Huelva

Fundación Don Bosco: Ocho años dando oportunidades

  • La ONG salesiana trabaja en Huelva ayudando a jóvenes en riesgo de exclusión y a sus familias

Jóvenes de la Escuela Prelaboral durante un taller sobre hostelería.

Jóvenes de la Escuela Prelaboral durante un taller sobre hostelería. / H.I.

Teresa Borrero es la cara visible de la Fundación Don Bosco. Al frente de esta ONG desde su llegada a Huelva hace más de ocho años, para ella trabajar en el mundo social “es una forma de vida”. Ubicados en el Distrito V de la capital, el trabajo de la fundación que preside se centra principalmente en trabajar con jóvenes en riesgo de exclusión social, “aunque cuando empiezas a trabajar con ellos y buceas en sus necesidades, terminas tocando a la familia de forma directa o indirecta, por lo que acabamos actuando con todos los colectivos”.

En un año logran dar una segunda oportunidad a más de 800 personas de media. Estas altas cifras de éxito pueden ser fruto de la experiencia, llevan casi 30 años actuando en distintas ciudades andaluzas, que les ha llevado a establecer una metodología de trabajo en la que diseñan sus talleres y formaciones en función de las necesidades que detectan en el entorno, “si tu te sientas con una empresa y te comenta que está buscando reponedores, lo lógico es que a los chavales les des esa formación, ya que sabes que las posibilidades de conseguir un empleo al terminar van a ser mayores”, explica Teresa.

Así, ellos han distribuido sus actuaciones para ser lo más eficientes y llegar al mayor número de personas en tres ámbitos diferenciados, “con el que perseguimos completar un ciclo para dotar a la persona no sólo de la formación para acceder a un empleo, si no también de las habilidades sociales y personales necesarias para desenvolverse a la perfección en el mercado laboral y en la vida en general, con el objetivo principal de que las familias puedan salir de la espiral de asistencialismo en el que viven”.

El primero de estos ámbitos es el residencial, para lo que cuentan con un centro de menores para 12 niños, conveniado con la Delegación de Igualdad. Los chavales que residen allí tienen a su disposición un equipo formado por 10 educadores, una directora, una trabajadora social y una psicóloga. Los que viven en este espacio son principalmente menores de Huelva y provincia derivados de los servicios sociales, “y también algunos chavales no nacionales”. La principal misión de la Fundación es ofrecerles un espacio de convivencia, “ pero vamos mucho más allá y prácticamente nos convertimos en su padre y su madre hasta los 18 años, salvo que haya una reagrupación familiar previa. Es básico para su desarrollo dotarles de un espacio donde vivir, asearse y alimentarse”.

Para aquellos mayores de 18 cuentan con un piso tutelado con cuatro plazas. “Una vez que llegan a esta edad,-continúa Teresa,- como el tiempo de permanencia no puede ser todo el que a nosotros nos gustaría, ni todo el que ellos quisieran, pues seguimos trabajando todo el tema formativo y sobre todo les ayudamos en la búsqueda activa de empleo para que puedan tener un futuro”.

Respecto a poder encontrarles un empleo, desde la Fundación son plenamente conscientes de que la situación es muy complicada para todos hoy en día, “pero afortunadamente Huelva cuenta con muchos empresarios sensibilizados y, por ejemplo, ahora mismo tenemos a dos chavales que están haciendo prácticas en las obras de ampliación del Hospital Juan Ramón Jiménez, y la empresa constructora ya nos ha trasladado que los va a contratar, así que en ese sentido muy contentos”.

Usuarios del taller Cocina Comunitaria durante la preparación de los menús. Usuarios del taller Cocina Comunitaria durante la preparación de los menús.

Usuarios del taller Cocina Comunitaria durante la preparación de los menús. / Alberto Domínguez

Una vez que se cubre esta necesidad básica, el derecho fundamental de todos a tener una vivienda digna, el siguiente ámbito de actuación es el socioeducativo. Desde este departamento, en el pueden entrar a formar parte a partir de los 16 años, “lo primero que hacemos es escucharles, porque para muchos de ellos la principal necesidad que tienen es la de encontrar un referente al que contarle cómo se sienten”. Una vez dado ese paso en el que los jóvenes se sinceran, comienzan a trabajar con ellos en actividades formativas y prácticas en empresas, “y de forma transversal tratamos de hacerles ver la importancia que tiene el tener la ESO, para que continúen sus estudios”.

