El Falete más íntimo y personal sorpende a los más escépticos
punta umbría l concierto
La pureza de voz y el estilo peculiar del cantante conquistaron a los asistentes


El Falete más íntimo y personal dejó caer todo su arte sobre el escenario del Teatro del Mar de Punta Umbría en un concierto memorable, de los que calan hondo entre el respetable. En un mundo en el que las discográficas mandan y en el que predomina lo más bullanguero y, en algunos casos, hasta chabacano, se agradece de vez en cuando alguna pincelada de arte puro, del estilo que sea. Porque, nos guste ese estilo o no, el arte solo tiene una inicial, la A. Y esa está reservada a los artistas.
Por eso, cuando Falete comenzó a cantar, a pesar de que el teatro no estaba lleno, sorprendió a más de uno que no creía que iba a encontrarse con una pureza de voz y un estilo tan peculiar. A pesar de que muchos de los presentes eran sus más ardientes admiradores, hay que reconocer que, el resto, fue sorprendido por el arte y el saber estar en el escenario.
Bien es cierto que en un concierto de este tipo, un piano y una voz, hay que saber hacer valer mucho los registros, porque todo es puro y real, no hay nada enlatado ni previamente grabado. Todo lo que sale es auténtico y en estos tiempos se agradece.
Falete sorprendió por su alto registro atreviéndose con unos fandangos que clavó con su voz potente y desgarrada y, además de los más difíciles de interpretar, hasta con los del niño de Gloria se atrevió y los bordó.
El artista tiene sus cosas y sus maneras de estrella, pero visto lo visto, que siga haciendo lo que le dé la gana, porque con esa voz seguro que va a tener escenarios para rato.
Si uno se abstrae de todo lo preconcebido en cuanto a revistas y programas del corazón y se queda con la voz y el arte, desde luego es todo un ejemplo.
Para los escépticos que le contemplaban sin ideas preconcebidas, todo un descubrimiento y, desde luego, ha mejorado con los años y gracias a este tipo de espectáculo. Mi cante y un piano, así se llama su espectáculo, y no nos sorprende que durante mucho tiempo haya estado en el teatro Távora de Sevilla con gran éxito de público. Ahora recorre escenarios de esta manera íntima.
Alejandro Cruz Benavides, el artista al piano, tiene también mucha culpa de todo, un gran maestro que tiene unas grandes dotes y lo demuestra para estar al quite del cantante. Se completa el tercio con un bailaor, José María Viñas que defiende con arte y poderío su estilo.
Entre los tres no precisan más para llegar al público y convencer hasta a los más negados con arte y poderío, no hace falta más y, como decimos, en estos duros momentos para la lírica, el puro arte se agradece.
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