Huelva

Fallece Manuel López Vega a los 95 años

  • Un sacerdote adelantado a su tiempo que dedico su acción pastoral a la labor social

Manuel López Vega en la parroquia de Santa María del Mar, en sus veranos en Punta Umbría.

Manuel López Vega en la parroquia de Santa María del Mar, en sus veranos en Punta Umbría. / H.I.

Manuel López Vega ha fallecido en Madrid a los 95 años de edad. Mañana jueves día 3, a las 12:30, se oficiará su misa funeral en la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores.

Manuel López fue un gran caminante en la viña del Señor. Allí donde fue sembró y recogió grandes frutos. Ecijano, llegó a Alosno en 1948, para atender a Minas de Tharsis y Villanueva de las Cruces, donde dijo que se encontró con “una mina de gente” que recibió a este cura joven e inquieto. Tres años después fue trasladado a Bonares, incluso fue hermano mayor de la Hermandad del Rocío, para unir a unos y a otros. Aquí se labró en él ese espíritu rociero que llevó siempre en su corazón y, muy especialmente, con el de su Hermandad de Emigrantes.

En Bonares dejó una emisora de radio en la que hablaba con la gente y las tardes de los domingos las dejaba para el equipo de fútbol que había fundado.

El primer obispo de Huelva, Pedro Cantero, le trasladó a Gibraleón y allí realizó una importante labor social, con comedores para los hijos de los jornaleros y creó la cooperativa María Auxiliadora.

Sus cooperativas dieron viviendas a más de 600 familias

Llegó a Huelva en 1968 con un gran bagaje pero con mucho por delante que hacer en la parroquia de los Dolores. Aquí se encontró que la gente vivía en las cuevas del Toril de detrás de la plaza de toros, y otras en chabolas en el Chorrito y la Fuente Vieja. Consiguió poner en marcha las cooperativas de Nuestra Señora de los Dolores y Las Colonias, que construyeron más de 600 viviendas. Buscó todos los recursos necesarios y a muchos seglares para poner en marcha esta importante labor. Recordaba siempre el capítulo 25 de San Mateos: “estuve desnudo y me vestite”. Manuel López decía que el hombre viste su cuerpo con la ropa y una vivienda económica es el vestido de la familia pobre.

Dedicó una especial atención a los ancianos para los que realizó dos residencias. Una dirigida por las Hermanas de la Cruz en la plaza de los Dolores y más tarde otra en Punta Umbría.

Le preocupó la situación de los jóvenes y puso en marcha para ellos el Centro Social de los Dolores junto a su parroquia, que fue su gran cuartel espiritual y de acción social. Los jóvenes recibían clases de corte y confección, mecanografía y electricidad. Sin olvidar los servicios de Cáritas o la guardería parroquial

Atendió, igualmente, otras necesidades y abrió el Centro de Rehabilitación de Drogadictos, a través de la Asociación Onubense Amanecer.

Sin olvidar nunca la labor espiritual de una parroquia muy viva con el Movimiento Familiar Cristiano, las comunidades neocatecumenales, asamblea familiar, la Legión de María o la renovación carismática.

Visitó en más de cuarenta ocasiones Tierra Santa, de 1977 a 2000, experiencias que recogió en el libro 'Vivencias de Tierra Santa'. Igualmente promovió de 2002 a 2004 peregrinaciones a Guadalupe en México.

No hay que olvidar al sacerdote amigo y valedor de las cofradías, promovió la salida procesional de la Virgen de los Dolores, titular de su parroquia e hizo posible la creación de la hermandad. Al igual, su generosidad le llevó a acoger a la Hermandad del Calvario, cuando peregrinaba buscando sede; lo mismo que a Santa Barbara y Emigrantes.

En su despedida como sacerdote tras su renuncia por edad, en septiembre de 2003, el obispo de Huelva, Ignacio Noguer, no solo le daba las gracias por su ministerio, sino que decía de él que siempre fue un cura adelantado a su tiempo: “Es usted un gran sacerdote y ha sido, y podría seguir siendo, un gran párroco. Su sencillez su incansable trabajo apostólico, sus iniciativas sociales y el acierto de haberse sabido rodear y animar a trabajar pastoralmente a los seglares, le han hecho un cura muy adelantado a su tiempo y enormemente eficaz”.

Ahora, en este momento podemos recordar a don Manuel por las calles de Huelva buscando colaboradores para sus obras sociales, presidiendo alguna de sus cofradías, saludando a los ancianos en sus residencias, a los niños del barro que jugaban y, sobre todo, a quienes acogió porque no tenían casa donde vivir.

Descanse en paz, un hombre bueno.

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