Ernesto Lazo, con Huelva en los labios (I)
Historia menuda
Desde que en 1941 ingresara en la Diputación, tuvo un amplio recorrido por diversos puestos de la Administración l Destacó por su talento, laboriosidad y compromiso con los más desfavorecidos
ERNESTO Lazo nació en Huelva el día 12 de noviembre de 1921. Su padre, don Manuel Lazo Martín (fundador, en 1907, del periódico Educación Popular), haciendo gala de la tenacidad increíble que moldearía para siempre su carácter y con ello su destino, no se conformó con la suerte que en aquellas fechas le estaba destinada a los maestros y desempeñó el cargo de gerente de Tabacalera en nuestra capital. Su madre, Josefa Gómez Sánchez, era ama de casa. Ernesto era nieto del maestro Manuel Lazo Real.
La niñez de Ernesto estuvo rodeada de las maravillas de aquella Huelva tan cercana al mar, de cielo de esmalto azul, poseedora de una ría en cuyas aguas se reflejaban las quillas de los galeones que arribaban a la bajamar para descargar las sardinas de alba. Así, el alma se le fue formando a dos ritmos distintos que luego habían de disputarse siempre su literatura: toda la fuerza exuberante, luminosa, impregnada de olor a salitre, deslumbrada de colores de la Huelva de su adolescencia, y todas las bondades de la Huelva que se fue transformando con el transcurrir de las décadas.
Cursó sus estudios de Primaria en el Colegio de los Padres Agustinos, haciendo la Primera Comunión en 1931, bajo la dirección del P. Fray Teodoro de Olazarán y Olozoaga.
Habiendo abandonado los Agustinos, por motivos políticos, el Colegio de Huelva (el grupo fue a parar, en su mayoría a Filadelfia, USA), cursó los estudios de ingreso en el Colegio de San Casiano que dirigía el conocido y acreditado maestro, don José Oliva. Estudios de ingreso dirigido por el buen maestro don José Mendiri.
Realizado el examen de ingreso en 1932, comienza el primer curso de bachillerato 1932-33, en el Instituto General y Técnico de la calle Méndez Núñez. En este curso se inicia el bachillerato republicano creado por don Fernando de los Ríos, que amplia de seis a siete el número de cursos, establece dos reválidas (una, al terminar el tercer curso y otra al terminar el séptimo), y suprime totalmente los libros de textos. La supresión de textos, sustituyéndolos por apuntes, a veces en clase de más de cien alumnos, como ocurría en Huelva, fue un fracaso. El Ministerio rectifica rápidamente y en el segundo curso vuelven los libros.
El segundo curso, 1933-34, tras una huelga de estudiantes apoyada por los profesores, se inicia con algún retraso, en el Instituto nuevo del Conquero, llamado La Rábida. Allí se estudian normalmente el curso 2º, 3º y 4º. Una vez comenzada la guerra civil, estimándose peligroso para los jóvenes la coeducación, las mañanas se dedican al estudio de las chavalas y las tardes de los chavales. Fueron profesores distinguidos de este instituto, su director, Ricardo Terrades Pla, doctor, a la vez, en Derecho y en Ciencias; el bonareño, José Pulido Rubio, acreditado geógrafo e historiador, que ejercía las funciones de Secretario; Félix Andolz, autor de la letra del himno del Centro Salve Monasterio de la Rábida, que llevaba música del maestro Herrera, de familia muy querida en Huelva. A destacar, también, la figura del sacerdote José Pérez Reyna, profesor de Religión, tremendamente forofo del Recreativo, de Ángeles Figueras, profesora de Literatura que llegó a ser poetisa de fama nacional (que lo animó para que siguiera por la senda de las Letras, Lengua y Literatura). Antes que ella dio también clases de la misma asignatura, la onubense Inés García Escalera, que se casaría con el famoso escritor D. Felipe Ximénez de Sandoval, autor de la Biografía apasionada de José Antonio. El título de Bachiller, al que siempre Ernesto consideró de gran valor, lo obtuvo en marzo de 1939.
Un acontecimiento ocurrido en su adolescencia contribuyó especialmente a que cambiara drásticamente su vida: la muerte de su padre, que dejó una viuda y siete huérfanos. Y como era uno de los varones mayores se vio obligado a trabajar, ya que eran muchas las bocas que en su casa pedían pan.
En este punto debemos hacer hincapié en un importante detalle sobre Ernesto: Fue la dura vida que se impuso a sí mismo la que hizo que se promocionara. Esta epopeya se desarrolló íntegramente en unas circunstancias duras, en las que la lucha por la supervivencia era el feroz juego nacional. Así, trabajaba aquellas interminables jornadas y estudiaba por las noches. Pero, lo habíamos dejado con el Bachillerato terminado. A continuación realiza los estudios de maestro en la Escuela Normal de Huelva, terminándolos en septiembre de 1940, y los de profesor Mercantil en la Escuela de Comercio de Sevilla, finalizándolos en octubre de 1944.
En 1941 ingresa como auxiliar en la Excma. Diputación Provincial de Huelva. Dos años más tarde gana, por oposición, la plaza de jefe de Contabilidad de la citada entidad provincial.
En 1960, obtiene, por concurso de méritos, la plaza de jefe de sección de Intervención de la Diputación.
Finalizando los años sesenta es nombrado presidente del Colegio de Funcionarios de la Administración Local en Huelva.
En marzo de 1972 es nombrado por Decreto de la Presidencia administrador de los Hospitales de la Diputación Provincial (el general, ubicado en la Plaza de la Merced y el Psiquiátrico a la sazón recién inaugurado en la Carretera de Sevilla).
En junio de 1972 ingresaría, tras oposición libre, en el Cuerpo de Interventores de Administración Local. Ejerció de Interventor en el Ayuntamiento de Palos de la Frontera (localidad que le condecoró con su escudo de oro) y de vice-interventor y, posteriormente de interventor, en el Ayuntamiento de Huelva, cargo en el que se jubiló en diciembre de 1986. Fue interventor de la Organización Sindical desde 1948 hasta la desaparición de tales sindicatos. Lo que causa nuestra admiración es su incansable brega de luchador nato que supo vencerse a sí mismo antes de enfrentarse con los demás, su seguridad para no amedrentarse ante ningún desafío y, finalmente, una de las mejores cualidades de su carácter: su capacidad para asumir responsabilidades. ¡Ah! como prestación personal hacia la ciudad que tanto amó, Huelva, fue concejal de su Ayuntamiento desde 1958 a 1962.
Pero con haber brillado mucho su talento, su laboriosidad y su ingenio, se le apreciaba aún mucho más por su espíritu caballeroso, por la grandísima bondad de su carácter que le ha llevado a un fuerte compromiso con la sociedad que le rodeó y especialmente con los más desfavorecidos.
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