Encontrar la pareja ideal en el mundo digital

Gente Inteligente

La era digital ha multiplicado hasta el infinito los canales para conocer personas, y por tanto para encontrar pareja, pero ¿es más fácil o más difícil ahora encontrar la pareja ideal?

Encontrar la pareja ideal en el mundo digital
Lola Pelayo

Huelva, 17 de julio 2022 - 07:22

Le ahorro tres o cuatro minutos de lectura. Encontrar la pareja ideal es ahora más difícil. O por lo menos, igual de difícil que cuando sólo nos conocíamos de forma presencial. Y eso que tengo una pequeña teoría: en el canal digital, en ocasiones, podemos llegar a ser incluso más auténticos y auténticas que en la barra de un bar, gracias a la protección del anonimato inicial que, paradójicamente, nos invita a fingir menos. Todo depende del contexto, claro está, y de la intención de las personas, eso siempre. Y, en cualquier caso -lo siento-, encontrar la pareja ideal no es una cuestión de posibilidades, es una cuestión de enfoque claro, mejor si es un enfoque desde la inteligencia emocional.

Todavía hay quien niega haberlas usado, pero lo cierto es que una de cada dos personas adultas ha ligado por internet en alguna de las muchas aplicaciones que podemos llevar en nuestros dispositivos. En todos los estudios que he leído sobre el tema, más del 60% de las personas que participaban reconocían haberse aventurado en el amor con semejantes encontrados en el mundo digital. Incluso en aplicaciones de juegos online, con un sugerente chat paralelo, se han formado parejas a veces hasta con éxito.

Buscar pareja desde el sofá se ha consolidado como todo un deporte nacional que ni la pandemia ha sido capaz de frenar. De hecho, han crecido las interacciones a pesar de las restricciones que hemos vivido. Y es que nada como conocer gente ‘y lo que surja’ para combatir la frustración, la fatiga pandémica o el simple aburrimiento.

Hasta aquí, todo bien. Es como salir a tomar un ‘algo’ pero sin el algo. Con muchas más posibilidades, de forma más cómoda y hasta más barata. Es también, eso sí, algo más arriesgado, claro. El verdadero problema comienza cuando nos lo tomamos en serio.

¿Sabe usted qué quiere?

Si ha probado usted alguna de las aplicaciones de citas que tiene a su alcance en el ‘mundo web’ o el ‘universo APP’ - y ya sabe que una de cada dos personas estará en este momento pensando que sí-, se habrá dado cuenta de que llevan a la mínima expresión el juego del cortejo. Le muestran una sucesión de fotos, así como si fueran cromos, sobre las que vamos diciendo ‘me gusta’ o ‘no me gusta’ con la única guía de lo que nos evoca una imagen que, además, no siempre es de una persona y, más veces de las que desearíamos, ni siquiera es de la persona que está detrás de ese perfil. Si le gusta un cromo, va entonces a ver qué ha escrito sobre sí misma esa persona y, si le sigue interesando, puede empezar el juego en el chat.

Se equivoca si imagina que voy a empezar a criticar estas aplicaciones. Me parecen una idea de negocio muy inteligente, y una adaptación encomiable a nuestro estilo de vida. Es nuestro estilo de vida lo que me gusta cada vez menos. Pero, superada mi aversión a cómo y desde qué valores nos relacionamos ahora, hay que reconocer que casi todas las aplicaciones de contactos tienen algo muy valioso: nos exigen contar cómo somos y qué queremos a la hora de darnos de alta y abrirnos nuestro perfil. Como mínimo, ya se gana algo frente al método tradicional. Se ha parado a pensar en usted, espero que con cierta dosis de honestidad, y también a ir definiendo lo que quiere.

Si ese ejercicio inicial del juego en la red lo hace usted con sinceridad y buena intención, el método digital para encontrar pareja resulta efectivo. Y no sólo porque los algoritmos nos lo ponen más fácil. Es, sobre todo, porque conocerse bien, aceptarse a sí mismo o a sí misma, y saber qué quiere y qué no quiere, es lo más importante para encontrar su pareja, ya sea en el mundo digital o en el presencial.

Y es que, no tener claro qué busca en su futura pareja o desconocerse usted, le aboca a una sucesión de decepciones y rupturas de expectativas muy peligrosas para su propia autoestima y su equilibrio emocional.

¿Se enamora del escenario o de la persona?

Un ingrediente del juego del cortejo que viene a complicar aún más la cosa, es el llamado deslumbramiento inicial. Nadie puede evitar fingir un poquito o un ‘muchito’ en los primeros momentos en los que está conociendo a una persona que le gusta. Nos afanamos en mostrar nuestra mejor imagen, y en esconder, consciente o inconscientemente, todo lo feo que también forma parte de nuestra esencia personal, que siempre lo hay.

Nos gusta agradar, coincidir en intereses, encontrar afinidades que nos hagan pensar que ha sido el destino lo que nos ha unido. Incluso, muchas veces nos enamoramos antes de la historia o del escenario, que de la propia persona. Porque suele ser la realidad de esa persona lo último en llegar. Y otra vez, pasa igual en el mundo digital y en el presencial.

Lo que de verdad ayuda a elegir la pareja ideal

Por todo esto, lo más importante es dedicar tiempo a pensar lo que le gustaría encontrar en esa persona que busca: qué tipo de valores, qué gustos, qué carácter, qué intereses… Piense incluso qué sistema de creencias debería tener su pareja ideal o, dicho de otra forma, qué le gustaría que pensara esa persona sobre todas las cosas que son importantes para usted. Cuanto más claro tenga todo esto, muchas más posibilidades de éxito.

Después piense en cómo es usted, cuáles son sus cualidades fuertes y cuáles sus defectos. También qué tipo de relación le gustaría tener, cuáles son los límites emocionales que le gustaría que respetaran, y qué espera realmente de tener pareja. Porque cuanto mejor se conozca y más sana y equilibrada sea su autoestima, más autenticidad será capaz de proyectar en la relación desde el mismísimo inicio, lo que de nuevo aumenta las posibilidades de éxito.

Esto, en otras palabras, se llama tener las cosas claras, algo que con inteligencia emocional es mucho más fácil. Además, resulta altamente valioso sea cual sea el método que usa usted para conocer gente. Incluso si lo que termina concluyendo es, simplemente, que no quiere pareja.

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