Un GPS para las aves camino a África

Unos 500 ejemplares se marcarán en tan sólo diez días · El anillamiento permite conocer la longevidad, procedencia y destino de las especies · El proyecto se viene desarrollando desde 1997

1. Estampa de un gran número de aves que vuelan por las Marismas del Odiel durante su estancia en Huelva. 2. Imagen de la red que colocan los voluntarios para capturar a las especies durante la noche. 3. Un grupo de voluntarios coloca la 'trampa' para poder anillar a las aves. 4. Una de las especies que hace parada en Huelva, Correlinos, vista muy de cerca.  3. Momento de colocación del anillo en uno de los ejemplares.
1. Estampa de un gran número de aves que vuelan por las Marismas del Odiel durante su estancia en Huelva. 2. Imagen de la red que colocan los voluntarios para capturar a las especies durante la noche. 3. Un grupo de voluntarios coloca la 'trampa' para poder anillar a las aves. 4. Una de las especies que hace parada en Huelva, Correlinos, vista muy de cerca. 3. Momento de colocación del anillo en uno de los ejemplares.
Rocío Pereira / Huelva

20 de agosto 2009 - 01:00

La importancia de Marismas del Odiel en el paso migratorio de las aves limícolas desde la fría Europa del Norte hasta su lugar para invernar, en África, la sitúa a la cabeza de las Reservas Naturales españolas en lo que a este tipo de actividades se refiere.

Su traducción en cifras es de unas 100.000 aves de 200 especies que utilizan las marismas onubenses para alimentarse y acumular grasa para continuar su viaje hasta Mauritania, Senegal o Ciudad del Cabo, entre otras. Son muchos los kilómetros que realizan desde Groenlandia, Noruega, Finlandia o Suecia hasta llegar a África: y Marismas del Odiel se convierte, por tanto, en una parada obligatoria para 'repostar'. "Por ejemplo, un charrán ártico, que va de Polo a Polo, realiza 30.000 kilómetros al año, por lo que estamos hablando de un número de kilómetros muy considerable", manifiesta a Huelva Información el responsable del proyecto de anillamiento de aves de Marismas del Odiel, José Manuel Sayago.

Para conocer toda la información sobre estos peculiares 'visitantes' de Huelva, resulta esencial el anillamiento de aves, que año tras año, desde 1997, se realiza en las marismas. "Desde que se desarrolla este proyecto hemos marcado a más de 25.000 aves de más de 20 países" destaca Sayago, que además matiza que el Centro de Anillamiento de Aves de Marismas del Odiel es el más importante de España y uno de los más destacados de Europa. En diez días pretenden marcar a más de 500 ejemplares.

Para que esta labor se desarrolle resulta fundamental el papel del voluntariado, que año tras año acude para anillar, llamado por su afición a la ornitología o por su curiosidad, hasta esta estación de Huelva. Su trabajo se realiza por la noche, desde las 19:00 hasta las 6:30, cuando sube la marea y las aves se van a las zonas de reposo, ya que entre medio colocan unas redes para capturarlas, "para ello es fundamental que la marea no coincida con la luna llena porque su luz permite que vean las redes, debido a agudez de su visión, y las esquivan", explica el responsable del proyecto. Por este motivo, el periodo de anillamiento sólo dura 30 días al año y se distribuye de diez en diez jornadas durante los meses de agosto, septiembre y octubre "que coinciden con los meses de migración", destaca Sayago.

Este año pasarán por las Marismas del Odiel unos 100 voluntarios, y jornada a jornada unas 20 personas, de todas las edades, aunque en su mayoría rondan la veintena. Hay muchos onubenses, pero hasta Huelva acuden personas de todos los lugares de España, como la técnica de Medio Ambiente, Carolina Llanos. Esta madrileña de 27 años estuvo en 2001 como voluntaria en Doñana y quiso repetir la experiencia, "por lo que no dudé buscar en internet, y apuntarme a este proyecto", manifiesta esta aficionada a las aves. "Hay expertos en la materia, pero también buscamos a personas que no tengan nada que ver con este mundo, para que aprendan", comenta Sayago. Un ejemplo de ello es Antonio Juan Sánchez, un administrativo que no ha dudado en apuntarse con su pareja a este proyecto y aprender todo lo que pueda sobre el mundo de las aves: "Es una forma de estar en sitios reservados que de otra forma no podría visitar", manifiesta este jiennense de 28 años.

Anillar las aves es, además de una aventura, una forma de 'colocarles' un GPS en el que se pueda almacenar la información sobre la longevidad, origen y destino de la especie.

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