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Fútbol y política

  • En el fútbol conviven dos factores estratégicos: dinámica (actividad, movimiento) y pausa (cambio de ritmo). Ambos conforman el equilibrio

  • El fútbol es entretenimiento, igual que la política

El sorprendente e ingenioso cartel de Joan Laporta frente al estadio Santiago Bernabéu.

El sorprendente e ingenioso cartel de Joan Laporta frente al estadio Santiago Bernabéu. / Zipi / Efe (Madrid)

Todos escondemos a un entrenador de futbol en nuestro interior. Sentados en nuestro cómodo sofá o en la barra de un bar sentenciamos cómo arreglar el país. Siempre sabemos lo que hay que hacer, como en el fútbol. De hecho, el fútbol y la política no son muy distintos, y las elecciones en un club difieren muy poco de unos comicios políticos.

En España, muchas instituciones sociales, empresariales, académicas y deportivas elijen a sus representantes por sufragio directo de sus socios. Esto significa la puesta en escena de métodos de campaña y equipos profesionalizados que trabajan para imponerse en las elecciones.En uno de los equipos más importantes del mundo, el F.C. Barcelona, las elecciones siempre son un acontecimiento. Desde 1978, el presidente de esta entidad deportiva se elige por sufragio directo de sus socios y las candidaturas se enfrentan con toda su artillería como si se tratara de unas elecciones a la presidencia de un país.

Las últimas elecciones se celebraron en 2015. Las candidaturas debían disponer de unos 80 millones para presidir la entidad, y afrontaron el proceso como si de una elección gubernamental se tratara: carpas en las calles, agentes electorales visitando a los socios, anuncios en medios de comunicación y hasta debates televisados. Más presupuesto y mejor dotación que en cualquier otra elección del país. Fueron llamados a las urnas los 109.637 socios y acudieron a la cita el 43,12%.

Desde el inicio de la pandemia, las campañas electorales celebradas han tenido que adaptarse a la situación, y también la del F.C. Barcelona, que celebraba comicios el 24 de enero para elegir a un nuevo presidente. Finalmente, han quedado aplazadas y se ha decretado la suspensión del proceso electoral. Antes de eso, sin embargo, la campaña electoral se estaba viviendo en todo el país con gran pasión. Porque el Barcelona, igual que otros, es algo más que un club. Es una institución nacional.

Como en cualquier campaña electoral que se precie, no ha faltado la polémica. La iniciativa más llamativa ha llegado de la mano de uno de los candidatos, Joan Laporta, tras colgar en un edificio de Madrid una lona gigante de 1.000 metros cuadrados, a 100 metros del estadio Santiago Bernabéu, con la cara del propio Laporta y un irónico mensaje dedicado a su eterno rival: “Ganas de volver a veros”.

Las elecciones del F.C Barcelona son siempre un acontecimiento. Hablamos de algo más que un club. Es una entidad comprometida con la democracia y con los valores del nacionalismo catalán y desde la caída del franquismo, sus elecciones nunca se han desligado de la situación política. De hecho, hasta que se ha decidido la suspensión del proceso electoral, la situación era muy parecida a la vivida en 2003, cuando las elecciones del Barça fueron meses antes de las catalanas que supusieron el fin a 23 años de gobierno convergente. Con el actual contexto político, algunos analistas no descartan un escenario similar.

Embajadores de ideas

¿Tienen ideología los clubes de fútbol? Y si es así, ¿quién la decide? Dictadores y políticos descubrieron la fuerza de este deporte y utilizaron a los clubes más potentes como embajadores de sus ideas y de sus valores.

Ya en 1973, Manuel Vázquez Montalbán, uno de los primeros intelectuales en reconocer públicamente su pasión por este deporte, decía que “el fútbol en España es muchas otras cosas. Deporte-espectáculo preferido de las masas, polarizador de tensiones interregionales y de proyecciones ultranacionales, el fútbol es pieza indispensable para la comprensión total de treinta años de la Historia de España”.

Tenemos asumido que el Barcelona y el Real Madrid representan dos modelos de sociedad muy diferente. Los datos mandan y, según el CIS, los simpatizantes del PSOE se inclinan mayoritariamente por el Madrid (38%) y por el Barça (25%), mientras que entre los seguidores del PP existe una predilección por el Madrid (50%) y en menor medida por el club azulgrana (14%).

Expertos en estrategia política también han establecido similitudes entre esta actividad y la futbolística. Es el caso del psicólogo Daniel Eskibel, quien ha recopilado una serie de artículos donde establece un paralelismo entre fútbol y política.

El fútbol es entretenimiento, igual que la política. El votante prestará más atención a aquel político que le entretenga y, por tanto, los candidatos debieran tener esto en cuenta cuando conceden larguísimas entrevistas que no interesan a casi nadie, y mucho menos entretienen, o a la hora de planificar la estrategia publicitaria de la campaña.

La política necesita identificarse con unos colores, igual que el fútbol. Un partido que haga un buen uso del color consigue que el cerebro de los votantes establezca rápidas asociaciones y se identifique con él y con el candidato.

En el fútbol conviven dos factores estratégicos: dinámica (actividad, movimiento) y pausa (cambio de ritmo). Ambos conforman el equilibrio. En campaña electoral, el riesgo del político es la sobreexposición, que necesariamente conduce al rechazo. El dirigente político debe desaparecer de vez en cuando, bajar el nivel, cambiar el ritmo.

¿Qué director técnico de fútbol no estudia a su rival antes del partido? El consejo de Eskibel es que, si quieres derrotar al adversario, tienes que conocerlo mejor de lo que él te conoce a ti. Un estudio serio, con objetividad y en detalle. Alemania ganó a Inglaterra 4 a 1 en el Mundial de Sudáfrica de 2010, ofreciendo una lección de simplicidad. La complejidad es una tentación natural de la política y suele conducir al desastre. El votante está en su mundo y necesita simplicidad tanto en la forma como en los contenidos. Pero ojo, con frecuencia la simplicidad en la comunicación política requiere más trabajo que la complejidad.

Por último, Eskibel extrae a modo de decálogo de estrategia política las lecciones que ofreció el director técnico de la selección de Uruguay, Oscar Washington Tabárez, en el Mundial de Suráfrica: moderación en el triunfo y en la derrota, respeta a los adversarios, realiza autocrítica con naturalidad, confía en tus propias fuerzas, trabaja en equipo, ten objetivos claros, estudia y conoce la realidad, intenta hacer más y decir menos, abre tu cabeza incorporando gente valiosa, tecnología y nuevos procedimientos, y dale valor a tus raíces.

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