Para lograr este propósito desde la Fundación trabajan con Radio Ecca. Un proyecto con 15 plazas en el que gracias a esta una emisora jesuita pueden dar formación a los jóvenes para que, a través de clases on line, con un referente tecnológico que les acompaña y gracias al soporte técnico que se les ofrece desde la Fundación, “sean capaces de finalizar sus estudios y obtener el titulo de la ESO”.

Además de esta herramienta, la ONG ha puesto en marcha una Escuela Prelaboral, “en la que damos cobertura a chavales que no han terminado la formación reglada, o en el caso de los no nacionales a los que llevan poco tiempo en España”. En ella se les da formación sobre temas muy diversos como redes sociales, mecánicos de bicicletas, camareros o ayudantes de cocina, “todas ellas profesiones que hemos detectado que en un futuro van a ser muy demandadas”.

Otro de los proyectos pertenecientes a este ámbito es la Cocina Comunitaria, dirigido a familias derivadas de los servicios sociales del Ayuntamiento de Huelva. Tal y como comenta Teresa, “para nosotros la cocina es la excusa para trabajar por la persona y a parte de darles la respuesta alimenticia que necesitan, de forma complementaria empezamos a trabajar con ellos todo el tema de competencias personales o habilidades sociales”.

Hay que tener en cuenta, explica la presidenta, “que nuestro colectivo de actuación no solo tiene carencias en el tema formativo, también adolecen en otros aspectos más cotidianos como los relacionados con la importancia de la puntualidad, el aseo personal, el trabajo en equipo, o la resolución de conflictos, y todo eso lo trabajamos con ellos ya que es básico para que después a la hora de hacer unas prácticas en empresas den la talla”. Afortunadamente esto ocurre en el menor de los casos, y las cifras así lo avalan: en el último semestre se han desarrollado 5 proyectos en el ámbito de inserción sociolaboral en los que han participado 863 personas, de las que 330 han conseguido un empleo al finalizar las prácticas.

Andalucía Orienta cuenta con una oficina integrada en la Fundación. Andalucía Orienta cuenta con una oficina integrada en la Fundación.

Andalucía Orienta cuenta con una oficina integrada en la Fundación. / Alberto Domínguez

Dentro de este apartado también desarrollan proyectos relacionados con el ámbito de la mujer: Mujeres Transformadoras de su entorno y Promoción de la Salud para mujeres, ambos pensados para empoderar a las féminas del entorno. La Fundación, como se ha comentado anteriormente, está ubicada en el Distrito V de la capital, “y aunque es verdad que se ha trabajado mucho con las mujeres del barrio con resultados favorables y la transformación social está en marcha, todavía queda mucho trabajo por hacer”.

Desde Don Bosco trabajan con mujeres víctimas de violencia de género, “y en general mujeres muy hundidas a las que la vida ha tocado mucho de forma muy negativa y aquí tratamos de levantarlas”. Entre otras actividades, organizan desayunos para charlar con ellas, o talleres de maquillaje para reforzar su imagen personal, “por que el verse bien por fuera es algo que siempre les ayuda a la hora de empezar a creer en ellas”.

Protagonista de estos talleres ha sido este año una chica rumana que acudió a la asociación. A raíz de participar en una acción formativa encontró su referente y empezó a contar su problemática. Confesó ser una víctima de violencia de género que incluso había llegado a temer por su vida, “y la acompañamos en el proceso hasta que fue capaz de poner la denuncia, el primer paso para recuperar su vida, ser feliz y volver a ser libre y esa la mejor prueba de que estás haciendo bien tu trabajo”.

Volviendo a los menores, el absentismo escolar es otro de los principales problemas de este entorno, “así que junto a los colegios de la zona tratamos de colaborar con las familias absentistas”. Aquí continúan con su estrategia y abordan el problema de forma integral, trabajando con la familia al completo, “por que en la mayoría de los casos los niños no van a colegio porque son los propios padres los que no lo consideran importante, no lo ven como algo prioritario y a lo mejor ni si quiera se molestan en despertarlos para que vayan al cole, así que es fundamental trabajar con la familia al completo”.

Los jóvenes son también los protagonistas del proyecto de acompañamiento educativo, que como su propio nombre indica consiste en acompañar a jóvenes en las diferentes necesidades que tengan. Aquí también entra en juego la figura de la mentoría, que son normalmente voluntarios que les guían en el caminar diario a los chavales, “ya que al final la mayoría de las veces lo único que necesitan es tener a una persona que vaya con ellos y les acompañe pues, por ejemplo, a comprarse unos zapatos de deporte”. Por que en la Fundación Don Bosco, “somos conscientes de que no solo es importante la inserción laboral, ya que en muchos casos cuando llaman a nuestra puerta su prioridad no es encontrar un trabajo si no que lo que necesitan es cubrir otras necesidades, y cuando ya estén esas necesidades cubiertas tocará preocuparse por el tema laboral, y ahí también estamos”.

