Huelva

Música y literatura en torno al cobre

  • La Fundación Atlantic Copper entrega los premios de su concurso de relato corto. Alejandro Mario Ascaso gana el certamen con la obra 'Lamento en la isla'

Premiados, jurado, organizadores del certamen y artistas invitados.

Premiados, jurado, organizadores del certamen y artistas invitados. / Alberto Domínguez (Huelva)

La Fundación Atlantic Copper une música y literatura en el acto de entrega de los premios del Concurso de Relato Corto Hablando en Cobre, que se celebró en Las Cocheras del Puerto y que contó con la presencia del ganador de la quinta edición del certamen, el aragonés Alejandro Mario Ascaso, autor de Lamento en la isla.

Entre los asistentes también estuvo la onubense Teresa Ollero, que obtuvo uno de los dos accésit con Los bronces de la madrina. No pudo acudir a la cita literaria Fernando Martínez, que se hizo con el otro accésit con Miedos.

En el acto, conducido por Esperanza Morillo, directora de proyecto de la Fundación Atlantic Copper, actuaron Pepe Roca y Toñi García, de Alameda, que interpretaron una pieza a dúo, siendo Pepe Roca el encargado de cerrar la entrega de premios con Caruso.

Morillo comentó que el objetivo de este certamen, que “empezó como un proyecto pequeño y ha ido creciendo edición tras edición”, es defender la cultura y difundirla.

El director general de la Fundación, Antonio de la Vega, fue el encargado de dar lectura al acta del jurado, que destaca de la obra ganadora su calidad literaria y originalidad, además de la destreza en la descripción de situaciones y paisajes, en un lenguaje adecuado al contexto, que traslada al lector a escenarios clásicos.

Conformaron el jurado la autora literaria Dora García; la gerente de Huelva Información, Adelaida Mellado; el periodista José Luis Bonilla y el escritor Bernardo Romero. Actuó como presidente del jurado, Heliodoro Mariscal, presidente de la FundaciónAtlantic Copper, y como secretario, Antonio de la Vega.

Dora García, que habló en nombre del jurado, resaltó el alto nivel de las obras presentadas e indicó que la tarea de jurado fue “gratificante y complicada”. Subrayó que “ha sido un privilegio tener acceso a estos textos”. Manifestó que disfrutó leyendo las obras y que sufrió a la hora de elegir la ganadora, por la responsabilidad que ello supone, por lo que hubo que leer y releer “para valorar con objetividad”.

El ganador apuntó que “para una persona que se inicia en esto de la escritura, una convocatoria como ésta representa un regalo de los dioses, por la oportunidad que se nos brinda de vencer el temor de someternos al juicio de los demás y después, si la fortuna nos es propicia, ver impreso en negro sobre blanco aquello, que con no muy pocas dudas sobre su valor, hemos escrito en la soledad”.

Heliodoro Mariscal y Alejandro Mario Ascaso. Heliodoro Mariscal y Alejandro Mario Ascaso.

Heliodoro Mariscal y Alejandro Mario Ascaso. / Alberto Domínguez (Huelva)

Para Ascaso lograr este premio “ha sido una sorpresa mayúscula y una alegría todavía mayor, porque a mi condición de autor novel se suma el hecho de que éste es el primer galardón que recibo”.

Explicó que tardó un par de semanas en escribir el relato con el que invita a reflexionar sobre la fragilidad de la existencia, “lo absurdo de la fama y de muchos anhelos y afanes y sobre todo de la inevitable decadencia que a todos nos aguarda”.

La historia, que gira en torno a una gran estatua de Helios, transcurre en la isla de Ofiusa, “situada estratégicamente en la unión de dos importantes vías marítimas, las que unía Mileto con Egipto y la que iba de Grecia a Chipre y Siria”.

Todo comienza a finales del siglo IV a. C. cuando estalló una guerra abierta entre dos de los sucesores de Alejandro Magno, Tolomeo I, rey de Egipto, y Antígono I, monarca de Macedonia.

Los habitantes de Ofiusa decidieron, por razones comerciales, alinearse con Tolomeo I, pero en el año 307 a.C. Antígono les exigió que cambiasen de bando y cuando se negaron envió a su hijo Demetrio Poliorcetes al mando de un ejército de 40.000 hombres y de una gigantesca flota para someter la ciudad.

Demetrio mandó construir una torre de asedio de 40 metros de altura pero los defensores repelieron el ataque inundando el terreno ante los muros para que la rueda de la enorme bastida se atascara en el barro y no pudiera ser desplazada. Después de un año de lucha el hijo de Antígono se resignó, levantó el asedio , firmó un tratado de paz y retiró sus tropas de la isla.

En prueba de gratitud por la victoria los gobernantes de la ciudad decidieron erigir una estatua en honor a dios Helios, los gastos fueron sufragados con el dinero obtenido con los despojos de la torre abandonada por Demetrio.

Sesenta y seis años después de su construcción, en 226 a.C. un terremoto la derribó, los habitantes de la ciudad decidieron dejarla tirada porque pensaban que había sido voluntad de los dioses.

Allí permaneció durante 900 años, hasta que en el año 654 d.C. Muáwiyah, quinto califa tras Mahoma, en una de sus incursiones por la ciudad acabó por demoler la estatua y envió su bronce a Siria, donde lo compró un mercader judío, que necesitó más de novecientos camellos para cargar todo el bronce.

En su intervención, el presidente de la Fundación Atlantic Copper recalcó la apuesta por el fomento de la cultura en un certamen en el que “se respira cultura musical y literaria”, esta última “la que han querido compartir los ganadores y los que han participado en ésta y en las anteriores ediciones”.

Señaló que el concurso se está consolidando como un referente a nivel nacional y resaltó la gran participación, con 229 obras presentadas. En este sentido, pidió a los autores que “no dejen morir esa afición” y deseó que los premios contribuyan “a que sigan escribiendo y compartiendo historias”.

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