El Ayuntamiento ha contactado con la oficina del Parque Natural para comprobar el alcance de los daños y plantear en lo posible la conservación de la parte que queda en pie. Incluso se están planteando algunas ideas para poner en valor el recuerdo y el significado que ha dejado este árbol en la localidad.

Fue declarado por la Junta de Andalucía como uno de los árboles singulares de la provincia de Huelva, uno de los tres con que cuenta Galaroza, junto al alcornoque de El Talenque y el madroño de Los Linarejos. Este reconocimiento le vino otorgado en virtud de la gran longitud de circunferencia de su fuste, partiendo de más de seis metros en la base y llegando a casi cuatro metros a 1.30 centímetros de altura. El aspecto del tronco es el de un cilindro macizo y su perímetro en la base alcanzaba los 6.50 metros, por lo que para abarcarlo se necesitaban tres o cuatro personas con sus manos enlazadas. Pero también su altura era espectacular, llegando a los 27 metros, lo cual le convertía en un hito del paisaje al estar situado en lo alto de un cerro con su mismo nombre.

El ejemplar de pinus pinea se encuentra a 683 metros sobre el nivel del mar, y la cobertura vegetal que le acompaña es densa en arbolado como alcornoques, castaños, pinos negral y olivos. El sustrato está tapizado por helechos que denotan la humedad del ambiente.

Este tipo de pinos, normalmente sobre puntos altos, han basado su importancia en su utilidad para delimitar términos municipales, pero el Pino de la Atalaya era algo más para Galaroza, como demuestra este bello poema que el escritor Julio Beneyto dedicó al gran árbol cachonero: Pino de la Atalaya/(A Matilde)/No he visto ojos más grandes/que los ojos de tu cara,/ni pino como aquel pino/ que corona la atalaya./Color de cielo,/azul de mares...,/¡qué ojos más lindos,/Virgen del Carmen!/A lo lejos sobresale/la silueta pura y clara/que, en lo alto de la cima,/como faro se derrama./Copa más grande/no he visto nunca,/ni otras pestañas/como las tuyas./Cuántas veces he escuchado/el silbido de sus ramas,/donde, ágil y altanera,/su dominio tiene el águila./Montañas verdes/azul de fondo,/cielo azulado/el de tus ojos.

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