Y es precisamente el ámbito laboral la tercera pata de actuación de esta fundación. A través de la consejería de Empleo cuentan con una unidad de Andalucía Orienta específica para colectivos en riesgos de exclusión social, que es la única de toda la provincia. Dentro de esta unidad, las necesidades derivadas de la pandemia les llevaron a poner en marcha la unidad de autorientación, “cuando detectamos que muchas personas se podían quedar atrás al estar más perdidas en el mundo digital o porque carecían de los recursos necesarios, para lo que pusimos en marcha una sala de informática con cuatro ordenadores y un técnico que les guía a la hora de realizar cualquier trámite”.

Otro de los proyectos de este apartado son las Experiencias Profesionales para el Empleo (EPES), “que para mí es nuestro proyecto estrella, ya que por él pasan las personas que están preparadas para adentrarse al mercado laboral”, comenta la presidenta. Concretamente, gracias a esta iniciativa se les ofrece tres meses de prácticas remuneradas en empresas, cobran en torno a los 400 euros, “y para nosotros es el trampolín perfecto para que los empresarios vean esos meses la valía de la persona por encima de la etiqueta que suele acompañar a nuestros usuarios”. Y parece que el método funciona ya que una vez los números acompañan y en las últimas EPES se consiguieron el 100% de las inserciones, la totalidad de los que hicieron las prácticas fueron contratados. Para alcanzar estas cifras de éxito la exigencia es alta y es clave el trabajo previo, “ya que a esta fase solo acceden los que han cumplido con todas las fases preparatorias anteriores”.

Gracias a la Cocina Comunitaria se llenan las despensas de muchas casas. Gracias a la Cocina Comunitaria se llenan las despensas de muchas casas.

Gracias a la Cocina Comunitaria se llenan las despensas de muchas casas. / Alberto Domínguez

De la mano de la Fundación La Caixa, Don Bosco también está desarrollando dos proyectos: Incorpora Joven y +Empleo. Ambos persiguen la inserción laboral, Incorpora Joven para jóvenes de 16 a 30 años como máximo y + Empelo sin limite de edad. “Básicamente detectamos necesidades previas en las empresas, nos sentamos con ellas y nos cuentan los perfiles de trabajadores que necesitan para que nuestras formaciones vayan dirigidas a esos ámbitos y así las posibilidades de contratación una vez terminen sean mayores”.

Como parte fundamental de este proyecto aparece la figura del prospector de empresas, “responsable de contactar con las empresas para presentar a la Fundación y poder así ampliar nuestra red de contactos para beneficio de nuestros usuarios”.

Precisamente, relata Teresa, una de estas empresas solidarias que abre sus puertas a aquellos que más necesitan un empleo es la conservera Usisa. De la mano del Ayuntamiento de Isla Cristina, la empresa contactó con la Fundación para hacerles llegar la necesidad de contratar mujeres. Así, la maquinaria se puso en funcionamiento y comenzó la cadena de trabajo colaborativo. En primer lugar, desde el área de servicios sociales seleccionaron a las posibles candidatas para que posteriormente tanto la empresa como los técnicos de la Fundación las entrevistasen para ver si eran adecuadas para el puesto. Una vez comprobado que cumplen con los criterios necesarios, “la propia empresa las forma de acuerdo a su metodología de trabajo y nosotros las formamos en habilidades sociales y competencias básicas. Resultado, de 25 participantes, 25 contratos”.

La capacitación profesional para mujeres es otra de las iniciativas que desarrollan en la Fundación Don Bosco, mediante la cual consiguen cualificar a la mujer, “que bajo nuestro punto de vista es quizás el colectivo más dañado del sistema”. En él participan mujeres de escasa cualificación y/o de cualificación muy obsoleta, “a las que el reciclaje formativo inmediato que les ofrecemos les ha permitido reegancharse en el mundo laboral”.

En definitiva múltiples iniciativas que son un éxito gracias a las sinergias establecidas entre administraciones, la Fundación y empresas con un único objetivo final: dignificar a la persona y ofrecerles las oportunidades que la vida no les ha otorgado para que tenga un futuro lo más alentador posible.

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