El calvario del patrón onubense de un barco con base en Canarias retenido en Mauritania llega a su fin 45 días después. El mismo, que estaba acusado de provocar la muerte de cuatro marineros mauritanos tras una colisión entre la piragua en la que navegaban y el pesquero, regresa este miércoles a España después de un mes y medio en el que ha temido por su integridad física "a cada momento, dada la inseguridad y falta de derechos en Mauritania", explica su abogado, Fernando Osuna, a esta redacción.

El patrón onubense -un experimentado marinero natural de Isla Cristina- ha negado desde el principio la muerte de las cuatro personas de la que viene siendo acusado. De hecho, insiste su abogado, "tiene muchas pruebas que acreditan que esas muertes no se produjeron". 

El onubense es liberado después de una negociación entre las familias de las personas fallecidas y su empresa que, "parece ser que ha llegado a un acuerdo para la indemnización", afirma su abogado, toda vez que recuerda que "este patrón ha sido un rehén mientras se extendían estas negociaciones". 

Sobre su retención en Mauritania, Osuna explica que "siempre me ha expresado que temía por su vida. Llegaba a pensar que podían dejarle escapar y pegarle un tiro por la espalda". Tal incertidumbre le impedía dormir más de tres horas al días. Asimismo, "no le facilitaban medicamentos ni jamás le entregaron las autoridades del país africano un solo documento judicial o policial", de ahí que este patrón onubense se sintiese "totalmente indefenso".

El abogado asegura que el patrón "pedirá responsabilidades a la Administración Española por mal funcionamiento y también a la empresa propietaria del barco pesquero".

El patrón lleva retenido en esta país africano desde el pasado 14 de julio, siendo el único tripulante del buque en esta situación, ya que el resto, una treintena, fue liberado.

La tripulación está formada por españoles, mauritanos, senegaleses y marroquíes, y se les acusaba de ser los responsables de un siniestro con varias muertes, cuyas circunstancias no han sido precisadas y que se produjo en las aguas de la ciudad de Nuadibú, situada a 470 kilómetros al norte de Nuakchot.

La falta de dispositivos de salvamento marítimo eficaces en Mauritania y el hecho de que las piraguas utilizadas para la pesca artesanal no cuentan, en la mayoría de los casos, con medios de salvamento adecuados en caso de accidente provocó que no se rescatara a las personas desaparecidas, dadas ya por muertas.

El barco afectado es un arrastrero congelador de 33,53 metros de eslora, que desempeña habitualmente su trabajo en aguas africanas mediante convenios de pesca entre distintos países y la Unión Europea.