Huelva

Anecdotario de la Fuente Magna

  • Apareció en la plaza de las Monjas como colofón a la Gran Vía, pero quedó asfixiada por el tráfico.

  • Apesar de todo hoy forma parte de la memoria amable de la ciudad

La Fuente Magna, en la que aparece el guarda de jardines y unos niños.

La Fuente Magna, en la que aparece el guarda de jardines y unos niños. / Postal Ediciones Arriba · Archivo Sugrañes

La Fuente Magna continúa siendo un recuerdo amable entre los onubenses. Debía ser el enlace de la nueva entrada a la ciudad que se proyectaba en los años cuarenta, desde El Punto a la Plaza de las Monjas, por la Gran Vía de Martín Alonso Pinzón.

Un diseño de fuente del arquitecto municipal Ángel Hernández Morales, que firma a primeros de julio de 1942, que estaría sujeto a muchas opiniones externas.

La fuente no nació con ese nombre fue Francisco Jiménez ‘El Duende de la Placeta’ quien a modo sarcástico se lo puso en ‘Perfil del día’ que publicaba a diariamente Odiel. No era muy partidario de la fuente y tenía sus dudas de las reformas que se iban a acometer en este lugar centro del latir de la ciudad, al que unos y otros han venido introduciendo elementos que la colmatan sin aportarle nada.

El gran espacio a ocupar por la fuente en una intersección de calles que la rodeaban por el tráfico, lleva al alcalde Ramiro Rueda de Andrés a paralizar en mayo de 1944 las obras para que se estudiase estas circunstancias.

En agosto el arquitecto comparece en el pleno y da las explicaciones oportunas que salvan el proyecto, “sin otra reforma que la de convertir en jardines el empedrado de la plataforma de la citada fuente, para mayor armonía con la estética de la plaza”.

La fuente se levantó pero siguió con los problemas que se preveían del tráfico. Así que en 1947 en sesión plenaria municipal, que preside Juan Rebollo Jiménez, se acuerda acortar el basamento del entorno de la misma para facilitar el tráfico rodado, por considerarse “muy desproporcionado con la anchura de la calle”. Una iniciativa mientras “se halle una solución definitiva” y en la plaza “se hagan en ella las reformas precisas para darle mayor belleza estética”. Ahora hay un nuevo arquitecto municipal, Juan Miguel Rodríguez Cordero.

El Duende de la Placeta, que siguió escribiendo el anecdotario de la Fuente Magna, se sorprendió el 4 de enero de 1950 con lo que él llamó un regalo de Reyes cual fue que a su recuadro de ‘Perfil del día’ le acompañara un dibujo de la Fuente Magna, que como dijo “quedará ya unida para siempre al airón presuntuoso de mi pluma y juntos entraremos en el limbo dorado de la inmortalidad. Me lo he ganado a pulso”.

Le gustaba “su airosa silueta, sí; de sabios es mudar de opinión y ahora viéndola estilizada en el dibujo, la Fuente me parece bonita”. No le faltaba humor al decir que si le “tuve antipatía” ahora “estoy chiflado por ella”. Aunque en el fondo no cambiaba mucho de opinión: “Sé que el día en que le declaren monumento nacional a mí me nombrarán académico y se recogerán en una cuidada edición los ‘perfiles’ que hice sobre sus piedras neolíticas y sus atunes abisales”.

El artículo del Duende de la Placeta con el dibujo de la Fuente Magna. El artículo del Duende de la Placeta con el dibujo de la Fuente Magna.

El artículo del Duende de la Placeta con el dibujo de la Fuente Magna. / Diario Odiel

En ‘Perfil del día’ sorprende el 31 octubre de 1950 y hace una reflexión interesante, no lo escribía El Duende de la Placeta, sino la firma era ‘P.’ de manera accidental decía. Según dice la “manía de meterse con la Fuente Magna” se debía al innato afán de censura de “aquello que destaca”. “Y la Fuente Magna destaca ¡vaya si destaca! De ahí que haya sido tan discutida”. Le gustaba su forma, era “airosa, hermosa y elegante”.

Aun cuando se le confiesa esa cercanía, al final la fuente acabara por los suelos. En la portada de Odiel del domingo 24 de noviembre de 1957 el titular era elocuente: “Ha caído la Fuente Magna”, con fotografía de operarios subidos a ella con picos para derribarla.

El alcalde Antonio Segovia Moreno justificaba esta decisión por el hecho de que “perturba el paso de peatones y de vehículos” entre las calles de alrededor y que rompía la perspectiva de la plaza desde la Gran Vía.

En una entrevista para Huelva Información Antonio Segovia señala que lo que le decidió a eliminarla fue el reunir en una noche al escultor León Ortega y al arquitecto Jesús Ávalo, que se pronunciaron unánimemente en quitarla y trasladarla a otro lugar. Se lamentaba de que al final no fue así y los elementos decorativos se pudieran encontrar dispersos hasta en algunas casas. Los delfines, sin embargo, se pueden ver en una fuente en el cementerio municipal.

Los delfines se encuentran en la actualidad en la fuente del cementerio. Los delfines se encuentran en la actualidad en la fuente del cementerio.

Los delfines se encuentran en la actualidad en la fuente del cementerio. / Josué Correa

La Fuente Magna, a pesar de todo, sigue siendo uno de los elementos más recordados en la nostalgia popular. Lo mismo que está reconstruida en la memoria de los onubenses puede ser una buena idea de reproducirla en alguna otra rotonda de la ciudad con mejor fortuna.

No se pensó cuando tanto se debatía en eliminar el tráfico y hacer peatonal la plaza como es hoy. La fuente que le reemplazó también fue desmontada y la actual es una cursilada con el mismo destino, de la que se eliminaron los chirimbolos que le acompañaban.

Ahora el que se lleva todos los chistes es el Colón que señala a la calle Vázquez López, que apareció un día delante de la fuente.

La plaza sí que necesita una revisión.

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