Huelva Paranormal

Escalofriante experiencia paranormal en el cementerio de La Naya, en Riotinto

Experiencia paranormal en el cementerio de La Naya

Experiencia paranormal en el cementerio de La Naya

El cementerio abandonado del que hoy hablamos está cercano a la localidad de Minas de Riotinto, en el poblado minero de La Naya. Data de finales del siglo XIX aunque se desalojó y abandonó en el año 1972. Si se escudriña el terreno, por los alrededores e, incluso, en algunos nichos, aún se pueden encontrar huesos humanos y restos de ataúdes, despojos de lo que antaño fueron y albergaron.

Reconozco que no soy de acudir a cementerios abandonados. Tan sólo un par de veces he tenido la oportunidad e investigar en el interior de ellos. Pero cuando me hablaron de lo que ocurría en La Naya no pude menos que acercarme y comenzar a investigar en una noche de sustos y sobresaltos.

El poblado, igualmente abandonado, tenía su propia iglesia, escuela, cuartel de la Guardia Civil y hasta un casino. Llegamos a media tarde, casi cayendo la noche, con la luz mortecina de esa hora del día. Al cementerio accedimos sin mayores complicaciones y decidimos ir colocando detectores de presencia en todas las posibles ubicaciones en las que nos pudieran acompañar intrusos del mundo de los vivos, otras personas que como nosotros, se acercaran hasta allí.

Con el perímetro cubierto, la siguiente fase era la de colocar los diferentes sensores de temperatura así como medidores de campos electromagnéticos que avisaran cuando el valor fuera más elevado de lo normal en un punto en el que no debería haber ninguna anomalía.

Fijamos nuestra base de operaciones en las cercanías en las tumbas: dos ordenadores portátiles con micrófonos conectados a varios metros de distancia (por cable) para ir registrando los sonidos y visualizando en pantalla. Así mismo había cámaras térmicas, cámaras de infrarrojos y más aparataje técnico de importancia.

Comenzamos la noche de investigación, tratando de captar simplemente los sonidos que, hasta ese momento, no eran más que los típicos de un lugar abandonado: con ruidos de la naturaleza, crujir de las ramas de los árboles, así como de los animales. Pero pronto el detector más cercano a la vieja iglesia comenzó a saltar inesperadamente.

Por las cámaras pudimos ver que no había nada que le afectara y que la temperatura seguía siendo constante. Extrañados por tales circunstancias, decidimos dejarlo un tiempo, pero evolucionó a más, como si estuviera detectando algo que no lográbamos ver. Era como si tocara el detector, que es la única forma de que estos salten.

Éramos dos equipos de investigación en este lugar y pronto uno de ellos, ya que en su zona no se detectaba nada, pidió ir a ese punto donde estaba registrándose actividad para averiguar lo que sucedía. Entraron en la vieja iglesia y comenzaron a desplegar más equipos.

Tres personas allí, en absoluto silencio, cuando comenzaron a sentir cómo alguien caminaba hacia ellos. La temperatura bajaba abruptamente, casi 10 grados en apenas unos segundos. "Era como si alguien te abrazara, pero era un abrazo helado, gélido. Lo pasé fatal porque, además, José Miguel estaba igual. Lo sentíamos los tres. Con las grabadoras, además, tuvimos problemas para comenzar las sesiones psicofónicas", recuerda ahora Marta, una de las integrantes de ese grupo en la vieja iglesia.

"¿Hay alguien ahí?"

Esas sesiones iban a deparar sorpresas enseguida. Los compañeros preguntaron: "¿Hay alguien aquí? Si hay alguien... ¿Puedes dar una señal?". Y se sintieron golpes sordos en el muro del edificio. Ellos preguntaron: "¿Has sido tú?". Y nuevamente resonó un sonido sordo como provocado por alguien...

"Entonces fue cuando sentimos otras vez esos pasos y te llamamos por el walkie, José Manuel, cuando escuchamos los pasos creímos que eras tú y la sorpresa fue que a la puerta se asomó alguien, una especie de bulto negro, una silueta, y fue cuando Elena y yo gritamos porque sabíamos que aquello no era normal", cuenta aún temblando Marta.

Al llegar a ese punto me encontré que los tres estaba aterrados y me narraron lo vivido. Fue cuando a través de otros aparatos comenzamos a escuchar parafonías, como "No haced eso", "marchaos ya", "molestáis". Indiscutiblemente éramos una molestia y no éramos bien recibidos.

Fue cuando Pedro dijo: "¿Por qué no hacemos una ouija? Esto está calentito". Pero una voz resonó de entre los nichos, donde teníamos la Ovilus III, y dijo claramente: "Ouija no". La sensación fue tremenda y la sorpresa no tenía ningún parangón, pero habíamos ido a investigar y no era momento para irnos.

La noche siguió y la última experiencia la tuvo el mismo Pedro, cuando haciendo un aislamiento en una zona de tumba, tuvo un encuentro desagradable y sorprendente: "Estaba en el aislamiento, con la grabadora y en silencio. Desde donde estaba sentado se veía la galería de tumbas, y entonces sentí cómo alguien pisaba, andaba".

"Lo más fuerte que he vivido nunca"

"Vi a una mujer mayor, con el pelo blanco, moño y toquilla negra pasar ante mí. Ella me miró y giró la cabeza, y yo me quedé anonadado porque sabía que esa mujer no era de este mundo", cuenta Pedro. "Como pude, te llamé y no me salía la voz del alma. Solo acerté a decir: 'Jooooseeee, veeeen', y apareciste corriendo para ver qué sucedía. fue tremendo, es lo más fuerte que he vivido nunca. Quien no crea en estas cosas debería vivir una experiencia así", confesaba.

La noche pasaba y el cansancio hacía ya mella en nosotros por lo que decidimos, tras 5 horas en el cementerio, dar por concluida una investigación en un lugar al que volveremos y que sabemos que tiene mucho de paranormal.

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