Experto inmobiliario
Graduado Social


Cacereño de Miajadas está seguro que la construcción volverá a subir, a coger 'onda' pero, eso sí, no será "como antes". Jaime Gama Moreno llegó a Huelva al trasladarse su madre a estas tierras tras el fallecimiento de su padre en accidente de tráfico.
Jaime, consciente del esfuerzo que hacía su madre para tirar hacia delante junto a sus cinco hijos, compaginó estudios y trabajo en cuanto pudo y así, mientras formaba parte de la primera promoción de Graduados Sociales de la universidad de Huelva, se inició en el camino de la venta de pisos, conociendo los primeros caminos de la gestión inmobiliaria.
De Huelva a Málaga, cuestión de trabajo y de la construcción. Dos años después regresa y concluye sus estudios. Comienza a trabajar en la Empresa Pública para el Desarrollo Agrario y Pesquero de Andalucía, de la Junta, y en 2003 cuando el contrato se le acaba le llega la oferta que le puso el punto de mira en las inmobiliarias y la construcción.
Una promoción en Cartaya fue el señuelo y Jamie poco a poco comienza a derivar hacia la comercialización de productos inmobiliarios. Tanto que se decide a estudiar el máster de Experto en Gestión Inmobiliaria de El Monte (hoy Cajasol) y se prepara para finalizar el de Tasaciones y Valoraciones Inmobiliarias de ESINE.
El ladrillo le puede; es como si lo llevara en la sangre. Para Jaime el desarrollo le ha venido muy bien a Corrales en particular y a Aljaraque en general "digan lo que digan", claro que podrían haberlo hecho mejor, "quizás". La densidad hubiera sido deseable más baja, "también" e incluso cree que se equivocaron en el número de viviendas por hectáreas. Sus pensamientos están en el ladrillo y asegura que en el mercado inmobiliario hay movimiento, "pero no como fuente de inversión; eso se acabó", dice convencido de que los bancos deben ayudar un poco más a salir de la crisis tanto a las empresas como a los ciudadanos. "Hoy sólo le dan créditos a los funcionarios, al currito no".
Lejos del ladrillo a Jaime le gusta pasear por el campo, cuidar a su pareja de canarios y coleccionar tazas, con las que, al tomar café, recuerda quién se la regaló y donde la compraron y empieza a jugar disfrutar dando palos a una pelota de golf.
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